Los cinco libros imprescindibles de Emmanuel Carrère
El escritor francés ha tejido una obra inconfundible en su técnica que ha ido saltando de sorpresa en sorpresa
El adversario (2000). La eclosión de Carrère. Antes había publicado novelas clásicas ―incluida la premiada y perturbadora Una semana en la nieve―, pero fue la narración de la historia de Jean-Claude Romand, que el 9 de enero de 1993 asesinó a padres, hijos y esposa, la que ascendió al francés al reino de los cielos. Se ha puesto en peligro, escribieron algunos críticos para alabar aquel ejercicio que aunaba la entomología y el psicoanálisis...
El adversario (2000). La eclosión de Carrère. Antes había publicado novelas clásicas ―incluida la premiada y perturbadora Una semana en la nieve―, pero fue la narración de la historia de Jean-Claude Romand, que el 9 de enero de 1993 asesinó a padres, hijos y esposa, la que ascendió al francés al reino de los cielos. Se ha puesto en peligro, escribieron algunos críticos para alabar aquel ejercicio que aunaba la entomología y el psicoanálisis. Y sí. Carrère abrió aquí una puerta al abismo literario que le ha llevado a la gloria y tal vez a la depresión. Similares dilemas del narrador ante su farsante le surgirían más tarde a Javier Cercas en uno de sus grandes libros, El impostor (2014).
Una novela rusa (2008). Un libro lleva a otro. Huyendo de El adversario, Carrère recaló en un amor y un reportaje en Rusia. De nuevo su vida y la de los demás enmarañadas junto al análisis del periodista. El narrador Carrère es inclemente con los defectos del personaje Carrère. La impudicia o la honestidad (según se mire) se convierte en marca de la casa, en la diosa que justifica todos los sacrificios. Ni siquiera su madre, la historiadora Hélène Carrère d’Encausse, logra frenarle cuando decide rastrear el pasado colaboracionista de su abuelo materno. Secretos de familia, amores rotos y un crimen en Kotelnich dan para un libro capaz de causar distintos tipos de asombro.
Limónov (2012). Heredero de la experiencia anterior. Hijo único de la literatura. Biografía y autobiografía a la vez. Simbiosis perfecta: Limónov agranda a Carrère, Carrère agranda a Limónov. El ruso de las mil vidas: poeta disidente en la URSS, escritor maldito en París, vagabundo y mayordomo en Nueva York, combatiente de la causa serbia en la guerra de los Balcanes, bolchevique y fascista nostálgico y opositor de Putin en su retorno a Rusia. Lo que empezó como un reportaje acabó como uno de los títulos más celebrados de la narrativa europea del siglo XXI. El libro del francés convirtió a Eduard Limónov en una estrella de rock. Pero la vida del ruso convirtió a Emmanuel Carrère en un miembro del olimpo literario sin marcha atrás. En su última visita a España antes de morir, esto dijo el personaje de su autor: “Después del libro dedicado a mí, no ha tenido tantos éxitos”.
De vidas ajenas (2011). Del primer encuentro cercano con la muerte, Carrère sacó un libro bellísimo que celebra la vida. Se murieron en poco tiempo su cuñada Juliette, una jueza que estaba poniendo los pilares en el derecho del consumo, y la hija de unos amigos franceses. La primera debido a un cáncer. La segunda debido al catastrófico tsunami de Sri Lanka. Carrère y su pareja estaban allí, mascullando sobre su separación. La ola acabó con las tonterías. De ese dolor ante la pérdida, la anunciada y la súbita, salió un libro generoso que relata historias cotidianas de seres extraordinarios. Carrère se olvida de sí mismo. Deja las obsesiones y escribe sobre el amor.
El Reino (2015). Y cuando nadie lo esperaba, un libro sobre la fe. La propia y la ajena. La de Carrère que se agarra a ella para salir del alcohol y el amor tortuoso. Y la de Pablo de Tarso y Lucas el evangelista. En tiempos de sociedades occidentales descreídas, que han colocado a las religiones en la buhardilla (un lugar que visitar muy de vez en cuando), el escritor crea una obra descomunal sobre el origen del cristianismo, sobre su fuerza subversiva y sobre las perplejidades que suscita hoy. Un híbrido de nuevo entre la ficción, la memoria y el ensayo, que nació como una indagación histórica de los primeros días del cristianismo y despertó el recuerdo del devoto Carrère, que durante tres años comentó a diario en un cuaderno los evangelios. La confirmación de los muchos Carrères que hay en Carrère.