Cuando Linda Boström Knausgård dejó de ser personaje y tomó la palabra

‘Bienvenidos a América’ es el primer libro traducido al español y catalán de la escritora sueca, exesposa de Karl Ove Knausgård y presencia fundamental en sus novelas de autoficción

La escritora y poeta Linda Boström.

Desde Estocolmo, en una habitación bien iluminada y despejada, habla en inglés con un fuerte acento escandinavo, vestida de negro, que contrasta con una piel blanquísima y ojos grises. Linda Boström Knausgård (Estocolmo, 48 años) tiene algo de personaje sacado de una película de Ingmar Bergman, con intensidad contenida y una fragilidad cargada de fuerza. Pero, aunque ella es hija de una actriz, la saga por la que indirectamente saltó a la fama hace una década no fue cinematográfica sino literaria.

Poeta y escritor...

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Desde Estocolmo, en una habitación bien iluminada y despejada, habla en inglés con un fuerte acento escandinavo, vestida de negro, que contrasta con una piel blanquísima y ojos grises. Linda Boström Knausgård (Estocolmo, 48 años) tiene algo de personaje sacado de una película de Ingmar Bergman, con intensidad contenida y una fragilidad cargada de fuerza. Pero, aunque ella es hija de una actriz, la saga por la que indirectamente saltó a la fama hace una década no fue cinematográfica sino literaria.

Poeta y escritora, se convirtió en personaje fundamental de la serie de novelas de autoficción que escribió su hoy exmarido y padre de sus cuatro hijos. En una de las empresas literarias más comentadas y difundidas de la última década, Karl Ove Knausgård contó, entre otras intimidades, cómo conoció a Linda en una residencia de escritores y quedó arrebatado, el parto y la crianza de sus hijos, sus peleas, cómo descubrió el alcoholismo de la madre de su mujer, e incluso la brutal crisis nerviosa que llevó a esta escritora a estar internada y someterse a una terapia de electrochoque. “Son los libros de otra persona que hace ficción con sus recuerdos”, apunta. “Lo que yo encontraba extraño era ver cómo veía él las cosas”.

Si en aquellos famosos libros de su entonces esposo, Boström estuvo de alguna manera callada al ser interpretada y relatada por él, ahora que la autora ha vuelto a escribir el silencio ocupa curiosamente un lugar central en Bienvenidos a América (Gatopardo en castellano y Les Hores en catalán), incluso tiene una potente carga dramática que hace girar la historia. Esta es la primera de las dos novelas que ha editado en los últimos años —la traducción de Octubre, un libro más biográfico, llegará a principios del próximo año—. “Me volqué en la poesía en los noventa, pero ya había publicado una colección de cuentos. Este es mi cuarto libro”, cuenta. “Me daba miedo escribir y no tenía tan claro que quisiera hacerlo, pero me vino la primera frase, llené un par de páginas y vi cómo aquello cambiaba mis propios recuerdos de mi familia. Es fácil escribir, pero complicado encontrar y armar el libro, porque tienes que tener un ángulo”.

La protagonista y narradora de Bienvenidos a América es una adolescente llamada Ellen que, como la autora, es hija de una actriz; tras la muerte de su padre, un hombre alcoholizado y separado de la madre, ha decidido dejar de hablar para desespero de toda la familia. El torrente interno de los pensamientos de la joven, su rabia y su culpa, la hipersensibilidad narrada desde dentro, es lo que ocupa la breve novela. “Que Ellen dejara de hablar me dio una inmensa libertad para examinar mi propia voz. Tomé algunas cosas de mi vida, como el apartamento donde vive, que es donde yo crecí, una arcadia vieja y enorme junto al parque”, señala. “Que alguien no hable no quiere decir que su mente no esté llena de palabras y descripciones. El silencio de Ellen pone en cuestión las estructuras de poder de esa casa, pone en cuestión la autoridad de su madre y su hermano al rechazar comunicarse con ellos”.

Al ver a su madre en el teatro, la joven narradora trata de encontrar algo de paz, de descubrir otras caras en ella, pero eso no suaviza la tensa relación familiar y el dolor que está en el corazón del libro. ¿Le preocupa o le ha preocupado que lo que ella y su exmarido han escrito afecte a sus hijos? “Para los niños, su mundo es el mundo. Ver cómo mi madre podía ser malvada sobre el escenario me fascinaba, y también sentir cómo todo un grupo de personas trabajan juntas en una misma cosa. Fue un regalo por el que pagué un precio”, recuerda. “Mis hijos leen mucho, pero no les interesa tanto lo que hacemos”.

Añade Boström que hay algo “mitológico” en la familia de su novela y en todas las demás, una fuerza que los mantiene unidos. Subraya que su narradora no es fiable, es una cría que piensa que tiene un secreto inconfesable. “Cuando estás deprimido te cuesta hablar porque no encuentras sentido a decir nada, pero esa persona deprimida sigue teniendo pensamientos, la presión la contienes dentro de ti”, explica. “Cuando lo has superado te cuesta entender lo que pasó, lo negro que estaba todo y cómo no podías hablar”.

El título hace referencia a una obra de teatro que la protagonista ve. “Y me gustaba la frase, tiene algo majestuoso, porque América puede ser cualquier cosa, es grande y salvaje y peligrosa”, explica. “Con este libro me dejé llevar con el lenguaje mucho más allá de mis recuerdos”. ¿Le preocupó que su madre pudiera enfadarse por lo que escribía? “Algunas cosas sabía que podían doler, pero había fabulado tanto la historia que sabía que estaría todo bien. Esto no es un diario, es una novela”.

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