‘Patrulla Trueno’ o los superpoderes de Melissa McCarthy

Hace una década Melissa McCarthy convirtió su personaje secundario en La boda de mi mejor amiga en un submarino capaz de reventarle el protagonismo a una reina de la comedia como Kristen Wiig. Uno de los gags (el del agente de la CIA en el avión) de aquel hilarante filme estaba interpretado por ella y Ben Falcone, su pareja de toda la vida, padre d...

Hace una década Melissa McCarthy convirtió su personaje secundario en La boda de mi mejor amiga en un submarino capaz de reventarle el protagonismo a una reina de la comedia como Kristen Wiig. Uno de los gags (el del agente de la CIA en el avión) de aquel hilarante filme estaba interpretado por ella y Ben Falcone, su pareja de toda la vida, padre de sus dos hijas y cómplice hasta la fecha a la hora de amortizar en taquilla el brutal talento de la cómica estadounidense. Falcone, humorista él también, y McCarthy han firmado una larga lista de películas hechas a la medida de una actriz que se prodiga poco fuera de la comedia, pero que cuando lo hace (ahí está la grandísima ¿Podrás perdonarme algún día?) demuestra todo el alcance de su talento.

El tándem creativo y sentimental despliega ahora su metralla de gags contra una diana jugosa: las omnipresentes películas de superhéroes. McCarthy y Octavia Spencer son dos viejas amigas del colegio que se reúnen años después del instituto para convertirse en conejillos de indias de un tratamiento que les otorgará los superpoderes que la empresa de Spencer (que ha llegado a una madurez exitosa al frente de su propio laboratorio) persigue desde niña para vengar la muerte de sus padres. Bajo el nombre de La Patrulla Trueno, las dos mujeres deciden lanzarse a las calles de Chicago para acabar con un grupo de delincuentes, Los Maleantes, encabezados por un mercenario con patas de cangrejo.

En definitiva, una comedia loca y absurda sobre dos viejas amigas, dos raras del patio del colegio, que ahora, entradas en años y kilos, están dispuestas a embutirse en un traje de látex para repartir tortas y defender su ciudad. Una sucesión irregular de chistes verbales y físicos que, eso sí, hará las delicias de sus admiradores y recordará al resto de qué van los superpoderes de esta estrella de Hollywood, a quien solo por verla intentar entrar en un Lamborghini merece la pena quedarse.