Àlex Rigola sostiene que para que el 23-F sea apasionante no hace falta inventar conspiraciones

El director estrena en el Lliure su versión escénica de ‘Anatomía de un instante’ de Javier Cercas

Una imagen del montaje de Àlex Rigola sobre el 23-F.

Un mapa de Madrid en el que están marcados objetivos notoriamente el Congreso de los Diputados, y sobre el que hay colocada una pistola. Unas manos desplazan unos jeeps de juguete reproduciendo los movimientos de los golpistas el 23-F. “Buenas tardes”, explica el actor Pep Cruz delante de la gran pantalla que domina el escenario y en la que aparece Suárez con cara de póker, concretamente con expresión de llevar la mano del muerto. “No va a ocurrir nada, pero vamos a esperar un momento ...

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Un mapa de Madrid en el que están marcados objetivos notoriamente el Congreso de los Diputados, y sobre el que hay colocada una pistola. Unas manos desplazan unos jeeps de juguete reproduciendo los movimientos de los golpistas el 23-F. “Buenas tardes”, explica el actor Pep Cruz delante de la gran pantalla que domina el escenario y en la que aparece Suárez con cara de póker, concretamente con expresión de llevar la mano del muerto. “No va a ocurrir nada, pero vamos a esperar un momento a que venga la autoridad competente para disponer lo que tenga que ser y lo que él mismo diga a todos nosotros o sea que estense tranquilos…”.

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La versión escénica de Anatomía de un instante, de Javier Cercas (Mondadori, 2009), que Àlex Rigola, que firma la adaptación y dirección, estrena el jueves en el Teatre Lliure de Gràcia, en Barcelona (hasta el 2 de mayo), es sobria y esencial. Dura 90 minutos y trata de ser muy fiel al libro, según su director, que ha descartado buena parte de los recursos dramáticos habituales en su teatro en aras de esa fidelidad. “Lo más importante es la palabra de Cercas”, dice de un espectáculo que ha despertado expectación y que llega cuando se acaban de cumplir 40 años del golpe de Estado. No está claro que para la ocasión el Lliure vaya a cambiar el habitual ritual de los timbres con melodía y el apaguen sus móviles por el indispensable “¡se sienten coño!”.

Rigola, en sintonía con el escritor, que ha colaborado en la versión, otorgado libertad total al director y los actores y finalmente dado el visto bueno a la dramatización de su libro, sostiene que para hacer apasionante el 23-F no hace falta inventar nada. “Con lo que tenemos, con la realidad, hay más que suficiente”, afirma. “Lo que pasó es tan interesante que no hay que buscar manos negras”. 23 F Anatomia d’un instant —el espectáculo se representa en el Lliure en catalán, con las frases icónicas ( i.e. “¡quieto todo el mundo!”) en castellano, y se ofrecerá entero en castellano en el Teatro de la Abadía de Madrid el año próximo— es una pieza de teatro documento sobre el golpe en forma de crónica a cuatro voces, como de juglares: además de Cruz, el más veterano (Girona, 73 años) y el único con recuerdos propios del 23-F, componen el reparto Xavi Sáez, que tenía 5 años en 1981, y Roser Vilajosana y Enric Auquer, que aún no habían nacido cuando Tejero entró blandiendo su pistola en el Congreso para liarla parda. Juntos ofrecen un relato hecho de “pequeñas narraciones”, que “reproduce conversaciones” y que “toca diferentes géneros: el bélico, el thriller, el histórico-político, la novela de espías, la historia de amistad y de traición…”.

“Inhabitual ejercicio de pedagogía democrática”, dice del espectáculo Juan Carlos Martel, director del Lliure, que recuerda que Rigola llega al 23-F después de hacer Chéjov, que ya es salto. “Me decidí a montar Anatomía de un instante en primer lugar porque detrás está Cercas”, recalca Rigola, “si no fuera por él no se me hubiera ocurrido ni acercarme al tema. Tiene una forma de aproximarse a la historia que humaniza a los personajes, los hace muy poliédricos, y logra que nos identifiquemos con las cosas que pasan”. Como el libro, el espectáculo aborda el golpe y el antes y el después. Àlex Rigola destaca el retrato de “una transformación muy especial de una dictadura a democracia” que fue la transición española. Le parece fascinante “cómo la estructura franquista dio paso en pocos meses a un sistema democrático”. Y considera “una lástima” el que pese a ese cambio inicial tan rápido, luego, en su opinión, “la democracia haya avanzado tan poco en tantos años”.

Los tres que no se escondieron

Rigola, siguiendo a Cercas, se centra en Adolfo Suárez, el general Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo. Tres personajes que son los únicos políticos que no se agachan en sus escaños cuando suenan los tiros de la balacera en ese instante decisivo, “los que deciden no esconderse”. A ellos se contraponen desde el otro lado Armada, Milans y Tejero, los tres protagonistas del golpe. “Cercas, utilizando el concepto acuñado por Enzensberger, nos habla de un nuevo tipo de héroe del siglo XX, no el habitual héroe conquistador del triunfo sino el héroe moderno de la retirada, de la renuncia y el desmontaje, un héroe que ya no está, el que sabe irse, abandonar por el bien común, casi autoinmolarse. Busca el éxito y de repente, por casualidad, ha de tomar decisiones decisivas para el país, y el parto de la democracia acaba con él”. Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo, se convierten inesperadamente en “representación de lo que es la democracia”, y eso que los tres han sido en sus vidas, señala el director, “poco demócratas”: el primero, “un arribista falangista”; el segundo, un general franquista, y el tercero, un líder comunista.

Imagen del espectáculo '23 F, Anatomia d'un instant'.

Pep Cruz afirma que preparando la función ha descubierto “muchas cosas de lo que había entre bambalinas” y dice estar “aterrorizado” de que esta democracia salvada el 23-F “esté entrando en una agonía”. Considera que se ha ido “matando ilusiones y esperanzas” y “no se puede mejorar la cota de ineficacia que se ha alcanzado”. El actor cree que es obligado “reimpulsar nuestro sistema democrático”. Rigola es consciente de lo delicado que es hoy el punto de vista que se adopte sobre el Rey el 23-F, pero sigue a Cercas en la taxativa consideración de que sean cuales sean sus pecados actuales y las cosas que pudo no haber hecho bien aquella noche, “paró el golpe él” y “no hay nada detrás”. Para el director, “las especulaciones fáciles no son hechos, y la realidad es que hay unos hechos y con ellos ya hay bastante material, no hace falta inventar conspiraciones”.

“No queremos defender una posición”, apunta Rigola, “pero explicar los hechos te lleva a posicionarte”. En todo caso, recalca, “a mí lo que me gusta, más que la parte política del 23-F, es la complejidad humana, el descubrimiento del alma humana”.


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