Hannah Arendt, teatro contra el totalitarismo
Ernesto Caballero dirige un montaje con episodios clave de la vida de la filósofa y pone en paralelo su pensamiento con la pandemia
En Los orígenes del totalitarismo, la filósofa Hannah Arendt (Hannover, 1906 - Nueva York, 1975) analiza las condiciones que favorecen la aparición de dictaduras. El aislamiento, la falta de futuro, la inseguridad jurídica, el miedo: unas circunstancias fáciles de advertir en el contexto de la pandemia. Esta observación fue la que impulsó a la dramaturga y actriz Karina Garantivá a escribir Hannah Arendt en tiempos de oscuridad, una o...
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En Los orígenes del totalitarismo, la filósofa Hannah Arendt (Hannover, 1906 - Nueva York, 1975) analiza las condiciones que favorecen la aparición de dictaduras. El aislamiento, la falta de futuro, la inseguridad jurídica, el miedo: unas circunstancias fáciles de advertir en el contexto de la pandemia. Esta observación fue la que impulsó a la dramaturga y actriz Karina Garantivá a escribir Hannah Arendt en tiempos de oscuridad, una obra teatral que recorre momentos clave de la existencia de la pensadora alemana, pero no tanto para recrear su vida como para aplicar sus reflexiones filosóficas al presente. “No es una obra biográfica. Parte de sus experiencias vitales para explorar su pensamiento”, explica la autora en una entrevista con este diario.
Hannah Arendt en tiempos de oscuridad se representará desde este jueves hasta el 4 de abril en el teatro Galileo de Madrid (de miércoles a sábados a las 20.00, los domingos a las 19.30) con puesta en escena de Ernesto Caballero, exdirector del Centro Dramático Nacional, dentro del ciclo Teatro Urgente, un proyecto puesto en marcha en otoño por Garantivá y Caballero para producir obras que estimulen el pensamiento desde el escenario. El primer espectáculo se estrenó en octubre con el montaje En el lugar del otro, compuesto por cuatro piezas cortas escritas por el filósofo Javier Gomá y el propio Caballero. El dedicado a Arendt es el segundo y en los próximos meses se presentarán dos más: uno que prepara el dramaturgo Juan Mayorga con la abogada Teresa Arsuaga y otro basado en textos de Doris Lessing.
La obra sobre la filósofa se estructura en cinco cuadros que se detienen en episodios significativos de su vida. Empieza con su infancia en Königsberg, un periodo atravesado por la muerte del padre cuando tenía siete años, por lo que quien realmente marcó su formación intelectual fue su madre, Martha, una mujer de ideología socialista y feminista. De ahí saltamos a la Universidad de Marburgo, donde conoce a Heidegger y se convierte en su amante, una paradoja teniendo en cuenta el antisemitismo declarado del filósofo. Después la acompañamos hasta Berlín, donde se casa con el también filósofo Günther Stern y se centra en el proceso de escritura de Rahel Varnhagen, la vida de una mujer judía, sobre una intelectual de la época de Goethe. El ascenso y la posterior persecución de los nazis —como Varnhagen, ella era también judía— la empujan a implicarse con el sionismo e inclina su pensamiento hacia la teoría política: comienza entonces a desarrollar sus reflexiones sobre los totalitarismos.
La siguiente parada del espectáculo es Francia. Arendt huye a París en 1933, se divorcia, se casa con Heinrich Blücher y frecuenta a otros exiliados como Walter Benjamin y Bertolt Brecht hasta que en 1940, tras la invasión alemana de Francia, es enviada al campo de concentración de Gurs. Consigue escapar con otras mujeres y esta escena se desarrolla como un poema épico de su amigo Brecht: es el canto del pueblo que se alza contra la opresión. El último episodio de la obra es el juicio al nazi Adolf Eichmann, al que Arendt asistió como reportera de la revista The New Yorker, que le llevó al desarrollo de su teoría sobre la banalidad del mal al darse cuenta en el proceso de que Eichmann no era el monstruo maligno que ella imaginaba, sino un simple burócrata que cumplía su trabajo sin reflexionar sobre sus consecuencias.
El pensamiento de Arendt va brotando a lo largo del espectáculo a través de estos cinco cuadros vitales. A veces, por boca de las actrices Lucía Juárez y la propia Garantivá, que interpretan a la filósofa en las diferentes etapas de su vida. Pero otras veces trae sus reflexiones al presente a través de un juego metateatral en el que los actores que representan la obra ponen en cuestión su oficio aplicando la metodología crítica de Arendt.
Este juego es especialmente visible en el último cuadro, el juicio a Eichmann, en el que la compañía se cuestiona cómo interpretar al criminal nazi, estableciendo una reflexión paralela a la de la pensadora. La figura de Arendt se difumina como personaje y toda la compañía se hace las preguntas que se hizo ella durante el proceso. ¿Qué hace que un hombre deje de pensar? ¿Es menos culpable por el hecho de que sus actos no fueran premeditados, sino simplemente resultado de su obediencia al sistema? ¿Cómo interpretar a un asesino? ¿Hay que juzgar al personaje o simplemente ponerse en su piel? “Pensamos que en este sentido Arendt se habría alineado con la teoría teatral del distanciamiento de Brecht: hay que juzgar primero al personaje y después interpretarlo. Es la llamada a asumir la responsabilidad individual en cualquier hecho colectivo, que incumbe también a la posición que toma el artista frente a su obra”, opina Garantivá.
La puesta en escena de Ernesto Caballero tampoco hace hincapié en la vida de Arendt, sino en su pensamiento. Tanto es así que a la filósofa la interpretan dos actrices distintas y en la escena final se difumina para instalarse en los cinco miembros del reparto. “Abordamos a Hannah Arendt no como un personaje teatral, sino como un territorio. Eso no significa que nos pasemos el espectáculo entero enlazando discursos. Al contrario, pasan bastantes cosas y hay mucho juego escénico durante la función”, explica Caballero.
Al final, un epílogo. Hannah Arendt sale entre el público y habla con la dramaturga. Le pregunta: “¿Para qué has escrito esto? ¿Qué esperas encontrar?”.