Cuando el barón Bora conoció al conde Stauffenberg

El militar detective de ficción de Ben Pastor y el oficial que le puso la bomba a Hitler el 20 de julio de 1944 se encuentran en vísperas del atentado en la nueva novela de la escritora

El conde Stauffenberg, autor del atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944, como oficial de caballería.o.Ang. (Bundesarchiv)

Momentazo señero en la novela negra moderna, apartado gris feldgrau (color uniforme alemán de campaña de la II Guerra Mundial). En la nueva entrega de la estupenda serie de la escritora Ben Pastor protagonizada por el oficial de la Wehrmacht, ex miembro de la Abwehr (contraespionaje militar) e investigador a tiempo parcial ...

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Momentazo señero en la novela negra moderna, apartado gris feldgrau (color uniforme alemán de campaña de la II Guerra Mundial). En la nueva entrega de la estupenda serie de la escritora Ben Pastor protagonizada por el oficial de la Wehrmacht, ex miembro de la Abwehr (contraespionaje militar) e investigador a tiempo parcial Martin Bora, el personaje de ficción se encuentra cara a cara con Claus von Stauffenberg, el coronel que le puso la bomba a Hitler en el famoso atentado del 20 de julio de 1944 en el cuartel general del líder nazi en Rastenburg, Prusia Oriental. Como recordarán, Stauffenberg no logró matar al tirano, aunque lo hizo enfadar bastante. Han hecho falta 11 novelas para que Pastor junte al barón Bora y al conde Stauffenberg, uno de los grandes héroes morales alemanes y el soldado real en el que está inspirado el militar detective de la autora. Se asoman uno al otro como a un espejo, y no se caen bien.

Como Stauffenberg (37 años), su alter ego Bora (casi 31) es un estricto oficial alemán con gran sentido del deber pero también con conciencia, antinazi, católico, aristócrata, culto, atractivo, elegante, orgulloso, valiente (ambos lucen la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro), excelente jinete y mutilado en acción de guerra. Bora ha perdido la mano izquierda por la granada de un partisano italiano; a Stauffenberg, menos afortunado, si se puede decir así, le faltaban el ojo izquierdo, la mano derecha y dos dedos de la izquierda, a causa del ataque de cazabombarderos aliados durante un embotellamiento del Afrika Korps en el paso El-Hafay de Túnez en 1943: le pusieron de sombrero el Kübelwagen (en realidad un Horch 4X4), como muestra de manera muy efectista el filme Valkiria, con Tom Cruise.

Uno lee La noche de las estrellas fugaces (que publica el próximo día 28 Alianza) esperando ansiosamente el encuentro, que la novelista demora, con gran sentido del suspense, hasta la página 305 (de las 455 del libro). La trama transcurre en Berlín del 10 al 20 de julio de 1944 en una atmósfera tensa, llena de rumores y secretos (por no hablar del derrotismo y los bombardeos), que Pastor recrea magistralmente. Martin Bora no acude al reclamo de la conspiración, para la que se le juzga demasiado significado —nuestro oficial lleva desde el principio de la guerra y su primera novela, Lumen (2000), afeando su conducta a las SS y jugándose el pellejo por ello— sino que se encuentra en Berlín literalmente pasando por allí, pues acude al funeral de un pariente. Le recluta entonces la Kripo, la policía criminal que dirige el, precisamente, muy criminal Arthur Nebe, para que investigue el asesinato de un célebre vidente y mago inspirado parcialmente en la figura del mentalista Erik Hanussen. Bora realiza su pesquisa en un peligroso clima de sospecha general y avanza en la investigación mientras el complot contra Hitler se va espesando.

Von Stauffenberg, en el centro, fumando, en el frente ruso.

“Martin no podía no estar de alguna manera en la conjura, ni que fuera de manera tangencial”, me cuenta Ben Pastor (Maria Verbena Volpi, Roma, 70 años). “Todo en su personalidad y en su educación lo requiere. No obstante, y por esto era importante hacerlo encontrarse con Stauffenberg, su álter ego, su opinión sobre el atentado difiere de la de los otros conjurados”. Pastor subraya que ha leído una cantidad ingente de material sobre el 20 de julio, incluidas algunas opiniones muy críticas con el atentado. “El objetivo era loable: acabar con la dictadura, pero una de las ideas que había detrás era una restauración de tipo monárquico con la que Bora, hombre del siglo XX y al corriente de la situación internacional, no podía estar de acuerdo”. La novelista ha reconstruido a Stauffenberg, dice, tratando de respetar al personaje histórico, pero inventando por supuesto el diálogo con Bora. La escena, señala, con dos hombres tan parecidos —aunque Bora había ganado a Stauffenberg en un concurso hípico antes de la guerra—, “se construyó prácticamente sola”. En el encuentro saltan chispas heladas. Bora considera que si Stauffenberg pretende salir vivo del atentado no hay garantías de éxito. Y tiene mucha razón.

La escritora está especialmente satisfecha de la descripción que ha hecho del Berlín del momento, para la que se preparó exhaustivamente con documentación muy precisa de la época. “Lo más complicado fue averiguar qué funcionaba todavía en la ciudad (metro, iglesias, estaciones, hoteles…) y qué había sido ya destruido. Los grandes bombardeos de Berlín estaban aún por llegar”.

Recuerdo de Philip Kerr

La nueva entrega de las aventuras de Martin Bora llega con su colega, el otro gran detective de ficción durante el nazismo, Bernie Gunther, de baja por la muerte de su creador, Philip Kerr. “He leído dos de sus novelas, un escritor magnífico y muy llorado. Me sabe muy mal no haber tenido la oportunidad de encontrarnos en España hace unos años. Hubiera sido muy bonito hablar de nuestros personajes”. Podría parecer que en La noche de las estrellas fugaces se recuerda a Bernie y hasta se lo homenajea con las referencias a la Kripo y esos personajes que son los curtidos y cínicos detectives investigadores de los bajos fondos Gustav Kugler y Florian Grimm. “Grimm es esencialmente un proletario que podría ser un valiente policía si no fuera un bruto y un verdugo”. Otro personaje —aparte de la peluquera de Frau Goebbles— muy Kerr, que lo convirtió en patrón de Bernie en varias aventuras, es el tan ambiguo Nebe (comandante de Einsatzgruppen en 1941 pero sospechoso de participar en la conjura), al que Pastor saca mucho partido. La autora también comparte uno de los grandes escenarios de Kerr: el hotel Adlon.

Introvertido, lacónico, contenido, a menudo estirado hasta las botas, el teniente coronel Bora, que se cartea con Jünger tras su última aventura en Francia y cita a Hölderlin, no es del tipo con el que te irías de copas (con Bernie sí, muchas copas). Sin embargo, hay que ver cuánto averiguamos de su vida sexual en esta nueva entrega, incluidas su primera efusión, un arrebato sadomaso con su némesis erótica y exmujer, la bendita Benedikta y el uso de preservativo con una sola mano (Martin se muestra tan hábil pese a la mutilación como Stauffenberg armando la bomba). “Bueno, Martin se encuentra en un momento muy particular de su vida afectiva, de inseguridad ligada a la mutilación. Lo perdonaremos por sus excesos ocasionales”.

Tras el impresionante tête à tête de Bora y Stauffenberg, lleno de sorpresas (Bora le advierte que su acto no servirá de nada y le pide que se lo replantee), parecería que Ben Pastor ha tocado techo en su serie. Pero la próxima aventura de su personaje, La sinagoga de los zíngaros, nos va a llevar a… Stalingrado, donde es sabido (hay referencias a la estancia en aquel infierno en otras novelas, que no siguen un orden cronológico) que Martin lo pasa condenadamente mal y donde investigará un doble homicidio además de ser testigo de la gran batalla junto al Volga. “Stalingrado es el Everest para un novelista”, reflexiona Ben Pastor. “He pasado tres años reconstruyendo las experiencias de la injustamente poco famosa 71ª División de Infantería Kleeblatt (Trébol) de la Wehrmacht, antes y durante la batalla, en la que se perdió; recopilando testimonios, leyéndolo todo sobre táctica y estrategia, consultando mapas y hasta estudiando cirílico para navegar a través de los cambios de nombre de las calles de la ciudad. Mi novela quiere ser un gran homenaje a todos los que cayeron allí”.

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