‘Sin señas particulares’, un pequeño grito de cine contra el tornado de violencia en México
La ópera prima de Fernanda Valadez acumula una docena de premios en festivales de todo el mundo en 2020
En 2015, la mexicana Fernanda Valadez consiguió una candidatura a los Oscar de los estudiantes (que organiza la Academia de Hollywood entre filmes de escuelas de cine) con su cortometraje 400 maletas. Y soñó. Soñó con convertirlo en un largo, que volviera a protagonizar, como 400 maletas, la actriz Mercedes Hernández. A los 39 años lo ha logrado, y Sin señas particulares, que acaba de estrenarse en España, ha navegado entre el tsunami del coronavirus participando en todos los f...
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En 2015, la mexicana Fernanda Valadez consiguió una candidatura a los Oscar de los estudiantes (que organiza la Academia de Hollywood entre filmes de escuelas de cine) con su cortometraje 400 maletas. Y soñó. Soñó con convertirlo en un largo, que volviera a protagonizar, como 400 maletas, la actriz Mercedes Hernández. A los 39 años lo ha logrado, y Sin señas particulares, que acaba de estrenarse en España, ha navegado entre el tsunami del coronavirus participando en todos los festivales posibles: ganadora del premio del público y del mejor guion de la sección World Cinema de Sundance, triunfadora de los certámenes de Morelia, Zúrich o Tesalónica, ganadora del premio Horizontes Latinos del último San Sebastián... Lleva una docena de premios, y sin embargo, Valadez tendrá que esperar hasta 2021 para que sus compatriotas vean su ópera prima en salas comerciales: ”Esperaremos a que mejore la situación”.
Valadez cuenta por teléfono que hubo un momento en que se planteó hacer un documental. “Soy del Estado de Guanajato”, en el centro del país, donde hasta hace poco se vivía con relativa calma, hasta que ha estallado la violencia del narcotráfico y de las mafias que controlan el tráfico de migrantes: en los primeros seis meses de 2020 ha habido 14.631 asesinatos. “Al volver a casa, supe que necesitaba la ficción para narrar esa debacle. Y el corto no dejaba de ser una exploración argumental de un posible largo”, recuerda la cineasta.
A falta de dinero, la producción invirtió en tiempo: “Evaluamos qué era el recurso más valioso, y decidimos que era el tiempo, puesto que no teníamos grandes recursos tecnológicos”, dice. “Nuestras mejores herramientas fueron la paciencia y la observación”. Rodado a lo largo de 2018, Sin señas particulares muestra el camino de Magdalena, que cruza México hacia EE UU buscando pistas sobre su hijo desaparecido. En ese recorrido conoce a Miguel, un chico recién deportado. “Por desgracia, es una historia que se ve en muchos países, y que en México empezamos a vislumbrar en 2009. Ahí arrancó una crisis humanitaria que no hemos sido capaces de resolver, ni siquiera de mitigar. Es un drama estructural de la Justicia, que no encuentra la solución, y que empuja a miles de personas a buscar en fosas comunes a sus seres queridos”. Y concreta su inicio: “Entre 2006 y 2009 hubo un descabezamiento de algunos carteles del narcotráfico y la protección de otros, y se inició una espiral de violencia que aumentó al crecer el tráfico de armas y de violencia. Los periódicos empezaron a retratar este drama en 2009, y se pasó de una violencia aceptada a una crisis nacional”. Y no encuentra optimismo estos días: “En 2018 elegimos a un Gobierno de izquierdas, el primero de verdad, y nació sustentado en nuestras esperanzas de cambio. No ha ocurrido, se ha mostrado impotente hasta hoy, y ni siquiera en esta ola de la pandemia han bajado las cifras de feminicidios, desapariciones y todo tipo de violencia”.
En Magdalena, Valadez ha encontrado el perfecto espejo para hablar del drama de las madres y de la violencia contra la mujer: “Sigo sin entender por qué en este país hay ese ataque constante a las mujeres como, por ejemplo, hemos vivido desde inicios de siglo en Ciudad Juárez. Y después de muchas teorías, nadie ha sido capaz de resolverlo. Es sencillamente violencia de género, y hoy la sufren más las madres que los padres de los desaparecidos. Y a pesar de esos asesinatos, no cejan en su empeño”. El equipo de Sin señas particulares es eminentemente femenino. ¿Eso causó problemas durante el rodaje? “No especialmente. Nosotras no queríamos hacer una película feminista, sino filmar el drama de esta mujer de mediana edad. Sí creo que las miradas masculina y femenina son distintas, que hay disparidad desde la educación. Y como fue un rodaje pequeño, pero muy alargado en el tiempo, buscamos gente con talento, flexible con los tiempos, que me hicieran sentir cómoda y a la vez estuvieran también movidos por la convicción de que este proyecto era necesario... Y salieron casi todo mujeres”.