La verdad exhumada del golpe de Estado

El historiador Juan Francisco Fuentes y el escritor Javier Cercas desmitifican el día en el que la democracia española se tambaleó

Hay pocos episodios españoles de los que se haya escrito tanto. El golpe de Estado, o mejor dicho, el intento de golpe de Estado de 1981 puso en jaque a la joven democracia española y la selló a la vez. El historiador Juan Francisco Fuentes ha desenterrado aquel día, limpiándolo de las capas con las que el tiempo ensucia los hechos. Este trabajo lo ha recogido en ...

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Hay pocos episodios españoles de los que se haya escrito tanto. El golpe de Estado, o mejor dicho, el intento de golpe de Estado de 1981 puso en jaque a la joven democracia española y la selló a la vez. El historiador Juan Francisco Fuentes ha desenterrado aquel día, limpiándolo de las capas con las que el tiempo ensucia los hechos. Este trabajo lo ha recogido en el libro 23 de febrero de 1981. El día en que fracasó el golpe de Estado. Junto al escritor Javier Cercas, autor de Anatomía de un instante, que también recupera el episodio, depuró la historia del mito, en un encuentro moderado por el periodista de EL PAÍS Guillermo Altares que se enmarca dentro del ciclo La España del siglo XX en siete días.

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“Nunca llegamos a saberlo todo de un acontecimiento histórico y el 23 F no es una excepción”, evidenció Fuentes. Huyendo de la aversión de los historiadores a indagar en hechos recientes, el experto se zambulló en el episodio y tuvo que lidiar con los relatos orales, siempre sospechosos, y los pocos documentos que existen. Ello no le impidió llegar a los hechos, si bien, explicó que tuvo que adoptar una postura arqueológica para ir retirado “las toneladas de ficción” que se habían volcado sobre aquel día y poder así “exhumar la verdad”.

Coincidió Cercas en que cuando comenzó a documentarse para su libro, publicado hace ya 11 años, se encontró con un vacío en cuanto a escritos, ya que los militares lo tramaron con el máximo secretismo, e investigaciones de historiadores. Esta es una de las causas por las que, en su opinión, ha sido tan fácil para el imaginario español añadir algunas ficciones al golpe de Estado. Se ha creado “un gran mito” sobre aquel día y los responsables de la artimaña que Cercas considera se debe combatir. “Los seres humanos, ante un acontecimiento histórico de gran magnitud, no nos conformamos con que la historia sea lo que es, buscamos una explicación global y de ahí las teorías de la conspiración”, apuntó.

Junto a Fuentes defendió que la verdad del 23 F es la que se vio a través de las cámaras del Congreso en el momento mismo que estaba sucediendo el golpe y buscar otras explicaciones no es más que un intento de sacarle rentabilidad. Y enfatizó el escritor: “El secreto del 23 de febrero es que no hay ningún secreto”.

Ambos alejaron al rey Juan Carlos de la preparación del golpe y de cualquier otra estrategia para perjudicar a Adolfo Suárez en la presidencia del Gobierno, como defienden algunas teorías conspiratorias que señalan al militar Alfonso Armada como el entonces favorito del rey. “En ningún momento pretende quitarse de encima a Suárez”, aseveró aludiendo a la facilidad con la que el rey podría haber provocado el cese de Suárez. Ambos políticos reconocen su error en una conversación privada en la que señalan a Armada como el instigador de toda la operación, según relata Fuentes.

El rey frenó aquel golpe de Estado, tal y como se vio en televisión, y no hubo otras sublevaciones en el país. La cúpula militar todavía era franquista y había jurado al dictador continuar bajo el mandato del rey, como recordó Cercas. Pero para el escritor, hay otro factor relevante en el fracaso del asalto: el recuerdo de la guerra y de los años de restricciones que España acababa de dejar atrás. El escritor, que entonces tenía 19 años, describió cómo aquella noche salió a la calle y la encontró vacía. De los medios de comunicación solo EL PAÍS reaccionó rápidamente para posicionarse al lado de la Constitución en una portada histórica. En su opinión, el pueblo estaba paralizado por la memoria de la guerra. Y concluyó: “La Transición no fue un pacto de olvido, si se refiere a que no se resarció a las víctimas, eso sí; pero la Transición funcionó porque todo el mundo se acordaba de la guerra”.

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