Karol G: “Peleo por lo que nosotras podemos representar, por expresarnos con libertad"
La cantante colombiana, icono del reguetón y la artista femenina más escuchada en España en 2019, opta a cuatro premios MTV europeos
La cantante colombiana Karol G se ha convertido en un icono del pop y el reguetón, por encima de muchos de sus compañeros. En España ha conseguido el título de artista femenina más escuchada en 2019. Canta sobre los hombres que abandonan y vuelven, sobre el Punto G, sobre las mujeres infieles; pero también habla del amor, los cánones inalcanzables o la ferocidad femenina. “Somos muy organizadas, sensibles, honestas... Si lo aplicamos a nuestro favor podemos hacer las cosas con mucha potencia, con mucha fuerza, con estrategia, con creatividad”, explica en una videollamada de Zoom.
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La cantante colombiana Karol G se ha convertido en un icono del pop y el reguetón, por encima de muchos de sus compañeros. En España ha conseguido el título de artista femenina más escuchada en 2019. Canta sobre los hombres que abandonan y vuelven, sobre el Punto G, sobre las mujeres infieles; pero también habla del amor, los cánones inalcanzables o la ferocidad femenina. “Somos muy organizadas, sensibles, honestas... Si lo aplicamos a nuestro favor podemos hacer las cosas con mucha potencia, con mucha fuerza, con estrategia, con creatividad”, explica en una videollamada de Zoom.
Sin perder la sonrisa, la artista Carolina Giraldo —su verdadero nombre― explica que sus letras evolucionan porque ella ya no es una cría: “Cuando empecé a los 14 años hablaba de lo que me pasaba, a los 20 igual. Ahora soy una mujer de 29 años, y creo que la sensualidad y la sexualidad es algo natural del ser humano”. De hecho, en un concierto recordó la discusión que tuvo con una periodista sobre su tema Tusa, a la que respondió de la misma forma que canta: con la fragilidad de una bomba.
– Lo que yo no te respeto a ti como mujer es que hayas dicho en una canción que tu cama suena.
– Lástima que la tuya no.
El empoderamiento para Carolina Giraldo tiene que ver con la tenacidad; lo siente cuando se concentra en su objetivo y el camino de alrededor se va haciendo parte del paisaje. “Es saber dónde voy y armar la estructura de cómo lo voy a lograr; porque para mí el plan de trabajo es súper importante”, aclara mientras gesticula con las manos, cargadas de anillos y con las uñas larguísimas. Su organización la mantiene juiciosa ante el éxito, pero la artista ya cuenta con más 60 millones de seguidores, es multiplatino, ganadora de un Latin Grammy y está nominada a cuatro de los MTV Europe Music Awards (EMAs); donde actuará el 8 de noviembre tras el reciente lanzamiento de su sencillo Bichota —la emisión será a partir de las 21.00 en la MTV y en Paramount Network—. Opta a recibir el premio de Mejor Colaboración y Mejor Vídeo por su sencillo Tusa con Nicki Minaj, el de Mejor Artista Local Centroamérica y el de Mejor Artista Latino en una lista llena de hombres.
Karol G se siente cómoda y orgullosa por estar entre cantantes masculinos. Siempre le asfixiaron las clasificaciones estrechas, ella quería empezar a participar en la industria, en el juego, contra ellos y ellas. “Creo que es una de las nominaciones más importantes para mí el hecho de tener mi música, no compitiendo como en un género, sino simplemente compitiendo como mejor canción, como mejor artista o en categorías generales”, reconoce. Lo defiende con una actitud afable y una estética de diva rutilante; con bodys, cuero, purpurina, tacones prominentes, chándales lujosos, pestañas largas y su pelo en cascada.
De hecho, hasta su imagen ha sido construida a conciencia, como explica en su documental Karol G: la Guerrera del Género. Desde que firmó su primer contrato discográfico, que consiguió gracias a su paso por el programa Factor X en 2006, ha tenido que sortear la inquina. Tuvo que escuchar a señores que le hacían propuestas sórdidas y se mantuvo impávida pero efectiva: convirtió a su padre, Juan Guillermo Giraldo, en su gestor y mentor. “Este hombre es el 99% de éxito de mi carrera, mi papá”, declaró cuando ganó el Latin Grammy a Nueva Artista en 2018.
Lo dice en Bichota: “Roncan, pero no pueden con mi pum-pum, con mi pum-pum”. Siguió marcando el ritmo. Estuvo tres años en clases de canto desde las cinco de la mañana, estudió música en la Universidad de Antioquia en Medellín, pasó por la frustración profunda de no acabar de despegar y voló hasta Nueva York, donde se formó profesionalmente en la industria. Y continúa trabajando por lo suyo: “Peleo por lo que nosotras podemos representar, por demostrar que podemos expresarnos con libertad, porque somos seres humanos que sienten, que piensan, que se equivocan, que cometen errores, que viven felices”. Cuenta en el documental que constantemente se desinstala y se instala Instagram por los comentarios que recibe, y que sufrió vejaciones por su subida de peso. Respondió con Pinneaple, de su último disco Ocean, en cuyo videoclip quería crear un paraíso de diversidad de cuerpos.
Algunas decisiones fortuitas la han llevado a liderar las listas de éxitos, como subirse al escenario en la fiesta de 15 cumpleaños de una amiga. En la tarima le esperaba el cantante colombiano J Balvin, y ahí comenzó una relación prolífica de música y amistad. Recuerda que él le dijo que dejara de pensar como mujer y actuara como una persona que quiere salir a cumplir sueños. Ahora, la única diferencia que percibe en la industria es que los hombres pueden ser más rudos en sus canciones y en su forma de expresarse, y si lo hacen ellas es inaceptable. “Eso es un poquito incómodo, pero al final del día no me molesta”, insiste.
Ha colaborado con otras grandes voces indispensables para entender el panorama de la música urbana. Fue la primera mujer que cantó junto a Bad Bunny en Ahora Me llama. Se sumaron a esa lista Luis Fonsi, Nicky Jam, Ozuna o Anuel AA –que fue su pareja–, entre otros. “Hace dos años me hubiera gustado haber visto más participación de la música latina en movimientos angloeuropeos, pero siento que estamos rompiendo ese esquema, siento que la música está hablando por nosotros”, cuenta. Se considera afortunada por participar en este momento exacto, “porque hay una energía muy bonita y muy especial”. Ha enseñado palabras como la tusa, que es una decepción sentimental; o bichota, que hace referencia a lo alto de la jerarquía del narcotráfico, los que mandan en la calle.
Culturalmente, la artista urbana siente que por fin están destacando cosas positivas de Colombia. “Me siento orgullosa de formar parte de un movimiento que está representando a mi país en el mundo. La gente en el exterior siempre ha conocido y ha visto caras como Juanes, Shakira, Carlos Vives, artistas icónicos que fueron, serán, son increíbles, y ahora viene esta nueva ola de artistas ya de unos años atrás: J Balvin, Maluma, Sebastián Yatra... Es muy bonito para nosotros que tenemos tanto sentido de pertenencia”. Aun así, no exime la culpa de la situación política que Colombia sufre. El 9 de septiembre, la noche en la que hubo protestas en Bogotá contra el gobierno de Iván Duque y una respuesta policial violenta, publicó en Twitter sus inquietudes: “¿En manos de quien estamos? ¡Los derechos y la vida de los ciudadanos son constantemente vulnerados! ¿A quién acudimos si ya tememos, si ya no creemos en nuestros líderes políticos, las autoridades y todos los que se supone deberían velar por el país y su bienestar?”.
La otra cara de la actualidad, la del virus que aqueja y desgasta los ánimos, le hace soltar un suspiro: “En muchos sentidos y aspectos siento que lo que más me ha hecho falta en esta época es poder compartir con la gente, poder tener ese tú a tú, poder abrazar… Y a la música en general también. Ha tenido un impacto bastante fuerte en el consumo”. Le falta algo a los temas para que terminen de serlo, conexión con la circunstancia. “Si voy a una discoteca y ponen una canción y la bailo con el niño que me gusta o la grito con mis amigas, me genera un momento que no me voy a olvidar”, reconoce.
Karol G echa de menos la euforia del directo: “Una de las cosas que más deseo es poder estar en un escenario. Lo veo muy lejos, pero es algo que deseo con todo mi corazón”. Los locales siguen cerrados y la gente bailotea sola en su casa, como escondida. A veces, intentan amortiguar la ausencia con brindis o fiestas a través de llamadas de Zoom. La artista siente que ahí se pueden acercar más creaciones. Sabe que tiene que reinventarse o morir, y lo defiende desde que lo cantó con Bad Bunny, sin tapujos: “Si antes era mala, ahora viene la nueva versión y más mala”.