La Ribot sube al olimpo de Venecia

La coreógrafa recibirá la próxima semana el León de Oro de la Bienal de Danza

La Ribot, retratada en Madrid en 2017.Jaime Villanueva

″Su arte contagioso electrifica el pensamiento, lo obliga a ir más allá de las convenciones, reorganizar sus referentes. Nos hace amar la libertad y sus vibrantes límites. Se divierte. Nos hace felices". Quien haya visto alguna vez alguna obra de la coreógrafa española María José Ribot, conocida artísticamente como La Ribot, seguro que la reconoce en esta definición que hace de ella la canadiense Marie Chouinard, directora de la Bienal de Danza de Venecia, que el próxim...

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″Su arte contagioso electrifica el pensamiento, lo obliga a ir más allá de las convenciones, reorganizar sus referentes. Nos hace amar la libertad y sus vibrantes límites. Se divierte. Nos hace felices". Quien haya visto alguna vez alguna obra de la coreógrafa española María José Ribot, conocida artísticamente como La Ribot, seguro que la reconoce en esta definición que hace de ella la canadiense Marie Chouinard, directora de la Bienal de Danza de Venecia, que el próximo jueves le entregará su prestigioso León de Oro.

Sus espectáculos son así: imprevisibles, rebeldes, cargados de humor y siempre diferentes a lo que uno pueda esperar. “Es que yo necesito hacer cosas distintas y eso tiene reflejo tanto en mi vida como en mis trabajos. Tengo ahora la ilusión, por ejemplo, de pegarme una temporada haciendo de aprendiz de un perfumista: es fascinante sumergirse en otras prácticas, salirse de uno mismo, quitarse todos los prejuicios”, confiesa durante una entrevista con este diario por videoconferencia desde su casa de Ginebra, en vísperas de viajar a Venecia para recoger el premio.

Nacida en Madrid hace 58 años, La Ribot pertenece a la generación de creadoras pioneras que abrieron paso a la danza contemporánea en España en los ochenta, que hasta entonces era un desierto en este terreno. Pronto ganó fama internacional y en los noventa se trasladó a Londres, hasta que en 2004 se instaló en Ginebra, aunque su gran proyección internacional y su continua incursión en otras disciplinas (artes plásticas y visuales, cine, teatro) la hacen parecer ubicua: su nombre tan pronto cuelga de la fachada del Théâtre de la Ville de París como del museo Pompidou o la Tate Modern de Londres, sin olvidar sus actuaciones periódicas en España. Volviendo a la definición de Chouinard, “es la extravagante gran dama del arte contemporáneo y se burla de la metamorfosis, el hibridismo, el absurdo y la libertad”.

Es la primera vez que un español recibe este prestigioso galardón, que reconoce la trayectoria de creadores que han tenido un fuerte impacto en la danza contemporánea, entre ellos siempre grandes figuras como Merce Cunningham (1995), Pina Bausch (2007), Jirí Kylián (2008), William Forsythe (2010) y Anne Teresa De Keersmaeker (2015). “Sin duda es el más glamuroso de los premios que he recibido. Venecia, con sus bienales en todas las disciplinas, es la ciudad total de las artes contemporáneas”, reconoce divertida La Ribot. Junto a ella ha sido reconocida este año con el León de Plata la italiana Claudia Castellucci por su coreografía inspirada en el Catálogo de pájaros del compositor Olivier Messiaen.

Pero no todo es alegría, claro. “Me ha tenido que tocar en el peor año, mucha gente lo está pasando mal por la pandemia”, lamenta. “Aparte de la ruina económica, me preocupan también las consecuencias artísticas. Los circuitos internacionales se han puesto muy difíciles porque es complicado viajar y eso puede frenar la investigación artística: si nos replegamos en lo local, cerramos la ventana a la exploración. Entiendo que en este momento tenga que ser así, pero me asusta que sea foco de nuevos nacionalismos, entre otras cosas”, explica. Y resume: “Es como si de pronto no pudiéramos soñar”.

Además de otorgarle el León de Oro, la Bienal de Venecia se inaugurará el próximo martes y se clausurará el domingo 25 de octubre con una selección de las famosas piezas distinguidas de La Ribot, la serie de obras de breve duración que la artista comenzó a concebir en los noventa y que sintetizan a la perfección su universo artístico: una especie de viñetas o poemas visuales en los que el cuerpo de la intérprete, casi siempre desnudo, interactúa con objetos de su entorno desafiando cualquier prejuicio lógico o estético. ¿Se reconoce en lo que creó hace 30 años? “Claro. Por ahí corre ya la savia de todo lo que he hecho después. Digamos que la serie entera concentra mi esencia”, responde.

No obstante, la artista admite que hay diferencias entre las piezas más antiguas y las últimas. “Se ve mi evolución personal. Las primeras eran más teatrales. A partir del año 2000 se van haciendo más radicales, posiblemente más plásticas, condensando todo eso que yo he ido absorbiendo de otras artes. Pero no como un collage de lo que he ido picando aquí y allá, sino todo ello integrado en cada pieza como un todo. Pretendo la inclusión en todos los sentidos: político, social y artístico”, afirma.

El martes en Venecia presentará 13 de estas piezas creadas entre 1994 y 1997, agrupadas bajo el título Más distinguidas. Para la clausura ha reservado ocho más recientes que presentó en 2016 bajo el título Another Distinguée, acompañada en escena por el actor Juan Loriente y el bailarín Thami Manekehla.

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