Un duelo por encima del tiempo y del lugar

La argentina ‘Nosotros nunca moriremos’ cuenta el drama de una mujer, encarnada por la actriz trans Romina Escobar, a la búsqueda del cadáver de su hijo mayor

Romina Escobar y Eduardo Crespo, en la presentación de 'Nosotros nunca moriremos'.Carlos Alvarez (Getty Images)

Cuenta el argentino Eduardo Crespo que él quería contar, desde su anterior película, el documental Crespo (La continuidad de la memoria) (2016), algunos detalles del duelo, “que se quedaron ahí resonando”. Ha querido hablar del clima que se instala en pueblos pequeños cuando por desgracia se da la muerte de alguien joven, y “volver al pueblo en una especie de despedida de mis películas anteriores, para encontrarme por última vez filmando esas calles y decir adiós a algunos seres queridos que viven allí...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cuenta el argentino Eduardo Crespo que él quería contar, desde su anterior película, el documental Crespo (La continuidad de la memoria) (2016), algunos detalles del duelo, “que se quedaron ahí resonando”. Ha querido hablar del clima que se instala en pueblos pequeños cuando por desgracia se da la muerte de alguien joven, y “volver al pueblo en una especie de despedida de mis películas anteriores, para encontrarme por última vez filmando esas calles y decir adiós a algunos seres queridos que viven allí”, asegura en el patio del hotel María Cristina. Su Nosotros nunca moriremos es la única película sudamericana en el concurso de la sección Oficial por culpa de la covid-19, cuando otros años había un puñado de títulos argentinos, chilenos, brasileños o colombianos. Al lado de Crespo está la actriz trans Romina Escobar, sobre cuyas espaldas carga gran parte de la acción de la nueva cinta: ella encarna a una madre que con su hijo pequeño se traslada a una remota población a recoger el cadáver de su vástago mayor. Allí sufrirán y transitarán los tiempos del duelo, e incluso intentarán investigar un poco sobre las causas del fallecimiento. “Porque en realidad”, insiste Crespo, “mi objetivo es indagar en la despedida; filmar y despedirme de mi pueblo, porque ya hace 15 años que vivo en Buenos Aires. Al fin y al cabo, ese es mi duelo”.

Más información

Crespo además sumaba dos poderosos motores: por un lado, sus ganas de filmar a Rodrigo Santana, ese hijo pequeño que iniciando su adolescencia se asoma al dolor de los adultos, al que conoció en un internado rural, “y que sacó chispas ante la cámara en un rodaje anterior”. Y, por supuesto, trabajar con Romina Escobar. Crespo se encargó de la fotografía de Breve historia del planeta verde, de Santiago Loza, y ahí aparecía Escobar. “Nos hicimos muy amigos, quería explotar sus herramientas como actriz, y así creamos una road movie femenina”.

Romina Escobar, en 'Nosotros nunca moriremos'.

La actriz se ha hecho popular en Argentina por la televisión, “y en el pueblo me saludaban con cariño desde el primer día”. A ella le ha tocado hacer de madre, y a través de sus acciones que el espectador descubra la relación que mantenía con su hijo mayor. “Vengo del teatro, y he cambiado para el cine, porque el espectro es más chiquito. No explotas las emociones, sino que las dejas a flor de piel. Eduardo siempre decía: ‘Contenelo, aguanta’. Y agradezco que estuviera tan pendiente de mí”, subraya la actriz. Crespo sonríe: “Hablamos de pueblos, así que no podía hacer una película ampulosa, perfeccionista, sino simple, con mucha desolación de imagen y sonido, porque así son esos personajes, anclados al presente de la película. Lo cotidiano también contiene poesía. Y por eso filmé primeros planos de ellos, el paisaje que subraye un horizonte difuso”.

El director confiesa que en la vorágine de otros rodajes anteriores esos elementos se le habían pasado. “Ahora no había prisas en el rodaje, ni tampoco en el guion”, dice, y explica uno de los grandes aciertos de Nosotros nunca moriremos: “En pantalla se difumina y se desordena el tiempo, porque el duelo provoca revuelo en la cabeza de uno, en la memoria, los tiempos se hacen todos presentes, y eso lo he llevado a la pantalla sin explicaciones, mezclando en el montaje”.

Escobar agradece que Crespo insista en que no quería dejar en ridículo a ningún personaje, que su madre saliera en pantalla: “La sencillez no significa feísmo”. En el pueblo y en el rodaje pudo “disfrutar de las cosas lindas de la vida”. Cuando llegó el guion, confiesa, se emocionó: “Lo habíamos hablado hace tiempo, pero cuando por fin me llegó la propuesta no me la podía creer”. Escobar quiere dejar muy clara su opinión: “Yo reivindico que actores y actrices hagan personajes trans, tanto como que a los intérpretes trans nos permitan encarnar cualquier rol”. ¿Y cómo se ha visto de madre? Tras un largo suspiro, arranca: “Contenta. ¿Sabes los años que yo anhelé a un personaje como este? ¿Sabes los años que deseé no hacer de chica transexual situada en una esquina con medias de rejilla? Quería salir del estereotipo y hacer algo humano".

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Sobre la firma

Más información

Archivado En