Elena Asins, el arte como una ciencia exacta
La galería Elvira González presenta una exposición de dibujos de la madrileña, figura destacada del arte cibernético en España
En los dibujos de Elena Asins, minuciosos, obsesivos, milimétricos, se percibe un gusto y una querencia hacia el trabajo manual que choca con la naturaleza de la fuente generadora de las formas geométricas que plasma: un ordenador. Detrás de ellos se esconde todo un universo, el de las matemáticas: esos números, figuras y sus interrelaciones que subyacen en el cosmos perceptible. Fallecida en 2015 en Navarra, la madrileña fue una de las pioneras en España del llamado Computer Art, el arte cibernético.
Aunque en realida...
En los dibujos de Elena Asins, minuciosos, obsesivos, milimétricos, se percibe un gusto y una querencia hacia el trabajo manual que choca con la naturaleza de la fuente generadora de las formas geométricas que plasma: un ordenador. Detrás de ellos se esconde todo un universo, el de las matemáticas: esos números, figuras y sus interrelaciones que subyacen en el cosmos perceptible. Fallecida en 2015 en Navarra, la madrileña fue una de las pioneras en España del llamado Computer Art, el arte cibernético.
Aunque en realidad aquello fue su herramienta, y no un fin en sí mismo, porque en el fondo su trabajo consistía en delinear en tinta sobre papel las manifestaciones físicas de ecuaciones que ya existían antes de que ella (o más bien la máquina, a su comando) las calculara. Pura fenomenología aplicada a las bellas artes. De aquella dedicación que duró décadas, la galería Elvira González de Madrid expone como parte del programa del Madrid Apertura Gallery Weekend una selección de obras de entre los ochenta y noventa, varias series de dibujos que se mueven siempre con la flecha del tiempo que quiso capturar, y que abren una mirilla a la matrix en la que Asins buceó buena parte de su trayectoria.
La exposición, que estará abierta hasta el 10 de noviembre, se titula Elena Asins. Obras de 1971 a 1995 porque lo cierto es que se muestra un dibujo anterior a los ochenta: colocado a la entrada de la galería, separado del resto, ese cuadro presenta la evidencia del viraje del rumbo artístico de Asins tras su paso por el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid (hoy la Complutense). Entroncada en los preceptos del op-art, en la línea de creadores como Victor Vasarely, esa pieza de 1971 es la única que se aleja del científico y metódico desapasionamiento del que Asins haría gala. “Mi obra se genera a sí misma porque parte de una ecuación”, dijo la propia artista. “Una pintura es simplemente un hecho, una acción o una intervención, en que sus elementos propios están relacionados de una determinada manera, y precisamente esta relación o conexión es lo que vengo denominando, desde hace muchos años atrás, estructura”, añadió.
En 1967, EE UU regaló a España la que fue la primera supercomputadora del país, que recaló en el Centro de Cálculo. Entre el 68 y el 73, artistas como José Luis Alexanco impulsaron allí un seminario de generación automática de formas plásticas que sirvió no solo para impulsar el arte cibernético en España, sino también para generar allí un espacio de intercambio de ideas, un territorio interdisciplinar donde las matemáticas y la computación sirvieron de plataforma para atisbar nuevas fórmulas de expresión artística, desde la plástica a la música y la literatura.
Allí estaba Elena Asins, que ya estudiaba programación desde 1967. Y allí es donde definió el futuro de su carrera. En un tiempo en el que triunfaba el expresionismo abstracto, pintura que de hecho la artista practicó en sus comienzos, la frialdad numérica no terminó de cuajar ni entre los círculos artísticos ni entre el público. “Ella tampoco se prodigaba mucho”, cuenta Isabel Mignoni, la comisaria de la muestra de Elvira González, “y un arte tan geométrico, tan minimalista, es difícil. No obstante, se ganó la admiración de otros artistas como Luis Gordillo o Pablo Palazuelo”.
A su vez, Asins celebró a creadores y pensadores que le ayudaron a apuntalar sus ideas. De Walter de María absorbió el interés por las formas geométricas. En una etapa en la que vivió en Alemania, estudió con el filósofo Max Bense y se interesó por la lógica de Wittgenstein. En EE UU pasó por la Universidad de Columbia, donde se introdujo en el campo de la semiótica con Noam Chomsky.
Como subraya Mignoni, todas esas corrientes marcan su obra del mismo modo que lo hace la música, especialmente la clásica: Mozart, Bach y Mahler se perciben no solo en la naturaleza matemática de sus dibujos, sino también en muchos de sus títulos, con nombres como Canon o Escala. “Todas las obras que presentamos aquí son de después de su época en Alemania, y destacan por su hipersensibilidad, su pureza. Después se afincaría en Navarra, donde practicó la escultura en piedra, generando una obra más contundente, menos lineal y refinada, con volúmenes más compactos”, explica la comisaria e hija de Elvira González, quien expuso en numerosas ocasiones a Asins en su etapa como directora de la extinta galería Theo. Cuando en los noventa abrió Elvira González, fue precisamente ella quien le diseñó el potencial logo del espacio, con más de una docena de propuestas estilizadas de gran sobriedad y elegancia que, finalmente, no llegaron a colocarse.
Como ella misma declaró, Asins trató de crear un mundo perfecto, inconmovible, pero los pequeños errores que se pueden apreciar en los dibujos que se exhiben en la galería, correcciones prácticamente inapreciables pero presentes, humanizan tanto a la persona como a su obra. Artista precursora, polivalente, que llegó a practicar también la poesía concreta y que, desde pequeña, algo enfermiza, ya dibujaba obstinadamente, la madrileña pasó casi desapercibida hasta hace alrededor de una década, cuando recibió, en 2011, el Premio Nacional de Artes Plásticas, una distinción que se acompañó de una gran retrospectiva aquel mismo año en el Reina Sofía.
Desde entonces, como apunta Mignoni, su obra se ha ido revalorizando, entre otras cosas “porque ha entrado en colecciones como Cisneros o el Archivo Lafuente”. También, porque las instituciones están inmersas una labor de revisión histórica del papel de muchas artistas que han sido ignoradas. Este mismo año, la galería Freijo montó otra exposición de sus trabajos y el Reina Sofía presentó un documental sobre su carrera, Aquí no hay nada que ver. “La obra estaba en sí en los números”, dice Asins en la película. Y ella dio con la fórmula matemática.