La bendita prepotencia de Bunbury

‘Posible’, el décimo disco de la carrera en solitario del aragonés, recibe una nota de ocho sobre diez

Enrique Bunbury actuando en el festival Vive Latino, en Ciudad de México, en marzo de 2019.ALFREDO ESTRELLA (AFP)

Hay que agradecer a Enrique Bunbury su afán por constatar siempre si hay agua en la piscina. Como pasa en este reto al que, desgraciadamente, se enfrentan pocos músicos superventas españoles, algunas veces el aragonés ha comprobado que allí no había ni gota, y el golpe duele. Pero es parte del juego: te levantas, te sacudes los desperfectos, te subes al trampolín, y otra vez para abajo.

Posible, su nuevo trabajo (décimo en su carrera en solitario), forma parte de esa actitud de riesgo y valentía artística de...

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Hay que agradecer a Enrique Bunbury su afán por constatar siempre si hay agua en la piscina. Como pasa en este reto al que, desgraciadamente, se enfrentan pocos músicos superventas españoles, algunas veces el aragonés ha comprobado que allí no había ni gota, y el golpe duele. Pero es parte del juego: te levantas, te sacudes los desperfectos, te subes al trampolín, y otra vez para abajo.

Posible, su nuevo trabajo (décimo en su carrera en solitario), forma parte de esa actitud de riesgo y valentía artística de un cantante acostumbrado a tener la mente abierta, síntoma de los creadores interesantes. Posible es un disco espléndido, un álbum de rock donde la guitarra no tiene protagonismo y donde el músico ha firmado textos que hay que colocar entre lo mejor de su carrera.

Afincado en Los Ángeles con su pareja y su hija, como un Julio Iglesias del rock que mira desde la distancia con cierta prepotencia, Bunbury entrega un disco fantástico

Si en recientes trabajos Bunbury decidió reflexionar sobre lo que concernía al mundo, porque tocaba, con los palos que estábamos recibiendo (eso sigue tal cual), en Posible la mirada es interior. “Sé donde está la salida, es hacia dentro. Y estoy dispuesto a todo por ti”, canta en la apertura, Cualquiera en su sano juicio (se habría vuelto loco por ti), una declaración de amor se supone que a su pareja, un tema alejado de la cursilería que se suele adoptar con esta temática.

Portada del disco de Bunbury, 'Posible'.

Se escribe en los medios especializados que este disco suena a Depeche Mode, por la profusión de teclados y electrónica pop. Quizá. Pero a lo que recuerda (y mucho) Hombre de acción, punto álgido del álbum, y Mis posibilidades, es a León Benavente, la banda del gallego Abraham Boba. Han colaborado y se profesan mutua admiración, así que no extrañan estas vías comunicantes. El disco sigue con Deseos de usar y tirar, perfecta para una película de Almodóvar, porque exhibe nocturnidad y sexualidad.

En una de las canciones menciona a Nick Cave: “Como me dijo Nick Cave, tú no eres tu pasado”. No es casualidad: Posible va cargado de esa intelectualidad pasional que caracteriza al autor de Ghosteen. Cuando empezó su carrera en solitario, allá por 1997, Bunbury ya experimentó con la electrónica en Radical sonora. Pero en lo que allí resultaba forzado y tosco, aquí fluye con naturalidad y sofisticación.

Aunque lo pueda parecer por lo anteriormente expresado este no es un disco excluyente. Entra con cierta facilidad y se puede bailar, sí, y quien no se zarandee ante Arte de vanguardia es que lleva un témpano por ahí escondido. La sinuosa Mariachi sin cabeza se puede escuchar sentado, al igual que Indeciso o no, llena de sugerentes detallitos electrónicos.

El disco se cierra de la mejor manera (si exceptuamos esta frase tan infantil: “Sé que lo que es normal para la araña./ Es el puto caos para una mosca”) con una canción, Los términos de mi rendición, donde el artista desliza una posible retirada, a sus 52 años. No es muy probable para un creador inquieto como él. Si alguna vez Bunbury se decide a hacer entrevistas largas y cara a cara (acostumbra a exigir el correo electrónico) podremos preguntárselo.

Afincado en Los Ángeles con su pareja y su hija, como un Julio Iglesias del rock que mira desde la distancia con cierta prepotencia, Bunbury entrega un disco fantástico y se afianza como de las pocas estrellas musicales españolas con capacidad para sorprender.

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