Pensar y crear en torno al trauma y la enfermedad
La III edición del Festival Gelatina reúne virtualmente a una decena de jóvenes artistas que trabajan la dimensión colectiva y política de los problemas de salud
Se describió como “mujer inglesa, blanca, de 30 años, con pelo castaño recogido en coleta, piercings en las orejas, pintalabios medio marrón y vestida con sudadera de cremallera”. Y charló con una “persona transgénero blanca que ronda el final de la veintena”. Los artistas Leah Clements y Clay AD ofrecieron así sucintas descripciones de síi mismos dirigidas a aquellas personas ciegas que pudieran estar conectadas, al dar comienzo ayer a la tercera edición del ...
Se describió como “mujer inglesa, blanca, de 30 años, con pelo castaño recogido en coleta, piercings en las orejas, pintalabios medio marrón y vestida con sudadera de cremallera”. Y charló con una “persona transgénero blanca que ronda el final de la veintena”. Los artistas Leah Clements y Clay AD ofrecieron así sucintas descripciones de síi mismos dirigidas a aquellas personas ciegas que pudieran estar conectadas, al dar comienzo ayer a la tercera edición del Festival Gelatina organizado por La Casa Encendida, al que se irán añadiendo contenidos hasta el 2 de junio.
Quien se identifica como ‘Crip’, como la propia Leah Clements, afirma pertenecer a la comunidad de discapacitados o individuos con diversidad funcional o ser aliado de esa comunidad
El fértil territorio de nuevas propuestas en las que se entrecruzan el mundo académico, el arte, la tecnología y el feminismo es el punto de partida de Gelatina. Si la primera edición se centró en el xenofeminismo y en las voces que se resisten a demonizar el mundo tecnológico y defienden que otra tecnología es posible, y la segunda se enfocó en el aceleracionismo, las relaciones entre mente, tecnología y biología, ahora, en 2020 el festival se vuelca en el complejo mundo de la enfermedad.
La pandemia, no teórica sino real, ha forzado a que los encuentros y charlas de Gelatina sean telemáticos y en el centro de muchas de las actividades están el término y las teorías calificadas como Crip. Este movimiento trata de dotar de un nuevo significado a la palabra peyorativa que designa en inglés una tara física (cripness): quien se identifica como Crip, como la propia Leah Clements, afirma pertenecer a la comunidad de discapacitados o individuos con diversidad funcional o ser aliado de esa comunidad. “Tratan de abordar la colectivización de la enfermedad y aprender a vivir con una condición crónica”, explica Leticia Ybarra, directora del festival, en conversación teléfonica. “Muchos de los trabajos lindan con la poesía y con rituales de poesía somática que reivindican la sanación y la magia”.
Las reflexiones entroncan con lo que examinó Susan Sontag en su ensayo de 1978 ‘La enfermedad y sus metáforas’.
Hay algo que parece entroncar con lo que ya examinó Susan Sontag en su ensayo de 1978 La enfermedad y sus metáforas. En ese texto la intelectual estadounidense cuestionaba la victimización y culpabilización aparejada a la convalecencia: “La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos, al nacer nos otorgan una doble ciudadanía: la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar”.
En el festival Gelatina se dan cita voces que presentan nuevas propuestas y reflexiones sobre la poliédrica forma que asumen la enfermedad y el trauma. Hay programados talleres online, lecturas de versos y una ambiciosa publicación digital que se presentará el 28 de mayo y que reunirá entrevistas, listas de música y performances en vídeo. Además, el festival ha cerrado un acuerdo con la plataforma Filmin para mostrar películas de los artistas invitados.
La cultura del ‘wellness neoliberal’ renuncia a aceptar la dimensión política y colectiva de la enfermedad
Nadie debe quedar fuera, la enfermedad no debe suponer una radical separación cartesiana entre mente y cuerpo, ni el enfermo quedar aislado y fuera de la sociedad. Sobre todo de esto hablaron Clements y Clay AD y en línea con esa misma idea de inclusión la web de La Casa Encendida aporta una lista de libros mencionados por los artistas y un glosario que ayuda a cualquiera a seguir la charla sin perderse con términos como “disforia de género” (angustia causada cuando la identidad de género no coincide con el sexo) o “disociación” (entendida como la sensación de irrealidad que se produce en momentos de angustia, y que puede ayudar a gestionar esa desazón).
La charla de más de una hora, colgada en Vimeo y con subtítulos en español, abordó las experiencias y trabajos con los que asumen, traspasan, sanan o enfrentan sus enfermedades Clements y Clay AD. En el caso de la británica, el síndrome de fatiga crónica que padece, —una enfermedad con una larga historia de ser mal diagnosticada como histeria— la llevó a conectar con otras personas que también lo sufrían y a realizar la película Collapse que se muestra también en el festival. Clay AD tiene la enfermedad de Chrone, algo que trató de ocultar durante años y que le llevó a crear el llamado Sickness Affinity Group, un colectivo que reúne a artistas con discapacidades o que tratan estos temas en sus obras, y que funciona casi como un grupo de apoyo.
La audioguía que Clay AD creó Heavy, Heavy Breathing (respiración profunda, profunda) resume su aproximación a la meditación, la danza, la sanación. Los dos artistas denunciaron la culpa que la sociedad traslada al propio enfermo, y la cultura del “wellness neoliberal” que renuncia a aceptar la dimensión política y colectiva de la enfermedad. “Uno no puede hacer suficiente yoga como para librarse de pagar el alquiler o cualquier otro problema”, apuntó entre bromas Clements. Su consejo y el de Clay: aprender a conectar con algo tan único y común como el “no”, y evitar forzarse o frustrarse. Siguiendo el título de uno de los trabajos de Clay AD, “metabolice, si se puede”.