Una calle detenida en 1942

El confinamiento paraliza el rodaje de una película en París y el decorado queda como el vestigio de otra época

Parte del decorado de una película sobre la II Guerra Mundial en el barrio de Montmartre abandonado a causa del confinamiento por el coronavirusLIONEL BONAVENTURE (AFP)

París, 1942. Hace dos años que la capital francesa vive bajo la ocupación nazi. El toque de queda vacía las calles antes de que caiga la noche. Todo el que ose salir, sea la hora que sea, debe llevar una identificación por si es controlado por la policía. Barrio de Montmartre, marzo de 2020. Como en el resto de la capital y de toda Francia desde que hace más de una semana se declarase el confinamiento nacional para combatir el coronavirus, casi todos los comercios tienen sus persianas bajadas y los...

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París, 1942. Hace dos años que la capital francesa vive bajo la ocupación nazi. El toque de queda vacía las calles antes de que caiga la noche. Todo el que ose salir, sea la hora que sea, debe llevar una identificación por si es controlado por la policía. Barrio de Montmartre, marzo de 2020. Como en el resto de la capital y de toda Francia desde que hace más de una semana se declarase el confinamiento nacional para combatir el coronavirus, casi todos los comercios tienen sus persianas bajadas y los pasos resuenan con fuerza en las calles adoquinadas, inusualmente desiertas.

Quien quiera desplazarse, debe portar una declaración jurada que precise el motivo por el que abandona su domicilio. Televisiones y radios martillean el mensaje del presidente, Emmanuel Macron, llamando a combatir unidos a un enemigo invisible pero temible. No pocos han comparado estos días con el París de la Segunda Guerra Mundial. Y en una esquina de Montmartre, ello ni siquiera es una metáfora.

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Leandro Salatino se levantó un día no muy lejano, aunque ahora se lo parezca, abrió las ventanas de su bajo en la calle Berthe y creyó que seguía soñando. “Fue una sensación… Ver autos y motos de los años cuarenta, la gente vestida de época, los carteles… Parecía un viaje en el tiempo”. Mientras este chef argentino que llegó hace dos años a Francia dormía, el equipo de Adieu Monsieur Haffman, un filme sobre un joyero judío que se ve obligado a huir de los nazis, había transformado esa esquina del pintoresco Montmartre en una postal sacada de la ocupación. Tres días después de que comenzase el rodaje, Macron decretó el confinamiento. El director Fred Cavayé no tuvo tiempo de recoger todo el decorado. La calle Berthe y la aledaña Androuet quedaron congeladas en 1942, año en que transcurre la trama de la película, protagonizada por Daniel Auteuil, Gilles Lellouche y Sara Giraudeau.

Aunque desaparecieron escenarios como la magnífica corsetería de la esquina, ahí sigue la bodega que ofrece cerveza francesa o la peletería Miroiterie, cuyo cartel a la entrada recuerda que “el comunismo es un agente de la decadencia francesa”. Unos metros más allá, pasado un mensaje del mariscal Pétain y otro que recalca que “hablar sin discernimiento es repetir las mentiras de los judíos, los comunistas, los masones y los gaullistas”, un cartel de la organización colaboracionista Front Social du Travail celebra a las familias obreras. Otro afiche insiste en llamar a una “Europa unida contra el bolchevismo” y otro más recuerda que el 25 de marzo (de 1942) la lotería nacional se dedicará a “los ancianos”.

Jean-Claude Simhon se acerca para leer mejor uno de esos carteles de época que, en algunas partes, empiezan ya a despegarse. En los casi 40 años que lleva viviendo en este histórico barrio de artistas y pintores, ha asistido al rodaje de muchas películas, incluida la ultrafamosa Amélie. De hecho, la tienda de comestibles sobre la que vivía el personaje que en ella encarna Audrey Tautou, lugar de peregrinación habitual de instagrammers, se halla justo en la esquina con la vía ahora congelada en 1942. “Aquí basta con retirar los coches aparcados y ya parece otra época”, dice Simhon. Aun así, el escenario abandonado le produce cierta inquietud. “Trae malos recuerdos de la guerra”, comenta el presidente de la asociación Paris Greeters, que organiza paseos turísticos por los barrios de la ciudad con parisienses voluntarios. Eso sí, puntualiza: “Estamos confinados, pero al menos no estamos en guerra”.

Cécile, una vecina que ha salido a hacer algo de ejercicio, escucha y asiente: “La gente que vivió en esa época logró superarla y espero que nosotros también lo hagamos. Al fin y al cabo, lo que se nos pide es solo que nos quedemos en casa. No nos están cayendo bombas sobre la cabeza”.

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