¿Qué fue de ‘Balas perdidas’?

Llega a España el cierre de la serie con la que David Lapham se hizo con un Eisner en 1996

Imagen del clásico 'Balas perdidas', de David LaphamLa Cúpula

Nueve años permaneció inconclusa Balas perdidas, la serie de culto escrita y dibujada por David Lapham, un clásico de la viñeta de los 90, en la medida en que son clásicos de la viñeta de los 90 Peter Bagge, Charles Burns y Daniel Clowes. ¿Por qué? Porque su autor, pese a haberse hecho con el Eisner al año siguiente de dar comienzo al que, dicen, es el mejor noir dibujado de la Historia, estaba “harto” de trabajar por amor al arte. La serie dio comienzo en 1995 y Lapham, que había lanzado su propio sello, El Capitán Books, para publicarla – lo comanda su mujer, Maria, copilot...

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Nueve años permaneció inconclusa Balas perdidas, la serie de culto escrita y dibujada por David Lapham, un clásico de la viñeta de los 90, en la medida en que son clásicos de la viñeta de los 90 Peter Bagge, Charles Burns y Daniel Clowes. ¿Por qué? Porque su autor, pese a haberse hecho con el Eisner al año siguiente de dar comienzo al que, dicen, es el mejor noir dibujado de la Historia, estaba “harto” de trabajar por amor al arte. La serie dio comienzo en 1995 y Lapham, que había lanzado su propio sello, El Capitán Books, para publicarla – lo comanda su mujer, Maria, copiloto en todo aquello que toca Lapham al margen de la industria –, decidió que había tenido suficiente una década después, en 2005. Para entonces había editado 40 números y no había cerrado la historia.

Durante años todo fueron suposiciones, y, por supuesto, incómodas preguntas, que algunos periodistas formularon directamente a Lapham. ¿Qué iba a pasar con Balas perdidas? Mientras él alternaba Marvel (Spiderman, Masacre, Daredevil, Lobezno) con DC (Superman, The Spirit), su mítica serie permanecía en un limbo del que tal vez no acabase saliendo nunca. Lapham prometía que era cuestión de tiempo, pero añadía que se había dado cuenta de que no podía hacer las cosas por amor al arte, porque ahora tenía una familia. Para entonces ya debía vivir en Carefree, Arizona, con Maria y sus cinco hijos. “Sé que la acabaré, lo que no puedo decir es cuándo, aunque espero que sea cuánto antes”, le dijo a un periodista de Newsarama en 2007.

Hasta siete años más tendrían que pasar para que finalmente, en marzo de 2014, Image Comics, publicara el número 41. Y con él se completó el volumen cinco, que llevaba nueve años a la espera de poder completarse. “Se cansó de autopublicarse. Esto es demasiado complicado. No digo ya llegar a la imprenta, imagina controlar la distribución. Debía volverse loco”. El que habla es su editor en España, Emilio Bernárdez, director de La Cúpula. En España, lo último que sabíamos de Lapham era que La Cúpula había publicado el volumen cuatro de Balas perdidas. ¿Cuándo? En abril de 2008. “Hace diez años”, dice Bernárdez. “Al principio, durante un tiempo, lo publicamos en grapa, pero las librerías se quejaban, y nos decidimos por el tomo. No podíamos publicar el quinto hasta que estuviera completo”, recuerda el editor.

Página del último número de 'Balas Perdidas'.La Cúpula

Lapham, nacido en Nueva Jersey, forma y no forma parte de la generación de cómic 'indie' americano de los 90. Porque, aunque sus primeras historietas coincidían en librerías de medio mundo con las de Peter Bagge, Daniel Clowes o Charles Burns, las suyas, recuerda Bernárdez, llegaban allí por su propio pie. “Apuesto a que Clowes y Bagge se han cruzado muchas veces, pero Lapham es otro mundo”, dice el editor, que lo considera “una mente privilegiada”, y que está convencido de que “cualquier amante de la novela negra debería leer 'Balas perdidas', aunque no haya leído un cómic en su vida”. ¿Por qué? “Porque es imposible que no le guste. Si te gusta Jim Thompson, si te gusta cualquier clásico de la novela negra, te encantará lo que hace Lapham”, contesta.

Lapham, nacido en Nueva Jersey, forma y no forma parte de la generación de cómic 'indie' americano de los 90

No tienen miedo en La Cúpula que la ausencia de Lapham haya acabado con sus lectores. Cree que siguen ahí, en algún lugar, y que este relanzamiento – porque así se lo plantean: van a volver a editar los cuatro tomos anteriores – incluso captará a nuevos futuros fans. “El parón hizo que la colección se muriera”, admite Emilio, que confía en que, tratándose como se trata, de una “obra maestra”, los seguidores de siempre, volverán a ella en cuanto sepan que hay nuevo material – nuevo material que consiste en las 11 nuevas historias que integran el quinto volumen – y, tal vez, confían, se produzca un nuevo fenómeno Balas perdidas que no deje de crecer, al menos por un tiempo. Porque hay más volúmenes en camino.

“Seguramente el año próximo publicaremos el volumen seis”, dice Bernárdez. Sí, bajo el amparo de Image, Lapham ha vuelto a la carga, y, desde que en 2014 publicó el número 41 de la serie, que cerraba el primer arco y permitía poner en circulación el tomo cinco, se puso manos a la obra con la siguiente tanda de números y hoy ya hay disponible un sexto volumen, que inicia un nuevo arco. Un arco que seguramente tendrá mucho que ver con Virginia Applejack, la chica dura que protagoniza el quinto: pura literatura noir de institutos, bates de béisbol, abusones, padres que jamás van a entender nada y chicos con mirada de asesino que podrían ser el asesino aficionado a mutilar a sus víctimas del que todo el mundo habla. Por fortuna, no habrá que esperar demasiado para descubrirlo.

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