VERANEO CON HIJOS

Agosto con barones

Más que una familia, esto parece el comité federal del PSOE

Uno de los barones, el del Barça, en la playa de Les Cases d’Alcanar (Tarragona). J. R. M.

Más que una familia, esto parece a veces el comité federal del PSOE. Dos de Barcelona, uno de un pueblo de Las Hurdes (Nuñomoral) y otro de un pueblo de La Mancha (Madrid). Y cada uno diciendo que contribuye más a poner la mesa, quitar la mesa, sacar la basura… Si te subes a las ramas del árbol genealógico, antes de llegar al mono de Darwin te topas con antepasados valencianos, vascos, de la raya de Portugal y algún gallego. ...

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Más que una familia, esto parece a veces el comité federal del PSOE. Dos de Barcelona, uno de un pueblo de Las Hurdes (Nuñomoral) y otro de un pueblo de La Mancha (Madrid). Y cada uno diciendo que contribuye más a poner la mesa, quitar la mesa, sacar la basura… Si te subes a las ramas del árbol genealógico, antes de llegar al mono de Darwin te topas con antepasados valencianos, vascos, de la raya de Portugal y algún gallego. La España plural pero de andar por casa, literalmente. Para colmo, el de Madrid es del Barça y el de Barcelona, del Athletic de Bilbao, como Dios manda. En Cataluña son los de Madrid –su sede social--; en Extremadura, los “nietos de” y en Madrid, “los del 2º D”.

Tienen sus prejuicios, claro, pero cuando alguien suelta “los madrileños dicen”, el comité federal del 2º D se acuerda de Irene, Marisa y Marifé y piensa: “Ellos no dicen eso”. Cuando alguien sostiene “los catalanes dicen”, el mismo comité, reunido de urgencia, piensa en Pío, Trini y Miquel y llega a conclusión parecida: “Ellos no dicen eso”. Al de Nuñomoral -que cuenta chistes malos-, le gusta recordar aquel que dice: “¿Cómo se llaman los de Trujillo? Y el otro: ¿Todos?”. También le gusta contar que conoció a un canadiense que pensaba que los españoles eran, la mayoría, negros.

Los madrileños y los catalanes son enormidades que nunca se van de vacaciones

Por si era poca emoción, la familia lleva años pasando las fiestas de guardar a pocos kilómetros de la casa que ocupaban los terroristas en Alcanar (Tarragona). Los vecinos oyeron la explosión. Ellos no, tenían la tele demasiado alta. Al menos parte de ellos. La otra parte estaba en Madrid siguiendo la comparecencia del mayor de los mossos por la única cadena que no doblaba sus declaraciones. Para cuando el agente empezó a repetir en castellano lo que acababa de decir en catalán, los tertulianos de la citada cadena –que no se caracteriza por su tolerancia- andaban ya a lo suyo: lamentando que no hablara en… castellano. No dejes que la información altere tu opinión. Uno de los chistes favoritos del de Nuñomoral no es chiste sino “sucedido”. Cuando la interpretación de Paquito el chocolatero durante un torneo Joan Gamper fue tomada como una provocación por los tertulianos del independentismo salieron los de la peña barcelonista de San Carles de La Rápita –no lejos de Alcanar- a decir, orgullosos, que habían sido ellos, que llevan años tocando pasodobles, como es costumbre en las tierras del Ebro, tantas veces quejosas del centralismo barcelonés.

Con miles de kilómetros encima, los cuatro del cuento siguen sin entender que haya obreros de derechas e independentistas de izquierdas –anticapitalistas de la mano de los capitalistas-, pero alcanzan a comprender que cuando alguien dice “los madrileños” se refiere al locutor de una radio que ellos no escuchan. Que cuando dicen “los catalanes” no se refieren al banco que colabora en la feria del libro de Madrid. “Todo el mundo opina, nadie describe” (palabras de Josep Pla). Los madrileños y los catalanes son enormidades que nunca se van de vacaciones. Aquellos que los han creado se vuelven irrelevantes a poco que te metes en el agua. Por eso no callan.

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