CRÍTICA | YO, ÉL Y RAQUEL

El despertar cinéfilo

La película es sobre todo un triunfo del tono, de la combinación del drama con la comedia

Un fotograma de 'Yo, él y Raquél'.

Las películas cinéfilas, las que basan buena parte de sus esencias en los guiños artísticos, en los homenajes, en la explosión de nostalgia por aquel tiempo en que se descubrieron algunas de las obras que inyectaron la bendita droga de no poder dejar de ver cine, tienen algo ganado y algo perdido desde el inicio. La victoria es la imposibilidad del que conecta con la sensibilidad del director para abandonarlo a la intemperie del desinterés. La derrota es que la autenticidad se resquebraja a cada paso ajeno a la propia película.

Yo, él y Raquel es al mismo tiempo una tragedia ju...

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Las películas cinéfilas, las que basan buena parte de sus esencias en los guiños artísticos, en los homenajes, en la explosión de nostalgia por aquel tiempo en que se descubrieron algunas de las obras que inyectaron la bendita droga de no poder dejar de ver cine, tienen algo ganado y algo perdido desde el inicio. La victoria es la imposibilidad del que conecta con la sensibilidad del director para abandonarlo a la intemperie del desinterés. La derrota es que la autenticidad se resquebraja a cada paso ajeno a la propia película.

YO, ÉL Y RAQUEL

Dirección: Alfonso Gómez-Rejón.

Intérpretes: Thomas Mann, Olivia Cooke, R. J. Cyler, Connie Britton, Molly Shannon.

Género: drama. EE UU, 2015.

Duración: 105 minutos.

Yo, él y Raquel es al mismo tiempo una tragedia juvenil, una comedia de instituto y un exquisito catálogo de saber cinéfilo. Y su director, Alfonso Gómez-Rejón, estadounidense de Texas, un volcán de creatividad. Quizá de demasiada creatividad. Pero, ¿eso existe? Sí, cuando no se puede evitar querer ser artístico en cada plano, lo que lleva a que buena parte de las veces se descubran excelentes composiciones mientras en otras den ganas de regalarle un trípode. Grandes angulares, encuadres con mucho aire por arriba, composiciones con el personaje en los extremos izquierdo y derecho de la pantalla, acelerones. A veces en concordancia con la narrativa y el estado psicológico de los personajes. A veces porque sí.

Basada en una novela de Jesse Andrews adaptada por él mismo, Yo, él y Raquel, premio del Público en Sundance, podría ser el Love story de la generación hipster (aquí también hay leucemia), pero es sobre todo un triunfo del tono, de la combinación del drama con la comedia. Y, reflexión personal, resulta imposible que no te caiga bien un tipo que comparte tantos gustos contigo, y no los obvios (Seconds, Amenaza en la sombra, Las zapatillas rojas...), y que tiene una diana de los arqueros Powell y Pressburger en su habitación adolescente.

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