El pacto de Estado que le falta a la cultura

La Unión de Cineastas reúne en un acto a representantes de los principales partidos políticos con profesionales de la industria

José María Lasalle, Secretario de Estado de Cultura, en una imagen de archivo.ULY MARTÏN

El asunto tenía su morbo: poner en un escenario a ocho representantes de partidos políticos y que escucharan durante casi tres horas –como así ocurrió anoche- las reclamaciones del sector del cine. Que escucharan y luego propusieran. De anfitrión, la Unión de Cineastas, asociación con un año de vida fundada con la ambición de “regenerar el ecosistema del cine español”, y que no quería que el acto se convirtiera en un listado de quejas al PP como sí en el que los partidos sintieran que hace falta una política de Estado que salve a la cultura y por tanto...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El asunto tenía su morbo: poner en un escenario a ocho representantes de partidos políticos y que escucharan durante casi tres horas –como así ocurrió anoche- las reclamaciones del sector del cine. Que escucharan y luego propusieran. De anfitrión, la Unión de Cineastas, asociación con un año de vida fundada con la ambición de “regenerar el ecosistema del cine español”, y que no quería que el acto se convirtiera en un listado de quejas al PP como sí en el que los partidos sintieran que hace falta una política de Estado que salve a la cultura y por tanto al cine de los vaivenes electorales. “No queremos que esto sea un acto electoral”, decían, pero no pudieron contra la tentación de todo político de olvidarse de su mitin y más en los actuales tiempos preelectorales.

David Trueba moderó, con mano de hierro, un acto que tenía un esquema prolijo en contenidos: lectura del manifiesto de la Unión de Cineastas, intervención de cinco profesionales de distintas ramas del sector (un guionista y director, una periodista, un productor, un profesor universitario, y el responsable de una web de visionados legales de cine), una hora de intervenciones del público, que casi llenó el cine del Círculo de Bellas Artes, y cinco minutos para que cada uno de los ocho políticos contaran sus proyectos. Al final, las tensiones se notaron en un patio de butacas que destilaba hartazgo ante la situación actual y en el que estaban sentados directores de cine (Jonás Trueba, Benito Zambrano, Sigfrid Monleón, Ana Díez, Miguel Hermoso –vicepresidente a su vez de la SGAE-, Max Lemcke), críticos de cine, programadores de festivales, productores (Gerardo Herrero, Mariela Besuievsky, Gonzalo Salazar-Simpson –director también de la ECAM, la escuela de cine de Madrid-, José Nolla, Antonio Saura –vicepresidente de la Academia de cine europeo-, Puy Oria, José Antonio Romero), actores (Luis Parés, Ruth Gabriel, Bárbara Lennie, Berta Ojea, Isabelle Stoffel, Irene Escolar), guionistas (Alicia Luna, Virginia Yagüe –presidenta de CIMA, la asociación que engloba a la mujeres del cine-, Lola Salvador), y representantes de las principales asociaciones del sector: desde la Unión de Actores hasta los productores (FAPAE), entidades de gestión de de derechos (AISGE), salas gestionadas por colectivos (CineArte) y los dos nuevos vicepresidentes de la Academia de Cine (Edmon Roch y Gracia Querejeta). Por estar estaba hasta Susana de la Sierra, anterior directora del ICAA, el organismo que regula el cine dentro de la Secretaría de Estado de Cultura.

Según la Unión de Cineastas, las nuevas políticas deberán incorporar la alfabetización cinematográfica en los planes educativos, consagrar la proporcionalidad que lleve a que todas las películas tengan un apoyo público de forma justa y equitativa, mejorar la transparencia administrativa y defender la excepción cultural del cine. También abogaron por la autocrítica del sector y por buscar “visiones nuevas ante el nuevo tiempo, por un cine al margen de los vaivenes políticos”.

El acto lo inició Borja Cobeaga, guionista, director y presidente de DAMA (entidad de gestión de los derechos de los escritores audiovisuales), que aseguró que ya no hace “cine de autor, sino de autónomo, y cualquier iniciativa para ellos es buena para los cineastas, porque esto es un oficio, no una afición”. Él empezó con una petición que se repitió posteriormente: el cambio de las cotizaciones a Hacienda para un sector cuyo trabajo es intermitente.

Según la Unión de Cineastas, las nuevas políticas deberán incorporar la alfabetización cinematográfica en los planes educativos

Juan Carlos Tous, de la web Filmin, ahondó en un problema que preocupa al público: la lentitud de la llegada de las películas a otras ventanas de exhibición tras su estreno en cines, se tarda mucho entre que se ve en una gran pantalla y pueda estrenarse en Internet. Además, incidió en otro freno para las nuevas tecnologías: “Defendemos más la portabilidad que la eliminación de fronteras: eliminar las geolocalizaciones obligadas por los contratos nacionales, que la gente pueda ver su web desde donde quiera”.

José Antonio Félez, productor y director de AEC (Asociación Estatal de productores de Cine), fue algo más positivo: “El cine español ha logrado ser plural. Merece el tratamiento de política de estado, fuera de la confrontación política. Algo tan importante y tan frágil no puede utilizarse como arma arrojadiza. 2014 fue un buen año por la conexión del público con el cine español, donde se obtuvo un 25% de cuota. Pero las cinco películas más vistas coparon el 80% de la taquilla. Y en total se estrenaron 93”. También aseguró entender algunos problemas devenidos de la crisis económica: “Pero el dinero dedicado al cine es pequeño. Se creó una Comisión Mixta [administración e industria] que funcionó durante año y medio y que se cerró con unas conclusiones, en gran medidas válidas [a las que el Gobierno, que formaba parte del esfuerzo, luego no hizo caso]. En la fiscalidad se ha dado un paso: se consolidó algo que se prorrogaba año tras año, pero las cifras legisladas han hecho que el paso sea leve”. E incidió en que el IVA puede que no sea la lacra principal, porque la rebaja en el precio de la entrada no será significativa: “Hay que cuidar la cultura. El mensaje a enviar debería ser que el Estado –no el Gobierno de turno- cuida la Cultura-. En 2001 se vendieron 150 millones de entradas, en 2014 no llegamos a los 100. La forma de ocio está cambiando y debemos estar preparados para ello”.

Tras las intervenciones del público, que pidió desde derechos como los demás trabajadores a un fortalecimiento de las Filmotecas, o un pacto de estado sobre el cine que no olvide que el cine no es solo entretenimiento “porque las unidades culturales no se pueden medir por las recaudaciones, la literatura no se mide solo por best-sellers” (Gonzalo Salazar-Simpson), o incidir en la educación audiovisual “pero no a la antigua, con una asignatura de cine” (Jonás Trueba), o que las mujeres tuvieran la misma proporcionalidad que en la sociedad civil, llegaron los políticos.

Pero antes el productor José Nolla incidió con criterio: “Creo que es la primera vez que se hace esto, de que casi todo el arco parlamentario nos escuche. Hay una conciencia de que esto no puede seguir así: ¿estáis vosotros dispuestos a crear ese pacto de estado? El cine ha dejado de ser visto como patrimonio propio de los ciudadanos españoles. ¿Por culpa nuestra? Sí, seguro. Pero hemos sido colocados en mitad de un debate político que no tenía que ver con nosotros. Y yo creo que pensáis en cambiar esta dinámica –dijo mirando a los políticos-, porque si no, no estaríais aquí”. Y Benito Zambrano señaló: “La cultura no es prioritaria, no da votos. Peor aún, hemos conseguido que la gente desprecie a los creadores. Este país nunca se ha tomado en serio la cultura, y eso que España rebosa cultura. Históricamente, los políticos no se han tomado en serio el arte. ¿Tendréis huevos y ovarios para romper con esto?”.

"La política solo puede cambiar lo que puede cambiar”, dijo Lasalle

Los representantes políticos no convencieron a la audiencia. Milagros Hernández, de Izquierda Unida, apostó por “recuperar competencias locales y regionales” para crear medidas efectivas de apoyo al sector, en un momento en que no hay espíritu de consenso; Esther Ruiz, portavoz de Ciudadanos y productora de cine, aseguró que el problema es la ausencia “de un perfil industrial fuerte”. Nobert Tomás, de CiU, explicó que su partido ya ha demostrado en Cataluña que se pueden hacer legislaciones distintas: “Creamos la Ley del Cine con tasa a los teleoperadores. Y ese dinero, unos 20 millones de euros, se invierte directamente al sector en un reparto transparente. Hemos intentado otras iniciativas, pero dependen de sectores regulados por el Estado”.

Por Equo habló Carlos Alberto Martins, que pidió apostar por el consenso, al igual que Jorge Lago, de Podemos: “Estos encuentros son fundamentales. Se necesita escuchar y que los programa electores nazcan desde la sociedad civil”.

José María Lassalle, secretario de Estado de Cultura, aseguró: “Resulta complicado explicar la posición que hemos tratado de defender en estos años, porque la crisis ha diluido las propuestas. Todos compartimos el mismo lenguaje, creemos en el valor de la cultura”. Después, cayó en la melancolía y el lamento: “En cambio fuera, esa unidad de lenguaje no se comparte. La media de lectura es de cinco libros al año, y en las escuelas de cine se piden películas del siglo XXI y no del XX, no quieren Dreyer. La política solo puede cambiar lo que puede cambiar”. Esas palabras lograron ciertos abucheos del público. Anunció la inminencia de la nueva Ley del Cine “que controlará en hitos el proceso, que diferenciará películas de arte y las generales”. Y siguió desglosando sus éxitos en esta legislatura: “Aquí no se habla de cómo España, Francia e Italia lucha por la excepcionalidad cultural en el Tratado de Libre Comercio. La amortización del cine de este país se ha pagado. Por primera vez hay un modelo de incentivos fiscales, aunque no hayamos logrado los porcentajes que queríamos, pero ahí está la base para el que venga por detrás lo aproveche. Y en la piratería ya se ven los resultados de nuestras políticas”. No fue muy bien recibido todo su discurso, que acabó con un: “Yo hubiera querido hacer más, pero también las estructuras de poder de dentro de la industria del cine son muy complejas. El problema muchas veces no es el ministro de Hacienda Montoro, sino las mismas estructuras del cine”.

A su lado, Iban García del Blanco, secretaria federal de Cultura del PSOE, comentó: “No comparto con que la política no cambia cosas, y no hay más que ver los últimos años. Debemos observar la cultura como una oportunidad. El IVA debería bajar al 5%, los incentivos fiscales son pacatos, debemos recoger en un Estatuto especial las profesiones artísticas, y desarrollar de verdad la Ley de Igualdad. Estuvo muy bien crear la Comisión Mixta, pero muy mal tirar a la basura sus conclusiones”.

Finalmente, el diputado de UPyD, Julio Lleonart, se puso de pie y se sinceró: “Hace semanas estaría aquí Toni Cantó, ahora llego yo, que venía de redes sociales, y estoy en nueve comisiones del Congreso. Me gusta escuchar. Está bien venir a un acto como este, ver gente muy distinta y escuchar sus voces poliédricas cuando desde fuera se ven como una sola cara”. No fue capaz de desglosar nada más.

Trueba cerró el acto asegurano: “Los cineastas tienen voz como cualquier ciudadano, y son opiniones muy distintas. El primer pecado de la política española ha sido no entender que son voces diferentes, de todo tipo de ideologías. Espero que no se vuelva a caer en el error de generalizar y atacar. Hablamos para todos, para los partidos que gobiernan y para los que no. Es importante que vosotros, responsables del área de cultura, seáis conocidos en vuestros partidos, y no solo se vea a vuestros líderes, que de vez en cuando –muy poco- hablan de cultura, y encime es para citar mal a poetas [en referencia a Pedro Sánchez, que aseguró por Twitter que Antonio Machado había nacido en Soria]”.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Sobre la firma

Archivado En