El mayor centro de investigación del cáncer lleva años sin los equipos necesarios para trabajar: “Estamos al límite”
Jefes del CNIO, que tiene un déficit de 4,5 millones de euros, culpan a su directora, María Blasco, del estado de abandono del centro
El mayor centro de investigación del cáncer en España está al borde del precipicio. El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid, lleva años sufriendo en silencio una situación surrealista: la ciencia avanza mucho más despacio de lo que debería porque de sus cuatro microscopios confocales, esenciales para poder investigar los procesos bioquímicos que dan lugar al cáncer, ya solo funciona uno.
Los jefes de este buque insignia de la investigación pública en España llevan años...
El mayor centro de investigación del cáncer en España está al borde del precipicio. El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid, lleva años sufriendo en silencio una situación surrealista: la ciencia avanza mucho más despacio de lo que debería porque de sus cuatro microscopios confocales, esenciales para poder investigar los procesos bioquímicos que dan lugar al cáncer, ya solo funciona uno.
Los jefes de este buque insignia de la investigación pública en España llevan años denunciando la situación ante su directora, María Blasco, y ante el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, del que depende, sin que se haya solucionado el problema. El centro, que fue fundado en 1998 para ser la referencia en investigación oncológica, está muy por debajo de lo que estaba hace unos pocos años, un problema que las fuentes consultadas achacan directamente a la mala gestión de su actual directora, que lleva 13 años en el cargo sin que haya planes para relevarla.
“Estamos en una situación límite”, explica Manuel Valiente, que investiga el cáncer cerebral en el CNIO. Carecer de microscopios confocales, apunta, es como quedarse “ciego” ante el cáncer. “Es una herramienta de uso rutinario que necesitamos todos los grupos de investigación. Es nuestra herramienta básica para visualizar y entender, por ejemplo, cómo las células cancerosas invaden un órgano concreto. Sin él no podemos ver”, destaca. Hay tal cuello de botella que algunos investigadores están yendo a otros centros de investigación para usar su equipamiento, algo insólito en un centro que maneja un presupuesto total de más de 40 millones de euros. La vejez de los equipos dejan al CNIO muy lejos de la capacidad tecnológica de otros centros aparentemente más modestos, como el Centro Nacional de Biotecnología, o el Severo Ochoa, dependientes del CSIC, o el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, que llegan a tener hasta seis microscopios confocales.
Los investigadores llevan alertando de esta situación al menos desde 2022, según demuestran cartas a las que ha tenido acceso este periódico. La primera misiva va dirigida a Blasco y a Óscar Fernández-Capetillo, vicedirector del centro desde 2015. La segunda carta era para Raquel Yotti, que entonces era secretaria general de Investigación en el Ministerio de Ciencia e Innovación, y presidenta del patronato del CNIO. En esta última, los ocho jefes del programa de oncología molecular alertaban: “Estamos muy preocupados por lo que consideramos una gestión deficiente del centro”. A la falta de microscopios operativos se sumaba una situación peligrosa en el animalario, con ratones aquejados de infecciones, el abandono del centro de científicos de primer nivel, y la falta de liderazgo y soluciones por parte de Blasco.
Las quejas han continuado hasta esta misma semana, cuando la jefa de la unidad de microscopía ha alertado en un correo electrónico a Blasco de que las averías en los equipos, obsoletos y sin posible reparación, hacen que el CNIO sea “incapaz” de “responder las necesidades de microscopía” de sus investigadores. La jefa ruega a Blasco que “priorice” la compra de un nuevo microscopio. Pero la compra prevista para este año fue cancelada por falta de fondos, explican fuentes del centro.
María Blasco ha declinado responder las preguntas de este diario, incluido si planea dimitir. En un correo electrónico, la dirección del centro contesta que tienen prevista la compra de varios equipos en sus planes de actuación y que para el año próximo esperan adquirir un nuevo microscopio confocal. Añaden que el centro sigue siendo competitivo a nivel internacional y produciendo ciencia de primer nivel, aunque reconocen que tienen un déficit de 4,5 millones de euros.
Una de las reclamaciones de los jefes del CNIO es que se releve a Blasco de la dirección. Como sucede en otros centros de investigación punteros, no existe un reglamento claro para relevar al director, lo que permite que estos se eternicen en el cargo como si fueran monarcas. La situación en el centro de investigación oncológica es especialmente llamativa, pues durante los últimos años apenas nadie se atrevía a cuestionar en público la gestión de Blasco, ni a pedir su dimisión.
“El CNIO lleva 10 años sin cabeza” resume Marcos Malumbres, que ha sido jefe del grupo de División Celular y Cáncer en el CNIO. “Es el único centro de su clase que debería ir mucho mejor de lo que va y se debe a la falta de dirección, que nos está pasando una enorme factura. La falta de conexión con la realidad de la directora es absoluta”, añade. Malumbres es uno de los científicos que han decidido dejar el CNIO. A principios de 2025 estará afiliado al Instituto de Oncología Vall d’Hebrón, en Barcelona, como investigador ICREA. Antes que Malumbres, el centro perdió a referentes como Manuel Serrano o Alfonso Valencia. El CNIO lleva dos años buscando a un nuevo director de programa, sin éxito.
Paco Real es jefe de grupo en el CNIO desde 2007. “La situación del centro es crítica”, alerta. “El CNIO ha perdido competitividad en la última década y los investigadores del centro han manifestado su preocupación acerca de este problema repetidamente a la dirección científica. La ciencia va más lenta de lo que debería y no hay visos de solución”, lamenta.
La plantilla del CNIO, de casi 700 personas, está especialmente molesta en los últimos días por las revelaciones de que el programa CNIO Arte, una iniciativa creada por Blasco para realizar y adquirir obras de arte y hacer viajes el Ártico o Mozambique, ha tenido un coste total de 877.787,99 euros, según un informe de Transparencia adelantado por Abc, y confirmado por este diario. Esa cantidad incluye 291.979,35 euros para la adquisición de obras de arte, y 585.106 euros de personal que trabaja parcialmente en este proyecto.
“Llama la atención el gasto en CNIO Arte, algo que no promociona la ciencia que se hace en el centro, en viajes de placer para la directora junto con varios artistas”, explican fuentes del comité de empresa del centro. Durante años, la entrada del CNIO ha estado adornada con pancartas que reclamaban una subida salarial para científicos y técnicos, cuyo sueldo no llegaba a 17.000 euros al año. Mientras, Blasco “cobra 230.000 euros al año”, aseguran las mismas fuentes.
La web del CNIO explica que este programa se financia gracias al apoyo de entidades privadas colaboradoras que específicamente quieren donar dinero para esta acción. Añaden que este proyecto ha generado 704.000 euros.
Esta crisis llega en el peor momento. El organismo tiene un déficit de 4,5 millones de euros, debido en parte a que la subvención nominativa que recibe del Ministerio de Ciencia, de unos 22 millones de euros, no se ha actualizado desde hace años para corregir la inflación, según explican fuentes cercanas a la dirección. El resultado es que las cuentas recogen todo tipo de malabarismos para compensar las pérdidas, por ejemplo con herencias que algunas personas donan al organismo, cuyo importe es de entorno a medio millón de euros cada año, aunque no llega para paliar la pérdida, detallan las mismas fuentes. La compra de microscopios confocales sigue congelada por falta de dinero. La solución provisional será alquilar una unidad nueva en 2025. Un microscopio confocal nuevo cuesta unos 900.000 euros, una suma parecida a la que Transparencia achaca al programa CNIO Arte desde que fue creado por Blasco en 2018.
¿Tienes más información sobre este caso u otros similares? Puedes escribirnos a ndominguez@elpais.es.