Un proyecto consigue 12 días de supervivencia de tres fetos de oveja en placentas artificiales: “Tenemos que engañar a la naturaleza”
Un ensayo liderado por los hospitales Clínic de Barcelona y Sant Joan de Déu inicia la segunda fase para alargar la vida de bebés de menos de 26 semanas de gestación fuera del útero materno
El primer proyecto europeo para elaborar placentas artificiales para bebés extremadamente prematuros ya tiene los resultados de su primera fase. Los investigadores de los hospitales Clínic y Sant Joan de Déu han conseguido mantener con vida durante 12 días tres fetos de oveja en un sistema extracorpóreo de alta complejidad que simula la placenta natural. Los expertos consideran que el resultado abre las puertas a conseguir en un periodo de tres años un p...
El primer proyecto europeo para elaborar placentas artificiales para bebés extremadamente prematuros ya tiene los resultados de su primera fase. Los investigadores de los hospitales Clínic y Sant Joan de Déu han conseguido mantener con vida durante 12 días tres fetos de oveja en un sistema extracorpóreo de alta complejidad que simula la placenta natural. Los expertos consideran que el resultado abre las puertas a conseguir en un periodo de tres años un prototipo preparado para estudios clínicos y garantizar una supervivencia de “tres o cuatro semanas” en la placenta artificial.
El ensayo busca reproducir y prolongar las condiciones fisiológicas del útero materno. A los seis meses, los pulmones, intestinos y el cerebro del feto están poco desarrollados y no se encuentran preparados para funcionar de forma correcta fuera de la placenta natural. “Un recién nacido prematuro extremo es, en realidad, un feto que debe sobrevivir en un entorno muy antinatural”, comparan los expertos. La placenta artificial pretende convertirse precisamente en el entorno más adecuado posible. En Europa nacen cada año unos 25.000 bebés extremadamente prematuros.
Las complejidades del proceso son varias. La primera, la dificultad para garantizar la transición del feto de la placenta materna a la placenta artificial: el cordón umbilical, que garantiza el intercambio de nutrientes y de oxígeno entre el embrión y la placenta, se cierra irreversiblemente con una bajada de temperatura de dos grados porque entiende que el bebé ya ha salido. “Tenemos que engañar a la naturaleza”, confiesa Eduard Gratacós, líder del proyecto. El equipo ha conseguido que todas las transiciones realizadas en el último año hayan sido exitosas.
El primer prototipo desarrollado incluye un entorno protegido compuesto por un contenedor translúcido fabricado en material biocompatible y conectado a un sistema de circulación de líquido amniótico que permite mantener al feto en un entorno líquido aislado de los estímulos exteriores, pero accesible para realizar controles ecográficos y permitir la monitorización continua del feto.
El sistema incluye un sistema de circulación extracorpórea, compuesto por una membrana oxigenadora y un sistema de piezas diseñadas para facilitar la circulación sanguínea y su oxigenación, que simula lo que se produce de manera natural en la vida intrauterina. “Hemos creado un entorno con un líquido exactamente igual que el que le rodea en la placenta natural, porque cualquier diferencia la nota mucho”, apunta Gratacós.
El proyecto ha trabajado con unos 50 ejemplares de fetos de oveja porque reproduce las características de tamaño, de sistema pulmonar y cardiovasculares similares a las humanas. De estos, tres ejemplares han conseguido sobrevivir 12 días y unos cuantos más (no han concretado la cifra exacta), entre nueve y 10 días.
Tras esta primera fase, iniciada en 2020 y financiada con 3,35 millones de euros por la Fundación La Caixa, seguirá una segunda (2023-2025) con 4,3 millones de euros más que tratará de ampliar a cuatro semanas la supervivencia, llevar todo el sistema a un nivel de seguridad “extrema” y desarrollar el marco bioético. “En el futuro, no sabemos cuándo, habrá placentas artificiales”, defiende Gratacós.
“Los hospitales deben implicar a los padres y a otros grupos relevantes de la comunidad a la hora de redactar unas directrices sólidas y exhaustivas para su uso”, reclama Kelly Werner, profesora adjunta de Pediatría de la División de Neonatología de la Universidad de Columbia, en Nueva York (EE UU), en declaraciones al Science Media Centre España. La pediatra ha reclamado protocolos concretos para el uso de la placenta artificial y, en todo caso, insiste en garantizar los partos naturales. “Aunque se trata de un avance alentador, la placenta artificial no pretende sustituir a la placenta natural. Es decir, a pesar de estos avances, debemos hacer todo lo posible por apoyar la salud materna y disminuir los factores de riesgo que conducen al parto prematuro”.
Actualmente, hay otros estudios similares en marcha en Estados Unidos, Japón y Australia. En la Universidad de Michigan (EE UU) se está desarrollando un modelo similar de placenta artificial, mientras que en la Universidad de Pensilvania (EE UU), la Universidad de Tohuku (Japón) y la Universidad de Western Australia se están desarrollando modelos de útero artificial. Según los investigadores, únicamente el proyecto de Philadelphia (Pensilvania) mejora sus resultados. “Consiguieron un máximo de 28 días. El resto, entre siete y 10 días. El proyecto de Barcelona es muy sólido”, insiste el líder del proyecto.
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