Las mejores ilustraciones científicas de la historia
Un monumental libro recopila las estampas científicas más brillantes, desde el siglo XV hasta la actualidad
Desde las teorías heliocentristas de Copérnico y las leyes de Newton hasta la secuenciación del genoma humano y la proyección y construcción del gran colisionador de hadrones del CERN; la ilustración científica se aplica como un arte que sirve no solo para comprender, sino también para registrar, estudiar, explicar, proyectar, construir, catalogar, comunicar y divulgar. Una herramienta que ofrece la disciplina de la comunicación visual y que hoy en día sigue siendo uno de los más precisos métodos que tenemos para captar y visualizar según que imágenes o datos, ya que permite ilustrar exactamen...
Desde las teorías heliocentristas de Copérnico y las leyes de Newton hasta la secuenciación del genoma humano y la proyección y construcción del gran colisionador de hadrones del CERN; la ilustración científica se aplica como un arte que sirve no solo para comprender, sino también para registrar, estudiar, explicar, proyectar, construir, catalogar, comunicar y divulgar. Una herramienta que ofrece la disciplina de la comunicación visual y que hoy en día sigue siendo uno de los más precisos métodos que tenemos para captar y visualizar según que imágenes o datos, ya que permite ilustrar exactamente lo que los científicos quieren señalar, y no solo captar datos planos como lo hacen las fotografías. También permite ilustrar conceptos complejos y abstracciones (como las matemáticas o la física), visualizar datos, reproducir procesos biológicos, recrear escenarios y animales del pasado remoto, o incluso proyectar y construir edificios y máquinas.
Si nos paramos a observar una ilustración científica podremos apreciar que no tiene nada que ver con la ilustración de carácter artístico. Se puede ver cómo estética y autor se dejan a un lado. El ilustrador científico ejerce el elegante y humilde arte de mostrar simplemente lo que un emisor (en este caso científico) ha de visualizar, sin distraer la atención hacia ningún otro elemento que el que ha de mostrar, ni dejar su huella como autor. Si aprecias belleza en una ilustración científica es porque es inherente a la naturaleza de su modelo, y por su valor científico mismo.
Un gran y temprano ejemplo es el de la Liebre joven que Alberto Durero realizó en 1502, sin ningún elemento estético que distraiga nuestra atención de la información a visualizar. Es necesario destacar que la ciencia no solo se ilustra con dibujos, sino también se representa con gráficos estadísticos, infografías, tablas y esquemas, que necesitan ser procesados por el trabajo conjunto de ilustradores científicos, diseñadores gráficos, científicos y comunicadores científicos. La ilustración científica más perfecta de la historia, para gran parte de la comunidad científica, es la tabla periódica de los elementos. Una tabla que facilita el estudio, la información y la clasificación de los elementos químicos de un simple vistazo, y es tan excepcional que el propio Dmitri Mendeléyev dejó los espacios vacíos para los elementos que aún no se habían descubierto en su época.
Por otro lado, también cabe destacar a lo largo de la historia de la ciencia el inmenso trabajo de otros perfiles, como el de los impresores y editores a la hora de reproducir textos con ilustraciones científicas cada vez más complejas. Un gran ejemplo es el del impresor Erhard Ratdolt (considerado el primer editor científico de la historia) que consciente de la importancia que tenía representar y sintetizar los ejemplos matemáticos a través del grafismo, en 1482 produjo los Elementos de Euclides por primera vez en latín, lidiando con las grandes dificultades compositivas de los diagramas geométricos. O el del editor Johannes Oporinus quien supo aplicar los refinados grabados en madera que se tuvieron que crear para editar el De Humani Corporis Fabrica de Vesalio, publicado en 1543. La obra de Vesalio fue la primera anatomía moderna, basada en modelos de cadáveres humanos; el primer estudio completo de los órganos del cuerpo humano y su estructura, que permitió refutar decenas de teorías anatómicas de Galeno.
En el proceso de creación de Ilustración Científica: Una historia visual del conocimiento del siglo XV a nuestros días (Taschen) tuve la inmensa suerte de poder documentarme prácticamente sin obstáculo alguno, salvo excepciones muy contadas, para dar con los documentos originales de algunos de los hitos científicos más importantes de la historia de la ciencia moderna. Hecho que me permitió buscar en archivos de todo el mundo y poder apreciar mucho mejor el uso de las ilustraciones científicas que acompañaban a esos documentos. No obstante, entre miles de ilustraciones capitales, cada cual importante en su disciplina, no dudaría en destacar algunas.
No seré muy original al coincidir en considerar que la ilustración científica más perfecta a día de hoy, sigue siendo la tabla periódica de los elementos, por lo anteriormente comentado. Pero, sin duda también daría especial importancia a las ilustraciones que Robert Hooke realizó en su obra Micrographia publicado en 1665, el primer superventas de la divulgación científica y que acuña el nombre de “célula”, al citar como Hooke observó con un microscopio óptico los poros de una lámina de corcho que le recordaron las pequeñas celdas monacales de los monasterios. Hoy en día, sus ilustraciones de cuerpos diminutos siguen asombrando y aportando datos útiles a la comunidad científica.
Por otro lado, también destacaría las ilustraciones de los cuadernos de laboratorio de Marie Curie, unos gráficos muy sencillos que acompañan a las anotaciones históricas de los primeros pasos de la física nuclear. Cabe mencionar que los cuadernos de Marie Curie siguen siendo radioactivos, y para poder consultarlos, la Biblioteca Nacional de Francia obliga a firmar un consentimiento al investigador conforme sabe que esos documentos son radioactivos y que la BNF no se hace responsable de las consecuencias que puedan afectar al investigador; y proceder a la consulta con un traje especial. Y también, son muy interesantes las de los cuadernos de Alexander Fleming con las anotaciones de los primeros registros que ayudaron a descubrir el uso médico de la penicilina, uno de los hitos más importantes del siglo XX. Sin duda alguna también son magníficas las que realizaron Santiago Ramón y Cajal y Camillo Golgi, en las investigaciones que los llevaron a obtener el premio Nobel de medicina, por su aportación a la doctrina de la neurona, que demostraría que el sistema nervioso no es un simple tejido conectado, sino que está estructurado por células discretas, con prolongaciones denominadas axones y dendritas.
Siguiendo por la rama de anatomía humana no podemos olvidar a los grandes ilustradores científicos de la disciplina médica, como por ejemplo Jan Stefan van Calcar, del estudio de Tiziano, quien realizó las ilustraciones de De humani corporis fabrica de Vesalio; Nicolas Henri Jacob quien realizó las increíbles ilustraciones del atlas anatómico de Jean-Baptiste Marc Bourgery en el siglo XIX, o ya en el siglo XX al Dr. Frank H. Netter, ilustrador reconocido por sus trabajos para farmacéuticas, y editoriales médicas. También es autor de las ilustraciones de los atlas anatómicos más consultados por los estudiantes de medicina desde los años 70.
Otra magnífica ilustración científica es el gráfico de George Lemaître que representa la evolución temporal del radio del universo con la constante cosmológica, para un espacio de curvatura positiva. Una de las primeras ilustraciones de sus estudios sobre el átomo primitivo (popularizado como la teoría del Big Bang) dedicadas al origen del universo desde el punto de vista de la física cuántica. En esta curva podemos ver que todos los modelos parten de una singularidad (x = 0, t = 0) y cómo para una constante cosmológica suficientemente grande el universo se expande.
Por último y no menos importantes, señalaría las ilustraciones de Maria Sivylla Merian, pionera de la entomología, que refutó que los insectos no nacían espontáneamente del lodo en putrefacción. Sivylla realizó una serie de cuadernos de campo rigurosos, aportando anotaciones y escrupulosas ilustraciones que la llevaron a documentar de forma magistral la metamorfosis de las mariposas. Y también las ilustraciones del ornitólogo y pintor John James Audubon, quien fue pionero de la ornitología en América, y que dedicó buena parte de su carrera a hacer el inventario de especies de aves de Norteamérica.
El libro Ilustración Científica... está concebido como una celebración de la ciencia, que visualiza la importancia de que ésta debe de ser comprensible y accesible para el gran público, y que la ilustración científica también juega un papel principal en esta ecuación; muestra precisamente un recorrido visual por la historia de la ciencia a través de las ilustraciones de los hitos científicos como ejemplo de que es un elemento vital para su comprensión. También se puede observar que muchos de estos hitos, sobre todo los de los primeros siglos de la historia de la ciencia moderna querían llegar al gran público y se editaron libros accesibles, y que nunca trataron de rebajar el nivel de la ciencia, sino que se explicaba de forma entendedora. No obstante, la especialización científica con los siglos ha evolucionado tanto (más de 70.000 ramas reconocidas por la catalogación decimal universal del conocimiento humano a día de hoy) que la literatura científica apenas es entendida ya entre científicos de distintas ramas de una misma disciplina. Un hecho más bien grave y que no nos aleja mucho de la fe ciega. Tal como señalaba Carl Sagan, no deberíamos permitir que la ciencia esté en manos de una pequeña élite intelectual, que solo esta pueda entender, ya que así podremos velar todos por ella y también explotar su potencial mucho más allá.
El arte de entender la ciencia empieza en el arte de comunicar la ciencia. El trabajo de los ilustradores científicos se torna clave para que tanto el gran público pueda entender la ciencia, como para que los científicos se entiendan entre ellos.
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Ilustración científica
Ilustración Científica: Una historia visual del conocimiento del siglo XV a nuestros días.
Editorial: Taschen.
Temática: Historia de la ciencia.
Autora: Anna Escardó.
Número de páginas: 436.
Precio: 60€.