Los españoles, cada vez menos preocupados por la pandemia
Las encuestas apuntan a un descenso de la preocupación, del sentimiento de depresión y del seguimiento de las medidas básicas, aunque la sensación de miedo se mantiene
Con la caída del estado de alarma, la relajación de las medidas sanitarias y el acelerado ritmo de vacunación, la sociedad española está cada vez menos preocupada por el coronavirus. La sexta entrega de una encuesta del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) señala que el porcentaje de ciudadanos a los que les preocupa mucho o muchísimo el coronavirus descendió desde el 52% al 48%. Es la segunda ronda consecutiva en que se reduce. La fatiga pandémica también ha decrecido (la afirmación “me siento en tensión tratando de seg...
Con la caída del estado de alarma, la relajación de las medidas sanitarias y el acelerado ritmo de vacunación, la sociedad española está cada vez menos preocupada por el coronavirus. La sexta entrega de una encuesta del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) señala que el porcentaje de ciudadanos a los que les preocupa mucho o muchísimo el coronavirus descendió desde el 52% al 48%. Es la segunda ronda consecutiva en que se reduce. La fatiga pandémica también ha decrecido (la afirmación “me siento en tensión tratando de seguir todas las recomendaciones” es a la que más apoyo ha perdido de los entrevistados), y los encuestados aseguran “estar cansados de los debates sobre la covid” y “hartos” de oír hablar del tema. María Romay Barja, investigadora del Centro Nacional de Medicina Tropical del ISCIII y una de las autoras de la encuesta, asegura: “Estamos ya cansados de la pandemia y tenemos la necesidad de tener nuestra vida y aunque vemos lo que está pasando, estamos decididos a seguir adelante”.
Esa mejoría ha permitido aliviar ligeramente la carga mental y el porcentaje de personas que aseguraron sentirse deprimidas descendió de un 44% a un 36% entre la quinta y la sexta oleada de la encuesta Cosmo-Spain, realizada por el ISCIII cada dos meses. En la ronda de entrevistas anterior, un 69% consideraba que el coronavirus se propaga a gran velocidad, porcentaje que se ha reducido hasta el 43% en esta última tanda. Aunque estos datos son positivos, un 40% de la población encuestada sigue teniendo sensación de miedo, el mismo porcentaje que en las entrevistas anteriores. Los expertos consultados aseguran que es difícil hacer una foto homogénea de la actitud de la sociedad, ya que varía mucho en función del grupo social y la incidencia de la pandemia.
Esta relajación se manifiesta en un seguimiento menos estricto de las medidas sanitarias. Según un sondeo de la Fundación Española para la Ciencia Y la Tecnología (FECYT), dependiente del Ministerio de Ciencia, en mayo, solo un 32% de la población aseguraba haber evitado de manera estricta los contactos sociales (20 puntos menos que en enero) y un 49% aseguró que había evitado permanecer en espacios cerrados con gente de fuera de su ámbito de convivencia. Según Josep Lobera, profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid y uno de los autores de esta encuesta, esa relajación se explica por el nivel de inmunización. “Las personas que están vacunadas perciben que ya son inmunes. Y no es exactamente así”, dice. Algo similar pasa con los jóvenes, aunque ellos tienen un menor porcentaje de vacunación: “Perciben que, como sus mayores están protegidos, ya se ha acabado todo”. Lobera remarca la “fuerte división” que hay en cómo se concibe la pandemia. “El comportamiento no es uniforme, va por grupos. Hay gente que se sigue protegiendo muchísimo y hay gente que se ha relajado mucho”, remata.
En la ronda de entrevistas realizada por la FECYT en mayo, un 83% de los ciudadanos se mostraba totalmente convencido de vacunarse tan pronto como le fuera posible
A pesar de la irrupción de la quinta ola provocada por la variante delta, mucho más contagiosa, la intranquilidad por la pandemia apenas se ha alterado. “No ha habido un aumento de preocupación por la variante delta”, dice Romay Barja. Actualmente, su equipo está analizando las respuestas recabadas durante la séptima ronda de entrevistas, de la que adelanta algunos datos. “Cuando les preguntábamos si estaban preocupados por la variable delta, esta era su cuarta preocupación. La primera era perder a un ser querido, la segunda es infectar a la familia, la siguiente es la saturación de los servicios sanitarios y la siguiente las nuevas cepas de coronavirus”, comenta.
La confianza en las vacunas es otro de los aspectos clave de la pandemia. El sondeo de la FECYT se ha realizado en tres oleadas (julio de 2020 y enero y mayo de 2021) y en todas ellas la predisposición a inmunizarse ha ido aumentando. El verano pasado, solo un 32% de la población se mostraba totalmente convencido de vacunarse tan pronto como le fuera posible, pero en enero este porcentaje aumentó hasta el 58%. Con la tercera tanda de preguntas, la predisposición había subido hasta el 83%. Esto ha permitido al Gobierno esquivar el debate sobre la obligatoriedad de la vacuna, a diferencia de otros países del entorno. Actualmente, España es uno de los grandes países de Europa que más vacunas pone en función de su población, a pesar de que el ritmo ha caído debido al comienzo de las vacaciones. A 12 de agosto, España tenía completamente inmunizado al 61,7% de su población y un 72,3% había recibido la primera dosis.
En Alemania, el ritmo de vacunación también ha descendido en las últimas semanas y lo ha hecho en mayor proporción que en España. El pico de vacunación se produjo el 14 de junio, cuando se suministraron más de 870.000 dosis. El 11 de agosto, esa cifra se había reducido hasta las 348.000, según Our World In Data. Según los últimos datos disponibles, el 55,7% de la población germana tiene la inmunidad completa, frente al 62,4% que ha recibido una dosis. En el caso de Francia, la caída ha sido menor. El país vecino venía inyectando unas 570.000 vacunas durante todo junio, aunque a 10 de agosto esta cifra se había reducido a unas 485.000 dosis diarias. La imposición a mediados de julio del certificado covid, que limita buena parte de las actividades diarias de los no vacunados, hizo que más de 1,3 millones de franceses pidiesen cita. Un 52,8% de los franceses se ha inyectado las dos vacunas, mientras que el 69,3% ha recibido un solo pinchazo.
Según Lobera, las diferencias entre España y el resto de países de la Unión Europea en cuanto a las vacunas vienen de lejos, concretamente de la Transición. “El sistema sanitario universal, tal y como lo entendemos, está vinculado con esa idea de progreso que vivimos en los años ochenta. Para la gente, la Unión Europea, el sistema de salud y la democracia son cuestiones que van muy unidas y están muy vinculadas”, explica. Por ello, y según el investigador, el sistema sanitario es una de las instituciones más respetadas y que mayor confianza genera entre la población. La investigación también apunta a otros dos factores que han contribuido. El primero es la difusión de imágenes del personal sanitario y mayores de las residencias recibiendo las primeras dosis. El segundo, la irrupción de la tercera ola y las nuevas variantes, que aumentaron la percepción del riesgo de la sociedad española.
Peso del movimiento antivacunas
Esa confianza en las autoridades sanitarias supone un cortafuegos importante para que los movimientos antivacunas se desarrollen en España. Según la encuesta llevada a cabo por Lobera, solo un 8% de los españoles cree que las vacunas son dañinas para los niños y niñas y que este hecho se oculta. Según el último sondeo del ISCIII, el porcentaje de población que no cree en las vacunas es de un 9%, aunque ha crecido un 3% desde la ronda de entrevistas anterior. En España, el número de manifestaciones de este colectivo ha sido bajo y, cuando las ha habido, no han tenido grandes cifras de asistencia.
En Alemania, por contra, sí que se han convocado muchas movilizaciones. Una de las más numerosas tuvo lugar en marzo en la ciudad de Kassel, donde se reunieron sin permiso entre 15.000 y 20.000 personas y se produjeron enfrentamientos con la policía. En aquella ocasión, los manifestantes no respetaron la distancia de seguridad ni llevaron mascarillas. Los servicios secretos advirtieron a finales de 2020 sobre los peligros que podían provocar ciertos grupos escépticos. “La legítima protesta contra las medidas gubernamentales para contener la pandemia de coronavirus está dando paso cada vez más a una hostilidad fundamental hacia el Estado y la política a una escala preocupante”, aseguraron entonces en un comunicado las autoridades del Estado de Baden-Wurtemberg.
Históricamente, España ha tenido cifras de vacunación superiores al resto de países de alrededor. “Eso hace también que las teorías de la conspiración se difundan en menor medida y eso hace que nuestro entorno se vacune más y nosotros imitemos también lo que hacen otras personas. Es como una especie de bola de nieve que hace que estemos en una posición más favorable”, dice Lobera. Pero el experto pide prudencia: “No quiere decir que en España no se vayan a desarrollar [estos movimientos] en los próximos meses. Todos estos elementos están ahí, pero si hay alguna cuestión que se debilita, por ejemplo, la percepción del riesgo de la enfermedad o la confianza en las instituciones sanitarias, existe la posibilidad de que aparezcan manifestaciones importantes contra el pasaporte covid, por ejemplo”.
En el resto de grandes países europeos, también ha habido movilizaciones, aunque las mayoritarias no iban frontalmente contra las vacunas, sino contra otras medidas gubernamentales, como los certificados covid. En Francia, el colectivo hostelero ya se movilizó contra las restricciones a los bares y restaurantes a finales de 2020, aunque las protestas se han intensificado a raíz de las limitaciones a los no vacunados. Desde este lunes, el certificado covid (o una prueba de haber pasado el covid o un test negativo) es necesario para acceder a bares y restaurantes, tanto al interior como a las terrazas; a lugares de ocio como museos o cines donde se concentren más de 50 personas y para tomar vuelos nacionales y trenes de larga distancia, entre otras actividades. Tras las manifestaciones del pasado sábado, ya se han encadenado cuatro semanas seguidas de protestas. Según el Gobierno francés, en esta última ocasión más de 230.000 personas protestaron en más de 150 ciudades. Una semana antes, la cifra estaba en torno a los 200.000 asistentes.
Una situación similar se ha vivido en Italia en las últimas semanas, donde el Gobierno también exige presentar el certificado de vacunación covid como condición para entrar en el interior de bares y restaurantes desde el 6 de agosto. Por el momento, bastará con tener una dosis para poder acceder a estos locales, pero el Ejecutivo planea endurecer esta medida y podría pedir las dos dosis a partir de septiembre. En el caso del país transalpino, las protestas han sido menos multitudinarias, pero se han extendido por todo el territorio, desde Turín hasta Nápoles, pasando por Milán, Roma o Palermo. En España, el certificado covid aún no se ha implantado. Solo Galicia lo pedía para acceder al interior de restaurantes y locales de ocio nocturno, pero el Tribunal Superior de Justicia de la comunidad dejó sin efecto la orden este jueves. Canarias, Cantabria y Andalucía también quisieron imponerlo, pero tampoco lograron el aval judicial.
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