Un eclipse solar total oscurece Chile y Argentina
La sombra de la luna proyectada sobre la Tierra se ha observado en distintas zonas de ambos países, sobre todo en el sur
A 17 meses del eclipse total de Sol que paralizó el extremo sur de América Latina en julio de 2019, Chile y Argentina han tenido la suerte de revivir el fenómeno, aunque esta vez en medio de una pandemia, lo que ha restringido lo que podría haber sido una nueva gran fiesta ciudadana. A la una de la tarde hora local, en la zona donde mejor se pudo apreciar –las regiones de La Araucanía y Los Ríos, a unos mil kilómetros a...
A 17 meses del eclipse total de Sol que paralizó el extremo sur de América Latina en julio de 2019, Chile y Argentina han tenido la suerte de revivir el fenómeno, aunque esta vez en medio de una pandemia, lo que ha restringido lo que podría haber sido una nueva gran fiesta ciudadana. A la una de la tarde hora local, en la zona donde mejor se pudo apreciar –las regiones de La Araucanía y Los Ríos, a unos mil kilómetros al sur de Santiago de Chile y en Río Negro y Neuquén, en el sur de Argentina–, el día se transformó totalmente en noche por dos minutos. Aunque la jornada amaneció nublada y con chubascos en este territorio, para desilusión de astrónomos y viajeros que querían observar directamente la estrella, la misma condición de los cielos hizo que la oscuridad fuera aún mayor en ciudades y pequeños pueblos de la zona, como la turística Pucón y Puerto Saavedra en Chile o Las Grutas, en Argentina. Los gritos iniciales de la gente se transformaron en un silencio casi místico.
En Santiago de Chile, aunque no era el mejor lugar para observar el eclipse, con cielos totalmente despejados y con un sol radiante, la sombra de la luna proyectada sobre la Tierra oscureció levemente un día casi de verano, lo que desconcertó a pájaros y otros animales. Aunque la mayor cantidad de estudiantes no están en clase por la crisis sanitaria, instituciones como el Museo Interactivo Mirador repartió instructivos de divulgación para informar y evitar accidentes oculares. La televisión transmitió en directo y en todas las ciudades hubo postales de ciudadanos mirando con gafas hacia el cielo. Incluso en La Moneda, el palacio de Gobierno de Chile, donde los funcionarios salieron al patio para no perderse el fenómeno.
El astrónomo y divulgador científico chileno Mario Hamuy explica desde el municipio de Teodoro Schmidt, el sur de Chile, las diferencias con el eclipse de 2019, que pudo apreciarse en toda su magnitud en el norte del país. “El del año pasado ocurrió una hora y media antes del atardecer y en pleno invierno, por lo que el Sol estaba bajo en el cielo. En cambio, ahora, a la una de la tarde y acercándonos al verano, el Sol está cerca de la vertical”, comenta Hamuy. Aunque la Luna está más lejos y la sombra del eclipse fue menos grande en comparación al 2019, pasó con mayor lentitud por las regiones de la Araucanía y Los Ríos, por la hora del día.
Cada año hay dos eclipses de sol provocados por el cruce de la órbita de la luna sobre la tierra, pero sólo es total si se alinean de forma perfecta para bloquear por completo la luz del sol. Si bien el sol es 400 veces más grande que la luna, está también 400 veces más lejos. La franja donde el cielo se oscureció del todo fue de 90 kilómetros. De forma parcial pudo apreciarse en el resto de Chile y de Argentina y también en los vecinos Bolivia, Perú, Uruguay y Paraguay.
“Es muy curioso tener dos eclipses totales de sol en la misma zona con tan poca distancia, en años consecutivos, pero no es algo anómalo, tiene que ver con el ciclo de Saros y ocurre cada 18 años. Volverán a verse con configuraciones muy parecidas en 2037 y 2038 en Angola y en 2055 y 2056 en Australia”, explica por teléfono el astrónomo argentino Rodrigo Díaz desde una playa cercana a Las Grutas, en la provincia patagónica de Río Negro.
En esa región “se vio de forma intermitente, con pasajes de nubes, pero igual se pudo ver la corona y los planetas alrededor del sol”, explicó Díaz. Este tipo de eclipses ofrecen una oportunidad única para que los astrónomos estudien la corona solar, un aura de gas de altísima intensidad que rodea la estrella. Aunque está siempre presente, como se trata de una luz tenue no puede verse cuando no se produce un eclipse. Entrega una valiosa información sobre los campos magnéticos del Sol, determinante para la vida de las personas en la Tierra. Permite mirar, además, las perlas de Baily y el anillo de diamante.
Las nubes en algunas regiones impidieron la observación tal y como hubiesen querido los científicos. Pero si el cielo hubiese estado totalmente despejado en el sur de ambos países, el día no se habría oscurecido tanto, lo que emocionó a miles de personas de estas regiones, especialmente golpeadas por la pandemia de la covid-19 en las últimas semanas. El coronavirus impidió que se repitiese la afluencia masiva de turistas internacionales vivida un año atrás y que los locales fuesen mayoría.
De acuerdo a la cosmovisión del pueblo mapuche, especialmente presente en las zonas del sur de Chile donde mejor se apreció el eclipse, este fenómeno astronómico no es un buen augurio y se observa con respeto, en ningún caso como una fiesta. Lo explica el libro Wenumapu: astronomía y cosmología mapuche, de Gabriel Pozo y Margarita Canio, académica de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de La Frontera, basado en conversaciones con 24 comunidades. En la zona de Caburgua, por ejemplo, los mapuches comenzaron a tocar sus instrumentos tradicionales, como el cultrún, lo que se escuchaba desde diferentes sectores. “Para los mapuches, los eclipses no son una buena energía y una buena señal”, explica Víctor Hugo Curin, líder de la comunidad Melivilú Melirrallen, en Melipeuco, donde se aclaró el cielo poco antes del pico del eclipse total de Sol.