“Me reemplazaron por un robot”: la automatización se instala en Chile “más rápidamente” de lo que se esperaba
La irrupción de la tecnología pone en riesgo a un cuarto de los ocupados. Amenaza sobre todo a hombres, dependientes, que ejercen un trabajo de mediana calificación
Pilar Larenas (Santiago de Chile, 48 años) ha sido testigo de cómo las máquinas están reemplazando a sus compañeras y compañeros de trabajo. Con 14 años de experiencia como cajera en un supermercado de la comuna de Ñuñoa, un la zona oriente de la capital chilena, dice que cada día son menos las personas que realizan su labor en el local donde trabaja. Las cajas de autoservicio se han ido multiplicando y los cajeros humanos, que antes eran 20, hoy son solo cuatro.
“Hace como dos o tres años empezaron a robotizar todo. Algunos cajeros pasaron a trabajar como operadores de tienda y a los que no quisieron aceptar el cambio les pagaron los años de servicio y se fueron. No creo que sea mala la robotización, porque las máquinas ayudan, pero está disminuyendo la mano de obra, está quedando más gente cesante”, dice Pilar. “Uno se siente como reemplazada por un robot, y a la larga advertimos que nos va a pasar a todos porque, al final van, a automatizar todo. En las bodegas del supermercado también están llegando máquinas que hacen el trabajo que antes hacían personas”, agrega.
El avance de la automatización preocupa a los trabajadores en Chile. Si bien se trata de un fenómeno que, a diferencia de los países más desarrollados, aún es incipiente en la economía del país sudamericano, sus efectos ya se están empezando a sentir en el mercado laboral. La automatización se aceleró con la pandemia, que obligó a muchas empresas a optimizar sus procesos e invertir en maquinaria ante la falta de mano de obra producto de las cuarentenas. Hoy este proceso sigue avanzando en la medida que las tecnologías se hacen más asequibles y la inteligencia artificial se masifica.
Es una realidad que la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), que reúne a los sindicatos de las principales industrias de Chile, mira con atención. David Acuña, presidente de la CUT, explica que la automatización “es algo que se está instalando más rápidamente de lo que pensábamos”.
Pablo Egaña, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) e investigador principal del Núcleo Milenio sobre Evolución del Trabajo, lleva años investigando el impacto de la automatización en Chile y otras economías del mundo. El académico explica que hoy todavía el efecto es acotado en comparación con los países de Europa o Estados Unidos. Según sus investigaciones, entre el 1% y el 2% de la pérdida de los empleos que aún no se han podido recuperar desde el período previo a la pandemia en Chile, tiene un efecto tecnológico, es decir “desapareció en forma permanente”. Y alerta que es un efecto que puede seguir aumentando en la medida que las empresas aumenten sus inversiones e investigación y desarrollo.
Un estudio publicado en septiembre de 2023 por el Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales, arrojó que en 2022 el 26,6% de los ocupados en Chile estaba en alto riesgo de automatización, es decir, tenían una probabilidad de 70% de que su trabajo fuera reemplazado por una máquina, software o robot. El documento constató que entre 2015 y 2022 el empleo con bajo riesgo de automatización creció 45,3%, seguido por el empleo con riesgo de automatización moderadamente bajo, que aumentó 24,9% durante el mismo periodo, lo que “es consistente con el avance del proceso de adopción tecnológica que sustituye tareas humanas que pueden ser definidas en términos de reglas codificables”.
Entre las ocupaciones donde se han destruido más empleos en 2022 respecto a 2020, el estudio indica que están secretarios, vendedores de tiendas y ayudantes de registros contables. “Ello podría estar sugiriendo que, al menos en parte, estas ocupaciones ya están sufriendo ajustes asociados a procesos de automatización. Por ello, es probable que estas ocupaciones sigan profundizando su declive en el futuro”, indica el documento. Los perfiles más amenazados corresponden a hombres que ejercen una ocupación de mediana calificación y que se ubican en el rango medio de nivel socioeconómico, según ingresos.
Otro estudio del Centro de Estudios Públicos (CEP), publicado en junio de 2023, estimó que del total de empleos existentes en el país, un 46% presentaba riesgo alto o medio de ser automatizado, basado en lo rutinario de sus tareas. Pero María José Abud, autora del estudio y exsubsecretaria de la Mujer del segundo Gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022), explica que es probable que se trate de una cifra que está subestimando parte del fenómeno, a la luz de lo que está ocurriendo hoy con la inteligencia artificial que es capaz de resolver problemas complejos y realizar tareas analíticas. “Estos datos están subestimando porque captan tareas rutinarias, pero ¿qué pasa con los alcances de la inteligencia artificial que todavía son desconocidos?”, advierte.
La amenaza de la inteligencia artificial es algo que también observa el Fondo Monetario Internacional (FMI). En su presentación en el Encuentro Nacional de Empresas (Enade) realizado en Santiago el 25 de abril, el director del Departamento para el Hemisferio Occidental del organismo, Rodrigo Valdés, ex ministro de Hacienda del segundo Gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018) mencionó que si bien en la región la exposición a la inteligencia artificial es “relativamente baja”, en Chile sí es alta y es un tema que debe mirarse con atención. “Debemos poner atención en qué se necesita en términos de legislación, de flexibilidad, de entrenamiento, para poder aprovechar esto”, señaló en su exposición.
Trabajadores inquietos
Para la cajera de supermercados Pilar Larenas, las nuevas máquinas son una amenaza permanente. “Uno vive en una situación de constante riesgo, porque no sabes si vas a tener trabajo en unos años más”, dice.
El presidente de la CUT dice que están preocupados y que para eso están participando de esta discusión con actores relevantes, como el Congreso del Futuro que a mediados de abril abrió una mesa sobre trabajo. “Los trabajadores entendemos que las empresas buscan optimizar y abaratar costos, pero también tenemos que ver cuál es la responsabilidad social de esas empresas con los cambios que afectan a la sociedad”, señala Acuña.
Según lo observado por la CUT, los rubros donde el reemplazo laboral por máquinas ya está ocurriendo de manera más evidente es el comercio, con las máquinas de autoservicio; en la gran minería, donde hoy los camiones se manejan de manera autónoma y donde parte importante de las operaciones de las faenas se controlan de manera remota desde Santiago. También en la industria del bodegaje que hoy se realiza cada vez más de manera automatizada. Mencionan también a la industria del cerdo y el pollo, donde hoy los empleos están concentrados principalmente en el cuidado de los animales, pero el proceso de producción y hasta el embalado hoy se realiza de manera cada vez más autónoma.
“Hay una irrupción tecnológica que nos preocupa”, señala Acuña, quien explica que en este nuevo contexto la capacitación de los trabajadores y su reconversión laboral es clave. “Lo que dicen es que cuando se elimina mano de obra se generan nuevos empleos, pero ¿cuáles son? Los trabajadores tenemos la capacidad de adaptación, pero necesitamos tener procesos de reconversión y capacitación para adquirir nuevas formas de trabajo. Las habilidades para estos nuevos empleos no están en la sociedad”, advierte.
La agenda de Estado
Desde el Gobierno de izquierdas de Gabriel Boric están conscientes de que se avecinan desafíos importantes relacionados al mercado laboral. Para eso, explican desde la subsecretaría del Trabajo, desde 2023, a través de la Comisión Asesora de Prospección Laboral, se lleva adelante una Estrategia Nacional de Prospección que realiza un monitoreo del mercado laboral con el fin de anticipar los cambios relacionados a la tecnología. Es una institucionalidad que entrega evidencia para la toma de decisiones de los servicios públicos, como el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence) y ChileValora, como se conoce al Sistema Nacional de Certificación de Competencias Laborales. Ambos organismos públicos “deben permanentemente reorientar su oferta formativa y su catálogo de perfiles, considerando que la automatización va dejando obsoleta la oferta pública, si esta no se actualiza”.
Para María José Abud, la autora del estudio del CEP, es clave trabajar en una agenda de Estado que permanezca en el tiempo que permita preparar a futuros y actuales trabajadores para la automatización. “Necesitamos tener una política de Estado. He visto que el subsecretario del Trabajo (Giorgio Boccardo) ha hecho esfuerzos con organismos internacionales para armar una agenda, pero tiene que ser algo más potente que quede en el tiempo. Hoy es un tema que no está”, dice.
Pablo Egaña, de la UAI, complementa. “Si antiguamente te echaban de cualquier sector u ocupación, tu decías ‘bueno, busco trabajo en lo mismo en otra parte, que es lo que sé hacer’. Pero si lo que haces deja de existir y nadie te contrata, tienes que reinventarte y eso es un desafío muy grande. Es un desafío que los países desarrollados tienen bastante más resuelto, hay estructuras de capacitación desarrolladas.Pero en lugares donde hasta la educación inicial es más precaria, es más difícil y necesitas crear ese músculo”, sentencia el académico.
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