Javier Milei y Mauricio Macri: la disputa por el poder detrás de la afinidad ideológica
La ambigua y cambiante relación entre el presidente y el exmandatario marca el devenir del Gobierno argentino
La relación oscilante y ambivalente entre Javier Milei y el expresidente Mauricio Macri (2015-2019) está marcando el pulso de la política institucional en Argentina. Pese a su afinidad ideológica y sintonía personal, la cuestión del liderazgo y del futuro de sus partidos ha imposibilitado una alianza. Ambos han intentado condicionarse mutuamente y, hasta ahora, ninguno ha cedido. En la última semana, el Ejecutivo sufrió tres derrotas consecutivas en el Congreso y los votos claves para la oposición fueron los del PRO, el partido de Macri que venía actuando como aliado de la ultraderecha. Consumada la demostración de fuerza, Macri hizo público su apoyo al presidente, mientras Milei, sin romper los puentes, declaró abiertamente su malestar y puso en duda que Macri conduzca a su partido. Al menos hasta las elecciones legislativas de 2025, el Gobierno estará en minoría en las dos cámaras legislativas y necesitará el respaldo del PRO. El expresidente lo sabe, tanto como que, si el escenario no cambia y Milei conserva apoyo popular, su propio poder decrecerá a medida que se aproximen los comicios.
La semana negra que le deparó el Congreso al Gobierno tuvo tres capítulos. Primero, una alianza circunstancial entre peronistas y radicales le impidió al partido de Milei, La Libertad Avanza, presidir una comisión bicameral estratégica, la que se ocupa de controlar a la Secretaría de Inteligencia (SIDE) y a sus recursos. El segundo capítulo se desarrolló en la Cámara de Diputados, donde 156 votos a favor —52 en contra— voltearon un decreto de Milei que le otorgaba millonarios fondos reservados a la SIDE. La tercera derrota la infligió el Senado, el jueves, al convertir en ley, por amplia mayoría de 61 votos contra 8, una nueva fórmula para aumentar las pensiones y revertir el ajuste previsional decretado por el presidente.
“Quieren romper a este Gobierno porque, si nos va bien, estas ratas no vuelven más”, disparó Milei el viernes, tras confirmar que vetará la ley previsional. El ultraderechista repitió que el equilibrio fiscal es el corazón de su proyecto y que aumentar los fondos para el sistema de pensiones “se paga con pobreza y menos crecimiento”. Macri venía de publicitar en los últimos días sus diferencias con el entorno del presidente, pero rápidamente buscó despegarse de lo que, horas antes, habían votado los legisladores de su partido: “Por el bienestar de nuestros jubilados y los nietos de los jubilados, apoyo el veto del presidente Milei”, fue su inesperado mensaje.
El mandatario respondió que esa definición de Macri “significa que él no maneja la tropa o la tropa no entiende lo que hace [...] Lo que dice [Macri] está en franca disidencia con lo que hicieron sus senadores que avalaron este delirio”. Milei también contó que se reunió con el expresidente el miércoles por la noche y que Macri defendió el rechazo al decreto que asignaba fondos secretos a la SIDE: “Me dio las explicaciones, pero la verdad no me resultaron satisfactorias”, sentenció.
“Incorporación hostil”
Desde que el año pasado Macri anunció su apoyo a Milei antes de la segunda vuelta electoral, siempre estuvo latente la posibilidad de un acuerdo de gobierno entre el PRO y La Libertad Avanza. Pero nunca se concretó.
“Con la aparición de Milei en el firmamento político argentino, hubo una especie de voluntad de Macri de instrumentalizarlo o manipularlo. A Macri la figura de Milei le servía para ‘correr’ por derecha a sus aliados y, al mismo tiempo, para dar la discusión ideológica que no pudo dar en su Gobierno”, dice el politólogo Pablo Touzón. “Cuando Milei ganó las elecciones, una de las hipótesis era que el PRO aportaría sus cuadros técnicos al nuevo Gobierno. Pero Milei lo primero que hizo fue demostrar que el jefe era él. Potenció su decisionismo e incorporó a algunas figuras del PRO, pero fue una incorporación hostil, sin acordar nada con Macri. Esa fue la primera gran disputa entre ellos”, explica.
Pese a lo que se podía presumir, la minoría del oficialismo en las cámaras de Diputados y de Senadores no cambió la ecuación. “Milei asumió la postura de que el PRO estaba obligado a acompañarlo en el Congreso por una cuestión ideológica y que no hacía falta negociar nada. Entonces se produjo la paradoja de que el Gobierno era más amigable con algunos sectores del peronismo que con el mismo Macri”, observa Touzón, director de la consultora Escenarios.
La ambigüedad en la relación se ha prolongado durante los nueve meses y medio que lleva Milei en el Ejecutivo. “Cada vez que Macri propone una coalición, Milei propone una fusión: si quieren venir, vengan, pero el jefe soy yo. Macri resiste eso y apuesta a una negociación. Cuando surge alguna crisis, reaparece como diciéndole a Milei: bueno, me necesitás. Hay algo que no termina de resolverse y parecen condenados a una disputa por el liderazgo”, agrega Touzón. Ninguno se somete, ninguno rompe.
“Situación imposible”
“El macrismo está en una situación imposible. Necesita que le vaya bien a Milei, porque ideológicamente está muy pegado. Pero si le va bien, ni Macri ni el PRO tendrán razón de ser”, advierte Sergio Morresi, profesor e investigador de la Universidad Nacional del Litoral. El escenario quedó así planteado desde las elecciones, cuando la mayoría de los votantes del PRO —y de lo que fue su alianza con el radicalismo, Juntos por el Cambio— se sintieron representados por Milei. Ese es el dilema desde el cual se posiciona Macri.
“El momento para negociar es ahora, porque después de 2025 no va a haber espacio, si es que no cambia algo. Por eso ahora se ve en Macri una estrategia de ‘golpear para negociar’”, dice Morresi. ¿Qué clase de acuerdo podría buscar el expresidente? “Formar parte del Gobierno de manera orgánica, ocupar ministerios, y garantizarse lugares en las listas electorales del año que viene. Pero, al mismo tiempo, es comprensible que La Libertad Avanza entienda que los votantes ya están con ellos y que no necesitan al PRO.”
Como en los comicios de 2025 se elegirán en todo el país diputados y senadores, serán fundamentales la estructura partidaria y los candidatos locales. “No va a estar Milei en la boleta y La Libertad Avanza no tiene todavía despliegue territorial a nivel nacional, ni candidatos en todos los distritos con la orientación ideológica y la subordinación que ellos quieren”, apunta el politólogo Morresi. “En ese punto, Macri sí podría aportarle algo al Gobierno.” Quizá por eso Milei puso en duda que controle a “la tropa”.
Un problema adicional para el oficialismo son las diferencias internas, expresadas tanto en la tensa disputa entre el presidente y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, como en la fractura de su bloque de diputados. Mientras algunos sectores de La Libertad Avanza impulsan acuerdos con la centroderecha, otros ven ahí a sus potenciales enemigos y abogan por acercarse a los espacios más conservadores del peronismo y el radicalismo. En ese sentido, Milei sostiene cierta ambigüedad, sin acuerdos políticos estructurales. “Tiene a su favor que sigue bien en las encuestas y que bajó la inflación”, concluye Touzón. “Pero eso es muy volátil en Argentina.”
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