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Entrevista | Precandidato presidencial argentino

Daniel Scioli: “Hay que desestresar Argentina”

El embajador en Brasil presenta su precandidatura presidencial por el peronismo contra la voluntad de Cristina Kirchner y con la anuencia del presidente, Alberto Fernández

Daniel Scioli
Daniel Scioli en su casa en la Provincia de Buenos Aires, el pasado 20 de junio.Mariana Eliano

Daniel Osvaldo Scioli (Buenos Aires, 66 años) tiene dos brazos derechos ortopédicos. Usa el que imita un bronceado leve en las estaciones cálidas y el más pálido en las estaciones frías. En su prosa, el accidente de lancha de diciembre de 1989 en el que perdió su brazo en las aguas del río Paraná es un tema recurrente con el que evoca su pasado como deportista y con el que interviene en muchos de los avatares de su cuarto de siglo en la política profesional. “Voy a competir, aunque digan que debo tener los dos brazos”, dice el embajador argentino en Brasil en esta entrevista con EL PAÍS en su casa del Delta del Tigre, en la zona norte de la provincia de Buenos Aires. Elegido por Cristina Fernández de Kirchner para competir con Mauricio Macri en las presidenciales de 2015, este peronista moderado pretende repetir esa postulación y ha abierto un expediente en la justicia electoral en contra del reglamento interno redactado por Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta, diputado nacional y jefe del peronismo bonaerense.

Daniel Scioli.
Daniel Scioli.Mariana Eliano

Pregunta. Cristina y Máximo Kirchner no querían que hubiese competencia interna para la candidatura presidencial del peronismo. ¿Por qué a pesar de ese pedido usted…?

Respuesta. [Interrumpe] Ninguno de los dos ha dicho eso. Son de las cosas que se instalan en la Argentina.

P. Lo han planteado ante dirigentes, legisladores y sus interlocutores.

R. ¿Vos los escuchaste?

P. No, pero me consta y por eso le pregunto.

R. Yo no lo escuché. Pueden tener su punto de vista y yo tengo el mío. Las PASO [Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias] permiten que el pueblo argentino ordene las candidaturas de todos los espacios. Considero que es lo mejor. Como ocurre en otros países del mundo.

P. El otro problema es el reglamento. Sus apoderados contaron que firmaron un papel en blanco y luego sus firmas aparecieron en un documento con el reglamento de la competencia.

R. Se dice de todo.

P. Pero usted es el candidato. Tiene que saber eso.

R. Yo no sigo las cuestiones de los apoderados. Yo hago mi trabajo en el marco de un equipo. La reglamentación debe garantizar la participación, la amplitud y el respeto a las minorías. Yo estoy seguro que voy a ganar y quiero tener la seguridad de que los otros que participen puedan estar integrados y tengamos el objetivo de las elecciones generales de octubre.

Scioli vive entre Brasilia y La Ñata del Tigre, una propiedad que dispone de helipuerto privado, muelle sobre el río Luján, palmeras, piscina, un ajedrez con piezas de medio metro y una cancha para jugar a un juego que combina el pádel con el minitenis. Una nave cubierta de mil metros funciona como museo: las paredes, vestidas de sus fotos con celebridades de distintos rubros, el techo, alfombrado con camisetas de fútbol y la bañera de su primera lancha y un motor fuera de borda cuelgan del techo. La entrevista transcurre en uno de los ambientes del casco central en el que hay portarretratos familiares, una tapa de la revista Caras de 2022 con el titular “Daniel Scioli y Gisela Bergen enamorados” (Bergen es la madre de su hija de 6 años) y una foto con Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva. Vestido con un saco azul, camisa celeste, pantalón de jean, Scioli ha cumplido con todas sus rutinas del día: el madrugón de las 6.00 de la mañana, la hora de ejercicio, la partida de ajedrez, la siesta, la porción de pastafrola con té con leche que come cada tarde. Lorena Scioli, su hija de 44 años, lo asiste.

Esa tarde de martes, desde los portales de noticias, los dirigentes y alcaldes bonaerenses afines a Cristina Kirchner seguían intentando que Scioli desistiera de competir. En la relación de Kirchner con Scioli ha persistido una subestimación política e intelectual y la desobediencia no parecía contemplada. Cuentan Pablo Ibáñez y Walter Schmidt en el libro Scioli secreto que cuando se conocieron a comienzo de siglo en una comisión parlamentaria Kirchner y otros de sus integrantes lo llamaban “monografía” porque, burlándose, consideraban que “no dice nada”.

P. En la coalición de Gobierno (Unión por la Patria que reemplazó a Frente de Todos) hay tres corrientes (la mayoritaria de Kirchner, el Frente Renovador del ministro de Economía, Sergio Massa, y la del presidente, Alberto Fernández). ¿Usted dónde se ubica?

R. Mi pertenencia es el peronismo.

P. Ese es el paraguas para todos. ¿Entonces usted no se ubica en ninguna de las tres corrientes?

R.Soy el embajador político que nombró el presidente en Brasil, cuyo pliego pasó por el Senado que preside la vicepresidenta.

Scioli quiere evitar presentarse como el candidato de Alberto Fernández y se apoya en un manual de procedimientos para las entrevistas: habla sencillo, no pierde la calma, no crítica a nadie, vuelve sobre su vida de deportista, evita definiciones tajantes.

P. ¿Por qué insiste con la moderación cuando el electorado, según las encuestas, parece más atraído por opciones no moderadas, como el libertario Javier Milei o Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio?

R. Bueno, eso es relativo. Mire los resultados de la Libertad Avanza de Milei en las elecciones provinciales [perdió en todos los distritos donde tuvo candidatos]. Las encuestas hoy son operaciones publicitarias. Acá y en el mundo. En Brasil dijeron que Lula ganaba por 20 y ganó por uno. En 2015 decían que yo le ganaba a [Mauricio] Macri y terminé perdiendo. Hay mucha gente que no está contestando las preguntas porque hay bronca contra la política. Está la famosa grieta.

P. ¿Cómo explica esa bronca con la política?

R. Porque la gente no encuentra las respuestas de acuerdo a sus expectativas y porque muchas de las discusiones de la política no le interesan. Las cosas que hay que discutir son las de la vida cotidiana, como la inflación o la inseguridad. La gente está muy sensible.

Scioli acaba de cumplir sus bodas de plata con la política. Hijo de un empresario dedicado a la venta de electrodomésticos y afín a la Unión Cívica Radical (UCR) se hizo deportista en una disciplina poco popular -la motonáutica- pero consiguió cierta notoriedad gracias a la instalación pública que le dio un noticiero de televisión que cubría sus carreras y de su integración al universo local de las celebridades. Invitado por el presidente Carlos Menem (1989-1999), llegó al peronismo en su estadío neoliberal y de alineamiento con Estados Unidos (1989-1999), transicionó hacia un peronismo del centro durante la breve presidencia de Eduardo Duhalde (2002-2003), luego se sumó a la experiencia inclinada más hacia la izquierda del matrimonio Kirchner y fue vicepresidente de Néstor Kirchner (2003-2007).

P. Usted era un outsider y después de ocupar cinco cargos (diputado, secretario de Turismo, vicepresidente, gobernador y ahora embajador), ya es un insider. ¿Qué le puede ofrecer de nuevo a la sociedad argentina?

Daniel Scioli junto a uno de sus anuncios de campaña.
Daniel Scioli junto a uno de sus anuncios de campaña.Federico Rotter (Getty Images)

R. Mi experiencia renovada, modernizada con una agenda hacia el futuro. La gente demanda una alternativa previsible, confiable, con experiencia y que pueda generar acuerdos con el país y el mundo. Mi experiencia en Brasil me da la oportunidad de renovarme, actualizarme, entender que el mundo cambió y que tenemos que proyectar Argentina hacia el futuro con un shock de desarrollo productivo. Necesitamos mayores exportaciones y encarar los principales problemas de la Argentina: la inflación, los sueldos que no alcanzan, la necesidad de más trabajo. Voy a lograr lo que el país quiere y lo que los trabajadores quieren: certidumbre, previsibilidad y que no le vayan a avasallar sus derechos. Están las propuestas que quieren dinamitar todo, cómo dolarizar.

P. Usted dijo que tiene diferencias con Javier Milei, como la dolarización de la economía, y también coincidencias. ¿Cuáles son esas coincidencias?

R. Yo tengo una manera de trabajar muy abierta y eso lo aprendí de Lula en la elección del vicepresidente (en referencia al centroderechista Geraldo Alckmin], los acuerdos que hizo y su idea de acercarse al que piensa diferente. Por ejemplo, ahora en Brasil se está debatiendo la reducción y simplificación del pago de impuestos, un tema al que Milei ha hecho referencia y yo tengo en mi programa de gobierno. Después estoy en contra de la dolarización. Mi camino es la soberanía monetaria, energética, alimentaria y de los recursos naturales. No hay que dejar libradas a su suerte a empresas estratégicas como Aerolíneas Argentinas para una actividad cada vez más pujante como es el turismo. En Brasil, como embajador, mostré mi capacidad para lograr muchas cosas con el Gobierno de [Jair] Bolsonaro que parecían imposibles: logramos que Brasil vuelva a ser el principal socio comercial de la Argentina y logramos salvar al Mercosur.

P. ¿Qué va a tomar de las dos presidencias de Kirchner y de la presidencia de Fernández?

R. De Cristina, la recuperación del salario -dejó los salarios más altos de América Latina-, una mejor distribución del ingreso, la recuperación de YPF [la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales], ya que gracias a eso podemos hablar de soberanía energética y superávit energético. La presidencia de Alberto está marcada por acontecimientos impredecibles como la pandemia, la guerra de Ucrania y la sequía, pero aún así genera empleo, ha entregado más de 120.000 viviendas, ha hecho una inversión en ciencia, tecnología e infraestructura. Hay que cambiar lo que haya que cambiar y construir sobre lo construido.

P. ¿Cómo piensa bajar la inflación de 114% anual?

R. Hay que recomponer las reservas, conseguir el equilibrio fiscal vía crecimiento y no ajuste e ir reduciendo la tasa de interés. Argentina tiene con que salir adelante. Tiene alimentos, energía, minerales, que son productos que el mundo demanda. El foco tiene que ser producir más y retomar cierta armonía y convivencia democrática. Hay que desestresar la Argentina.

P. Una de las mayores diferencias entre Fernández y Kirchner fue el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El presidente lo presenta como un éxito de su gestión y la vice ha señalado su discrepancia. ¿Cuál es su posición y qué pretende repactar?

R. Mi posición es de sentido común. El acuerdo tiene que estar atado al crecimiento, a la capacidad exportadora. No hay margen para más ajuste en la Argentina. La gente hace un esfuerzo titánico para llegar a fin de mes.

 Daniel Scioli en uno de los actos del Frente Para La Victoria, en 2015, durante su primera campaña presidencial.
Daniel Scioli en uno de los actos del Frente Para La Victoria, en 2015, durante su primera campaña presidencial. Charly Diaz Azcue (Getty Images)

P. ¿Cuánto cuesta una campaña electoral en Argentina?

R. [Silencio] El Estado, por ley, provee todos los espacios gratuitos televisivos.

P. Pero ¿cuál es el costo de toda la campaña?

R. Si un candidato está instalado en todo el país, como en mi caso, requiere de mucho menos. En caso de un candidato que necesita instalarse necesita mucho más.

P. Algunos candidatos sostienen que una campaña presidencial cuesta entre 30 y 40 millones de dólares.

R. No me consta nada de eso.

P. ¿Y su campaña 2015 cuánto salió?

R. Está rendida.

Mira a uno de sus asesores que arma una torre con libros para ubicar el ordenador que usará Scioli para un zoom como embajador de Brasil. “¿No se va a caer todo?”, pregunta.

P. En 1983 su padre, José Scioli, recolectó un millón de dólares para la campaña de Raúl Alfonsín en una comida en la que cada participante aportaba mil dólares. Por eso entiendo que conoce los distintos tipos de financiamiento desde antes de entrar a la política.

R. Mi padre fue un gran amigo de Alfonsín y como empresario, junto a otros empresarios, lo ayudó. Yo no me acuerdo con cuánto. Cambió tanto en 40 años: los números, los valores, todo.

P. En la campaña presidencial de 2015 con Macri [perdió en la segunda vuelta por 2,8 puntos] dijo que dos de sus errores fueron no haberse presentado al primer debate de todos los candidatos y haber hablado más de Macri que de usted. ¿Qué otras cosas no repetiría?

R. Macri hizo una campaña muy inteligente con el uso de la palabra cambio. Tengo que poner más esfuerzo en explicar el programa. A diferencia de 2015, los opositores están diciendo lo que van a hacer.

P. Usted dice que Macri tuvo una idea fuerza, el cambio, ¿cuál es su idea fuerza para esta campaña?

R. La coherencia y la previsibilidad, la capacidad de articular con todos los sectores.

P. ¿Por qué cree que lo han subestimado tanto durante tanto tiempo en el peronismo?

R. Yo soy goleador de Villa La Ñata [club de fútbol sala, cuya sede hizo construir enfrente de su casa], soy el pichichi de Villa la Ñata. Y para ser goleador hay que entrar al área chica y una patada te tenés que comer. Nunca fui quejoso. Cuando era campeón del mundo corría a 200 kilómetros por ahora y un día perdí un brazo y nunca me quejé. Vos tenés que estar a la altura de lo que estás disputando.

P. ¿Qué virtudes encuentra en Eduardo de Pedro [ministro del Interior y precandidato presidencial con el que competirá en agosto]?

R. Es un joven con experiencia con una gran historia de vida [sus padres están desaparecidos desde la dictadura argentina]. Yo respeto a todos.

P. ¿Cuáles son sus diferencias?

R. Yo no comento lo que dicen los otros. Lo mío es competir, no pelear.

Se mueve al sillón desde donde hará el zoom de embajador, se queja de la conexión y se despide mirando la pantalla del ordenador. “Llévense una gorrita de La Ñata”, dice.

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