La ciudad de Buenos Aires prohíbe el lenguaje inclusivo en las escuelas
El alcalde de la capital argentina argumenta que es necesario “respetar el idioma español” ante los bajos resultados obtenidos por los estudiantes en Lengua
No más chiques, ni todxs, ni bienvenid@s en las escuelas de la ciudad de Buenos Aires. El Gobierno de la capital argentina anunció este viernes la prohibición del lenguaje inclusivo en todas las aulas. El motivo, según el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, es “simplificar la forma en que los chicos aprenden” y revertir así la importante caída de la comprensión lectora detectada durante la pandemia. Autoridades nacionales y sindicatos docentes critican la medida.
Los docentes “deberán desarrollar las actividades de enseñanza y realizar las comunicaciones institucionales de conformidad con las reglas del idioma español, sus normas gramaticales y los lineamientos oficiales para su enseñanza”, señala la resolución, que entra en vigor este mismo viernes. Queda prohibido el uso de “e” para marcar el plural o el género no binario, como en el caso de “amigues” o “alumne”. En la escritura tampoco se podrá usar la “x” o el signo “@”.
Aunque resistido por muchos adultos, el uso del lenguaje inclusivo está extendido entre los adolescentes de Buenos Aires. Cerca de una decena de universidades argentinas lo reconocen de forma oficial, entre ellas algunas facultades de la Universidad de Buenos Aires.
Por ahora, la enseñanza terciaria porteña será la única donde se mantendrá. La prohibición alcanza a los jardines de infantes y colegios primarios y secundarios, tanto públicos como privados.
“En la escuela hay que respetar el idioma español porque los índices muestran que es urgente; no podemos perder un día más”, dijo en rueda de prensa Rodríguez Larreta al referirse a los resultados de la última evaluación sobre Lengua realizada a finales del año pasado. Dos de cada diez alumnos de la escuela secundaria no pudo resolver actividades sobre textos breves con lenguaje sencillo, un 64% más que en 2019, antes de que la pandemia de coronavirus obligase a mantener las escuelas cerradas durante más de un año.
“Los docentes tienen que respetar las reglas del idioma español, tanto cuando están al frente del aula como cuando se dirigen en comunicaciones a los chicos o a sus familias”, advirtió el alcalde de Buenos Aires, secundado por la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña. La titular de la cartera educativa aseguró que no se trata de “una caza de brujas” sino que pretenden “enseñar mejor para que los chicos aprendan”.
Acuña respondió también a las críticas de los gremios docentes, que consideran que la prohibición “despliega nuevas formas de violencia hacia aquellas infancias y juventudes que no se reconocen en el masculino o el femenino como constitutivo de su identidad”, según el comunicado difundido por la Unión de Trabajadores Estatales (UTE). “No les pedimos permiso a los sindicalistas para tomar decisiones en materia educativa, tomamos decisiones sobre evidencias y consultando a especialistas”, afirmó Acuña.
En 2021, después de un año con las escuelas cerradas en Argentina, la necesidad de reabrirlas o no se convirtió en uno de los mayores puntos de enfrentamiento entre el alcalde de Buenos Aires, de la alianza de centroderecha Juntos por el Cambio, y el presidente argentino, el peronista Alberto Fernández. En Argentina, un país federal, cada provincia es responsable de las acciones educativas.
La resolución sobre el lenguaje inclusivo ha vuelto a mostrar las discrepancias que existen entre ambos partidos políticos. Tanto el ministro de Educación argentino, Jaime Perczyk, como la ministra de Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, se mostraron en contra la desición de Rodríguez Larreta.
“Es necesario mejorar pero [el camino] no es prohibir”, respondió Perczyk. “Las escuelas deben ser ámbitos inclusivos y democráticos que respeten la libertad y la diversidad. Nada bueno se aprende de una prohibición”, criticó también Gómez Alcorta a través de Twitter. Una cosa es la ley y otra su aplicación, han cuestionado también algunos profesores. Ponen en duda la capacidad de llevar a la práctica esa resolución, en especial en aquellas escuelas donde el lenguaje inclusivo está más extendido.
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