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El cayuco con rumbo a Canarias que terminó en una playa de República Domicana

La Armada encontró 14 esqueletos, 28 cédulas mauritanas y senegalesas e incautó 12 paquetes de droga, un raro hallazgo en este tipo de barcos

República Dominicana
Una embarcación recuperada por la Defensa Civil de República Dominicana, en la costa Río San Juan, este 6 de agosto.AP

El martes 6 de agosto, Luis Alberto Polanco salió a pescar chícharo, picapica y tuna junto a un amigo y su hijo en la zona del Río San Juan, en la provincia dominicana de María Trinidad Sánchez. Pocas horas después encontraron una embarcación que no les parecía local y que, aparentemente, no llevaba a nadie dentro. Se acercaron un poco más y a unas diez millas náuticas (18 kilómetros) de la costa repararon en que se trataba de una yola (un cayuco) repleta de esqueletos en posición fetal, uno al lado del otro. “El mal olor era muy fuerte, teníamos miedo de intoxicarnos, así que no miramos mucho”, explicó a medios locales el pescador, que avisó a las autoridades.

Defensa Civil ha confirmado que se levantaron 14 cadáveres de personas, además de cédulas senegalesas y mauritanas. En el barco también se encontraron 12 paquetes con droga en su interior; heroína o cocaína, según la Armada dominicana. El hallazgo de los estupefacientes añade aún más misterio a este caso, no solo porque los cayucos que salen de las costas de África Occidental rara vez portan droga (entre otras cosas por la probabilidad de que sea encontrada cuando los rescatan), sino porque varios paquetes con la misma inscripción (HC1) en su envoltorio han aparecido en diferentes lugares, entre ellos el vecino Puerto Rico, en los últimos meses. Aunque todo apunta a que el origen de la embarcación es africano, la aparición de la droga hace cuestionarse a las autoridades si pudieron haber salido de algún país latinoamericano. “Es la primera vez que en una embarcación con migrantes desaparecidos se encuentra droga que yo recuerde”, dice Edwin Viales, monitor regional para las Américas del Missing Migrants.

Aunque son pocos los detalles que se conocen de la barca, el país entero se hace la misma pregunta: ¿Cómo llegaron hasta acá?

La teoría principal con la que trabajan las autoridades es que esta es una embarcación de pesca africana, probablemente mauritana por su color blanco, que se dirigía a las Islas Canarias (España) y que en algún perdió el rumbo y acabó arrastrada por los alisios y las corrientes hasta 6.000 kilómetros hacia el oeste. Por el estado de descomposición de los cuerpos y la distancia, se calcula que el trayecto, al menos, duró un mes, aunque pueden haber salido hace varios meses, como ha ocurrido con otros barcos encontrados en el Caribe o Brasil.

Los forenses que levantaron el cuerpo, sin embargo, son cautos con las conclusiones y anuncian que las cédulas halladas en la barcaza no confirman realmente que los esqueletos pertenezcan a personas de Senegal y Mauritania y que habrá que esperar a los estudios de ADN. La identificación de los cuerpos, sin embargo, puede durar meses o no darse nunca.

“Sabemos que, a altas temperaturas y a la intemperie, el cadáver se descompone más rápido que si está enterrado o dentro del agua”, expresó a la prensa dominicana Sergio Sarita Valdez, médico forense. “Existe la llamada Ley de Casper, que dice: cuando hay libre acceso de oxígeno, el cuerpo se descompone al doble de velocidad que cuando es sumergido en agua, y ocho veces más rápido que enterrado en tierra”. Actualmente, los osamentos están custodiados en el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) de Santiago y las instituciones nacionales están en contacto con las senegalesas para una futura repatriación de los restos.

Esta es la primera vez que República Dominicana recibe una patera extraviada desde el otro lado del Atlántico. “Es algo insólito”, cuenta por teléfono Juan Salas, director general de Defensa Civil. “En los 58 años de historia que tiene la institución es la primera vez que llega una desde África”. Salas sospecha que todos los integrantes eran hombres, ya que no se encontraron pertenencias ni de bebé ni de mujer. “Sabemos que llevan muertos al menos un mes, pero es todo aún muy pronto para saberse. Es una incógnita enorme”.

Las pertenencias encontradas en la embarcación son las únicas pistas que existen para construir un relato. Además de riñoneras, collares y algún cargador, la localización de 28 celulares hace creer a los investigadores que inicialmente zarparon 28 personas que fueron muriendo en la travesía y que, tal vez, fueron arrojadas en alta mar. De las 14 cédulas localizadas en la barca, apenas tres son legibles y no han sido erosionadas por completo con el sol y el agua salada. Tall Yankhoba, nacido el 31 de mayo de 1991 en Pikine, Senegal; Wade Zidane, nacido el 10 de octubre de 2000, en Mbane, Senegal y Yebba Abdouyale de Mauritania. De la documentación de este último es imposible identificar la edad o la ciudad de origen por el deterioro del documento. De los demás pasajeros no se conoce siquiera los nombres. Esta es, según cuenta Edwin Viales, de Missing Migrants, una realidad tan cruel como cotidiana.

De acuerdo con los datos de Missing Migrants, un proyecto de la Organización Internacional para la Migración (OIM) que contabiliza los migrantes que desaparecieron, dos tercios de los cuerpos que se localizaron en los últimos diez años nunca se lograron identificar. “Esta es una embarcación que llegó y encontramos, pero es muy probable que puedan haber más incidentes como estos que simplemente no se hayan registrado y que estén actualmente en aguas internacionales”, explica por videollamada Viales. “Cada vez son más comunes los naufragios fantasmas, sobre todo en las rutas del Caribe”. El término de naufragios fantasmas o invisibles alude a las embarcaciones que zarpan sin que nadie, ni familiares, ni autoridades, ni prensa, tengan conocimiento de ello.

El experto costarricense asegura que ya está trabajando con la contraparte de la OIM en Senegal para tratar de contactar a los familiares de los migrantes fallecidos. En la última década, al menos 9.714 migrantes han sido encontrados sin vida en América Latina en alguna ruta migratoria. La ONG Caminando Fronteras calcula que en los cinco primeros meses del año han muerto o desaparecido en el Atlántico intentando llegar a Canarias 4.808 personas; una persona cada 45 minutos.

Un equipo de periodistas de Associated Press documentó en 2021 la llegada al Caribe de siete embarcaciones fantasma, repletas de cadáveres, que aparentemente habían zarpado desde la costa atlántica de África. A principios de 2024, la historia se repitió con una patera a la deriva en Pará, Brasil, con al menos 20 cuerpos en descomposición de personas africanas. Viales considera que el aumento de los flujos migratorios a nivel mundial podría provocar más episodios como estos. “La única forma de prevenir la muerte de personas migrando es con un mayor número de rutas seguras, ordenadas y regulares”, zanja.

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