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Difícil de manipular, aunque rodeado de artimañas electorales: así funciona el sistema de voto en Venezuela

Los expertos señalan que las máquinas de votación y sus actas impresas son fiables, al menos sobre el papel, pero advierten que el chavismo puede desincentivar la participación o amenazar a los votantes con perder sus subsidios

Elecciones Venezuela
Funcionarios del CNE prueban las máquinas de votación en Caracas, el 21 de julio.Cristian Hernandez (AP)
Lucas Reynoso

A comienzos de los años 2000, cuando el chavismo acababa de llegar al poder, sus dirigentes temían que la oposición tramara maniobras fraudulentas para las elecciones. Entonces, en acuerdo con otras fuerzas políticas, puso en marcha un sistema de votación automatizado para evitar trampas. Ahora, dos décadas después, y con el chavismo controlando al Consejo Nacional Electoral (CNE), esa misma herramienta emerge como una ventana de esperanza para la oposición, que cree tener el apoyo suficiente para ganar la Presidencia. Varios expertos coinciden: la votación automatizada sí funciona, al menos sobre el papel. La candidatura unida de Edmundo González y María Corina Machado espera que así ocurra este 28 de julio, el día que puede marcar el final de 25 años de gobiernos chavistas.

A simple vista, tanta confianza parece un exceso de optimismo. Aparte de controlar el CNE, el chavismo ha emprendido todo tipo de maniobras para desincentivar la participación electoral y suele amenazar con perder prestaciones sociales si no se vota a sus candidatos. Sin embargo, según los expertos consultados, el sistema tecnológico puede ser el gran aliado para evitar un fraude. Cada máquina imprime constancias antes de enviarlas al CNE. Ahí puede estar la clave para determinar cuál es el verdadero ganador de las elecciones en las que Edmundo González se enfrenta al presidente, Nicolás Maduro.

Un camino cuesta arriba

La oposición ha sorteado ya varios de los obstáculos significativos. Los sondeos muestran que los votos de María Corina Machado, ganadora de las primarias opositoras en octubre e inhabilitada en enero, se han trasladado con éxito a Edmundo González, un diplomático que era casi desconocido hasta hace unos meses. El desafío ahora, no obstante, es que haya una participación masiva el domingo —el voto es opcional en Venezuela—. Manuel Camilo González, experto en sistemas electorales y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana de Bogotá, explica por teléfono que una baja concurrencia a las urnas suele beneficiar a los regímenes en el poder y sus maquinarias electorales, aceitadas con mayores recursos. “A menor participación, la gente que sale a votar es el núcleo duro de ellos, al que movilizan con coacción y clientelismo”, afirma el experto.

Maduro saluda en medio de sus seguidores, en el Día del Trabajo, en Caracas.
Maduro saluda en medio de sus seguidores, en el Día del Trabajo, en Caracas.PALACIO DE MIRAFLORES (EFE)

En este contexto, el Gobierno ha logrado limitar la concurrencia a las urnas de los migrantes. Según datos que recoge la agencia Efe, solo hay 69.000 personas habilitadas para votar en el exterior. Es un número residual dentro de una diáspora de siete millones y medio de personas, de las cuales alrededor de cinco millones son mayores de edad. Por ejemplo, Colombia y Perú suman más de cuatro millones de desplazados en los últimos años, pero solo tienen 7.000 y 600 personas habilitadas para votar, respectivamente. La oposición ha denunciado que el proceso de inscripción fue corto, poco publicitado y que estuvo repleto de barreras legales para obstaculizar los trámites. El chavismo entiende que los que se han marchado del país son críticos con su gestión.

Eugenio Martínez, periodista venezolano especializado en cubrimientos electorales y director del portal Votoscopio, comenta por videollamada que también hay algunos indicadores negativos con respecto a la actualización de los padrones electorales dentro del país —los ciudadanos deben registrarse para votar y mantener sus datos actualizados—. “La mayoría de los movimientos se hizo hacia centros de votación que históricamente han votado a favor del Gobierno”, dice el periodista. Hay, además, 1.700 centros nuevos de una sola mesa. Para el experto, esto es preocupante porque son estos locales pequeños los que suelen concentrar la mayor cantidad de denuncias de compra de votos y de extensión irregular de horarios de votación.

La sofisticación de las máquinas

El punto a favor para la oposición está en las plataformas de votación, que con los años han adquirido todo tipo de dispositivos para evitar el fraude. Hay una identificación biométrica de los electores y, según explica Martínez, el sistema evita que el CNE sepa cómo votó cada persona al separar los datos de los ciudadanos y los votos. Además, tras el sufragio, se imprime una constancia en papel que el votante verifica y deposita en una urna —una parte luego se revisa de forma manual—. Al final de la jornada, la máquina primero imprime un acta con el resultado —ante testigos electorales— y después manda los datos por teléfono o satélite al centro de cómputos. Martínez apunta que no hay riesgo de que una falla eléctrica las afecte, ya que cuentan con baterías que aseguran su autonomía.

Los expertos consultados coinciden en que el problema no está en la plataforma de votación, que se ha convertido en la gran garantía de la oposición. “Aunque se suele decir en redes sociales que las máquinas cambian los votos o que se puede usurpar masivamente la identidad de los votantes, las auditorías han mostrado que eso no ocurre y que sería fácil de denunciar en caso de que sí pasara”, afirma Martínez. Algo similar señala Griselda Colina, ex rectora suplente del CNE y actual directora del Observatorio Global de Comunicación y Democracia: “El régimen quería hacer un sistema electoral fuerte para que nadie les hiciera la trampa a ellos. Es tan robusto que ha permitido que ganen elecciones unos y otros. Si pudiera alterar votos, ¿cómo es que el chavismo perdió en las elecciones legislativas de 2015?”.

Funcionarios del CNE revisan máquinas de votación antes de la elección del 28 de julio.
Funcionarios del CNE revisan máquinas de votación antes de la elección del 28 de julio.Cristian Hernandez (AP)

Ambos expertos matizan que la confiabilidad de las máquinas no quita que el CNE esté cooptado por el chavismo y pueda anunciar un resultado inventado. No obstante, confían en la eficiencia de los mecanismos de verificación y enfatizan que es importante que la ciudadanía sepa que puede participar de los escrutinios que hacen las máquinas. “Cuando el presidente de mesa cierra la votación, se imprime un acta de escrutinio que tiene un código QR. La gente [además de los testigos] puede entrar y captar el código para tener un mayor control del resultado”, explica Colina en una videollamada. Esos registros, remarca la experta, luego deberán constatarse con lo que anuncien las autoridades electorales: “Tenemos que exigir que el CNE desglose los resultados de cada centro electoral y de cada mesa para poder verificarlos”.

La incertidumbre

Hay varios obstáculos adicionales que pueden presentarse durante la jornada electoral y que fomentan la incertidumbre. Los expertos mencionan la extensión irregular de los horarios de votación en zonas chavistas, episodios de violencia en distritos más afines a la oposición y el funcionamiento de puestos de control del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el partido del Gobierno, en las inmediaciones de los locales. Asimismo, el profesor González comenta que el Gobierno podría desconocer el resultado si es adverso y judicializar el proceso, como hizo con las elecciones de Barinas de 2021 —se repitieron en 2022 y la oposición volvió a ganar—. El CNE, por su parte, podría anunciar una victoria del Gobierno sin el desglose por mesa que facilita la verificación, como hizo en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente de 2017 y en el referéndum para la anexión del Esequibo, que tenían cifras de participación poco creíbles.

Los expertos difieren respecto a su grado de optimismo. El profesor González señala los antecedentes y cree que el Gobierno puede provocar situaciones de violencia que siembren dudas sobre la legitimidad de las votaciones. El periodista Martínez, por su parte, coincide en que pueden producirse este tipo de escenarios, pero hace mayor énfasis en que la confiabilidad de las máquinas reduce los riesgos de un fraude de las dimensiones que requeriría el chavismo. “La manipulación a partir del control institucional solo sirve cuando la diferencia entre los dos candidatos no es tan amplia [los estudios de opinión muestran una brecha de casi 25 puntos]”, dice. Colina, por su parte, es la más optimista: “El chavismo piensa en su futuro y en las elecciones del año que viene [legislativas y regionales]. Van a ver cómo seguir con vida y no perderlo todo”.

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Lucas Reynoso
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Bogotá.
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