El tarjetón para las elecciones presidenciales de Venezuela: la cara de Maduro aparece 13 veces y la de su principal rival solo 3
El chavismo estampa el rostro del presidente en las casillas de partidos intervenidos judicialmente
A menos de 80 días para las elecciones presidenciales en Venezuela, el Consejo Nacional Electoral ha revelado el tarjetón frente al cual los venezolanos decidirán el devenir de la crisis política del país sudamericano. En la imagen de la boleta electrónica Nicolás Maduro aparece 13 veces, en corbata y sonriente, ocupando un tercio de las casillas disponible. En cambio, su principal rival, Edmundo González Urrutia, el nombre que finalmente ha inscrito la oposición ante la inhabilitación de la escogida en primarias María Corina Machado, figura solo en tres lugares y los militantes de la Plataforma Unitaria inician ahora una cruzada para explicar al electorado cómo votar por el candidato que representa la fuerza política que la mayor parte de los venezolanos apoya.
El tarjetón deja huella de las estrategias que ha aplicado el chavismo para cerrarse el paso a cualquier posibilidad de perder el poder. Uno de los elementos novedosos es la actualización que ha hecho el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y que ha sido transversal a la campaña de Maduro. Los vigilantes ojos de Hugo Chávez, que por años se convirtieron en memorabilia omnipresente del chavismo, desplegados en vallas, edificios y membretes oficiales, y luego fueron desterrados en uno de los intentos de Maduro de consolidar un liderazgo propio fuera de la sombra del comandante de la revolución bolivariana, ha regresado. El nuevo Chávez que aparece en la casilla del PSUV es el rostro del viejo Chávez sonriente, construido sobre un fondo azul. De las trece casillas que lo respaldan, al menos cinco corresponden a partidos que en el pasado se aglutinaron en torno a la revolución y por diferencias con el madurismo terminaron intervenidas judicialmente. Sus juntas ad hoc son las que controlan esas tarjetas.
La oposición se ha activado para informar cómo la gente debe votar, pues en un país con censura, desconectado por la precariedad de los servicios y con poco medios de comunicación la mesa está servida para la confusión del elector, casi como un tablero del videojuego Buscaminas. La casilla de Edmundo González Urrutia de la Mesa de la Unidad Democrática, conocida como la tarjeta de la manito, pues su logo tiene un pulgar levantado en señal de aprobación debajo de la palabra unidad, está en todo el centro del tarjetón. No es la única tarjeta que tiene esa palabra en el tarjetón. Los candidatos Antonio Ecarri y José Brito también figuran abanderados por organizaciones que usan esa inscripción como parte de sus símbolos. En el caso de Brito, considerado uno de los principales alacranes, además, figura en la casilla del Primero Justicia, una tolda opositora integrante de la Plataforma Unitaria y casa del dirigente Henrique Capriles Radonsky, pero que terminó siendo confiscado a su dirigencia y entregado a Brito tras una decisión dictada por el Tribunal Supremo de Justicia el mes pasado.
El candidato de la oposición aglutinada en la Plataforma Unitaria y el liderazgo de Machado hasta hace nada era un total desconocido. Figura entre la cara de Luis Eduardo Martínez, el candidato de una facción de Acción Democrática cooptada por el chavismo, y la de Daniel Ceballos, expreso político que se ha deslindado de su formación de base Voluntad Popular, el partido de Leopoldo López y Juan Guaidó, aunque en esa posición del tarjetón figura por postulado por esa mismo partido, también intervenido y tomado por dirigentes que han pactado su supervivencia con el chavismo. González Urrutia consiguió el respaldo además de Un Nuevo Tiempo, el partido de Manuel Rosales que renunció a su candidatura para apoyarlo, y Movimiento Progresista de Venezuela.
Para el estadístico Félix Seijas, de la firma encuestadora Delphos, que González Urrutia no viaje por el país no importa a estas alturas. “En 2015, con las parlamentarias qué ganó la oposición, quién era el candidato. Era la manito, la unidad”, explica. “La gente entiende que esto es una apuesta entre la Plataforma Unitaria y María Corina Machado y le da valor a que dos cosas separadas se puedan poner acuerdo”. El desafío de la oposición está en la articulación de la estructura de cuidado del voto en torno a un liderazgo sin grandes maquinarias, pero que podría sumar las de la coalición, y también para hacer frente a cualquier nueva zancadilla que pueda haber incluso el mismo día de la elección que pueda generar confusión y termine desmovilizando o mordiendo votos a la oposición.
Maduro retiene ahora entre 20 y 22% de intenciones de voto y ha estado subiendo, de acuerdo a las mediciones más recientes de Seijas. El chavismo duro se concentra en un 15% que equivalen a 2.000.000 de votos, la misma cifra que logró sacar Machado en la primaria. Pero su potencial de votos actualmente es de 30%. Un sector del llamado chavismo blando, el menos radical, se mantiene desmovilizado y hacia ellos parece estar dirigida la campaña que usa el eslogan La esperanza está en la calle, una frase que ha gravitado en la narrativa en torno a Hugo Chávez y que se ha reforzado en esta campaña usando la iconografía del Chávez con boina militar con la que chavismo comenzó. Una idea que intenta posicionar el chavismo que no se ha correspondido con grandes movilizaciones de seguidores.
Seijas recalca que la mayor parte del 80% que quiere un cambio político, lo quiere porque busca mejores condiciones de vida. El factor económico es el que mueve la balanza. El chavismo no ha llegado todavía al 25% de aprobación que alcanzó durante la ligera recuperación de 2022. Pero echa mano de lo puede. La cruzada contra la corrupción en PDVSA es parte, así como las nuevas leyes para adjudicar al sector privado la responsabilidad de financiar las pensiones de la tercera edad, uno de los sectores más golpeados de un país que envejeció rápidamente porque gran parte de sus jóvenes han emigrado. En las encuestas más recientes de Delphos, un 22% de los consultados tiene planes de irse del país. Aunque tener planes, advierte Seijas, no implica necesariamente que se vayan, la amenaza de un mayor éxodo de venezolanos ante un nuevo estancamiento de la situación en Venezuela es lo que ha terminado poniendo, sobre todo a los Gobiernos vecinos y a Estados Unidos, en una misma línea para que las presidenciales de 28 de julio acerquen verdaderamente a una salida a una crisis ya demasiado larga y costosa.
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