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Breve elogio de la brevedad

EL PAÍS publica extractos del último ensayo del asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubí sobre la historia, las funciones y el uso de la noción de brevedad

Antoni Gutiérrez-Rubí
Breve elogio de la brevedad, libro de Antoni Gutiérrez Rubí
Breve elogio de la brevedad

Introducción

“Si tuviera más tiempo, hubiera escrito una carta más corta”. Blaise Pascal

El pensamiento breve ha sido devaluado y despreciado durante mucho tiempo. Una mezcla de soberbia intelectual y arrogancia académica ha ninguneado lo breve. Detrás de ella se ha escondido, disfrazada, una concepción jerárquica y patrimonial del saber y del poder.

Pero la fragmentación social, la democratización del saber (incluyendo, también, la superficialidad y vola- tilidad del pensamiento en la sociedad líquida e hiperconectada) y la fascinación y necesidad de lo básico y nuclear en un mundo complejo han recuperado, reivindicado —y redescubierto— una amplia gama de breves recursos filosóficos, de pequeños pensamientos que, como perlas, tienen una extraordinaria pureza. Hay una mirada nueva hacia lo fundamental, hacia lo profundo. Hacia lo esencial.

La fuerza de los aforismos históricos —principios morales, éticos o filosóficos de los antiguos pensadores y otros protagonistas de la literatura, las artes y las ciencias humanas— ha demostrado su radicalidad y su capa- cidad para resistir y aflorar, con vigorosa actualidad, en la sociedad masificada y cacofónica de nuestros días.

Volvemos a los clásicos, sí. Amamos su brevedad, pero no por pereza intelectual o incapacidad. Amamos lo breve por su naturaleza de principio, de pilar, de fundamento. Porque necesitamos construir lo complejo desde lo básico. Porque necesitamos certezas, que son más valores que teorías. Buscamos el pensamiento breve, pero profundo, por su capacidad para iluminar —para abrirnos los ojos y la mente— en medio de las sombras, las incertidumbres o las dudas.

Este libro es un elogio a la brevedad, un texto que es, como decía Roland Barthes, «un tejido zurcido con las citas provenientes de otros textos, con las innume- rables influencias procedentes de otras tantas fuentes de la cultura». Gracias a todas las personas que con sus pistas y sugerencias me han ayudado.

Prometo ser tan breve como sea posible.

[...]

Breve pero intenso, perdurable

Lo breve no es pequeño, es intenso. Lo breve no es simple, es complejo. Lo breve no es efímero, es memorable. Y sería deseable aprender a vivir con menos (y a hablar y escribir en breve, también), aunque no es tarea fácil.

El minimalismo sigue creciendo como tendencia vi tal transformadora, aunque suene paradójico. La cultura de la abundancia es más efímera que nunca. Perece porque es excesiva, inabordable por insaciable. Lo breve es una vuelta a la simplicidad de la vida, sea en nuestro armario de ropa o en el mental. De la misma manera que vivir con menos es parte de una nueva concepción de la vida con menos consumo, escribir con menos es parte de la búsqueda incesante de lo básico que se transforma en clásico e imperecedero. Por eso, precisamente, por su simplicidad, su síntesis, su precisión.

“Son cinco minutos / La vida es eterna en cinco minutos / Suena la sirena de vuelta al trabajo, / y tú caminando, lo iluminas todo. / Los cinco minutos te hacen florecer”. Fragmento de Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara

Esta enorme canción, símbolo de tantas cosas, no llega ni a los cinco minutos. Y, como esta, muchas otras que han marcado una época, un momento de la histo- ria en su inmortal brevedad. La brevedad no como causa que explica supuestas limitaciones o constricciones, sino como resultado de una decisión: ser breve, para ser certero y compartido. Ser breve, para ser comunitario. Ser breve, para ser parte de algo mucho mayor y más profundo.

Lo bueno, si breve, dos veces bueno

“La brevedad es lisonjera y más negociante. Gana por lo cortés lo que pierde por lo corto. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y aun lo malo, si poco, no tan malo”, dice la conocida máxima de Baltasar Gracián en Oráculo manual y arte de prudencia (1647). Esta obra literaria comprende trescientos aforismos comentados. Precisamente, Gracián, escritor del Siglo de Oro, destacó por el uso de sentencias breves, concentradas, que definen un estilo muy personal y de una enorme vitalidad contemporánea. La idea de la brevedad como garantía de calidad, de una capacidad sublime para resumir, concentrar y exponer ideas clave mediante el uso de las palabras precisas, se resume en una frase del periodista Julio Camba que Manuel Jabois recoge en el prólogo escrito para su libro Mis páginas mejores (2012). Jabois inicia el texto con esta anécdota atribuida al periodista:

“En sus primeros tiempos de corresponsal, cuando se encontraba en Constantinopla enviado por La Correspondencia Española, Julio Camba remitió un artículo por correo acompañado de una nota para el director: ‘Perdóneme que esta crónica haya salido algo más extensa, pero la premura de tiempo para mandársela no me ha permitido escribir algo más corto’. La frase recoge el espíritu fundamental de Camba: el rigor estilístico, que en él es desnudez, y la virtud de escribir frases llenas de palabras esenciales de forma que hasta las preposiciones adquieran un relieve casi histórico.

Brevedad, moderación y silencios

Quizás haya llegado el momento de escribir con moderación, ofreciendo —incluso— sentido al silencio o a las pausas. Escribir solo lo imprescindible. Madurar lo que se escribe para dar consistencia a nuestras ideas y propuestas. Escribir lo vital para abrazar la lectura con rapidez y con urgencia. Álex Grijelmo, en su libro El estilo del periodista (2022), recoge esta cita ilustrativa de Gian Piero Dell’ Acqua, periodista italiano: “En 20 líneas puede caber todo. Y en 10 puede caber aún más”.

En otra de sus obras, La información del silencio (2012), Grijelmo destaca la idea de que la brevedad, en el estilo periodístico, se basa muchas veces en la explotación de los silencios: en omitir aquello que se puede deducir del propio texto. Como ejemplo, incluye un pasaje de José Antonio Marina de su libro La selva del lenguaje (2006).

Esta obra es un profundo tratado de lingüística que busca explorar el lenguaje desde una perspectiva humana, interrogándose sobre su papel fundamental en la vida de las personas, cuestionando desde el origen de las frases hasta la naturaleza de los malentendidos. El libro resalta la importancia de devolver a la palabra su sentido original y humano. “Quisiera hablar no solo de los lenguajes triunfantes, creadores, comunicativos, sino también de los lenguajes fracasados, de las incomprensiones y malentendidos”, señala el autor.

El fragmento citado por Grijelmo subraya la importancia de un fenómeno que ya fue estudiado por el psicólogo Lev Vygotsky y el neuropsicólogo Alexander Luria, quienes analizaron una fábula de Tolstói para examinar las inferencias que su lectura provoca y entender, por ejemplo, cómo el lector completa los silencios de la escritura.

Y el silencio, justamente, es central en este ensayo, ya que es la máxima expresión de la brevedad.

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