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Jorge Glas recibe el alta médica y regresa a la cárcel La Roca

El exvicepresidente de Ecuador fue trasladado el lunes al Hospital Naval de Guayaquil por una emergencia

Jorge Glas: conflicto México-Ecuador 2024
El exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas, en 2018.Dolores Ochoa (AP)

El exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas regresó este martes a la cárcel de máxima seguridad La Roca, después de haber pasado un día en observación médica en el Hospital Naval de Guayaquil por una descompensación en su salud. Según la versión del Servicio de Personas Privadas de Libertad (SNAI), Glas no quiso alimentarse desde que fue encarcelado el sábado, después de que la policía ecuatoriana asaltara la Embajada de México y lo capturara. Al mediodía del martes el exvicepresidente presentaba “parámetros de salud aceptables y dentro del rango de normalidad, por lo que puede recibir el alta médica correspondiente”, indica el documento. Un parte policial sbre la emergencia en la celda donde se encuentra Glas, al igual que su equipo de abogados, ofrecieron otra versión: Glas ingirió, según estas fuentes, “medicamentos ansiolíticos, antidepresivos y sedantes autorizados que ingresaron al CPL Nro. 3 desde su traslado de la ciudad de Quito”. Los funcionarios de prisiones lo encontraron inmóvil en su celda. Fue llevado de inmediato a un centro hospitalario cercano y, tras ser reconocido, lo volvieron a trasladar a un hospital naval.

Su estado de salud era motivo de preocupación. Rafael Correa denunció que Glas había sido maltratado durante su detención y posterior traslado a la prisión. En una rueda de prensa que ofreció en la sede del Parlamento Europeo, el exmandatario llamó a la comunidad internacional a ejercer “las presiones políticas, judiciales, que sean necesarias” para que el presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, conceda el salvoconducto que permita salir del país a Glas.

El video difundido este martes por el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, sobre el asalto a la Embajada muestra cómo los agentes sacaron a la fuerza a Glas cargado de los brazos y piernas. El eurodiputado español de Izquierda Unida Manu Pineda ha anunciado en paralelo que va a pedir al Servicio de Acción Exterior Europeo que visite a Glas. “Estamos temiendo por su vida, tememos que lo suiciden, por decirlo de algún modo”. Los abogados de Glas no se han quedado por su parte de brazos cruzados. El lunes presentaron un hábeas corpus con el argumento de que el asalto a la embajada había sido ilegal y de que su defendido era un asilado diplomático. Pero el Gobierno ecuatoriano no da señales de echar marcha atrás en su decisión e insiste en que no se trata de un perseguido político, sino de un “delincuente sentenciado, involucrado en crímenes muy graves”, y se escuda en que existía un riesgo inminente de fuga.

Glas se refugiaba en la Embajada de México desde mediados de diciembre, cuando un fiscal lo llamó a declarar por un delito de peculado en su contra y mientras el proceso avanzaba, un juez determinó dictar prisión preventiva en su contra. Este es el tercer caso de corrupción que enfrenta. Por uno de los dos anteriores pagó una pena de cinco años en prisión. Glas, al igual que Correa, que se encuentra asilado en Bélgica, se considera un perseguido político que sufre lawfare, la instrumentalización de la justicia para acosar a los opositores. México decidió hace una semana concederle al exvicepresidente el estatus de refugiado político, lo que desencadenó la ira del Gobierno de Ecuador. Noboa debía expedir un salvoconducto que le permitiera volar a Ciudad de México, pero, en lugar de eso, ordenó el asalto de la Embajada, un hecho del que apenas hay precedentes. Ni Augusto Pinochet en su día, ni Nicolás Maduro más recientemente, se atrevieron a aplicar medidas de fuerza semejante.

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