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Lula recibe a Blinken en plena crisis diplomática entre Brasil e Israel por Gaza

El secretario de Estado de EE UU participa junto a su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, en una reunión de cancilleres del G-20 en Río de Janeiro

Lula y Antony Blinken G20 Brasil
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, este miércoles en Brasilia.Andre Borges (EFE)
Naiara Galarraga Gortázar

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha recibido este miércoles al jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, en un encuentro de casi dos horas que coincide con la grave crisis diplomática entre Brasil e Israel que el propio mandatario sudamericano abrió al comparar la invasión de Gaza con el Holocausto. “Yo diría que fue un intercambio franco, dejando claro que no estamos de acuerdo con esos comentarios [del mandatario brasileño]”, ha explicado tras la reunión un alto cargo del Departamento de Estado, según Reuters. Este es un asunto personal para Blinken, cuyo padrastro sobrevivió al genocidio judío. Tras la reunión, el estadounidense ha declarado que ambos países “trabajan juntos bilateral, regional y mundialmente”. Y la Presidencia brasileña ha informado de que Lula ha insistido en la urgencia de poner fin a las guerras de Gaza y Ucrania, y que ambos han coincidido en la necesidad de crear un Estado palestino. También han conversado sobre Venezuela.

Blinken, que se ha reunido con Lula en Brasilia, ha participado por la tarde en una reunión de cancilleres del G-20 en Río de Janeiro junto a su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, entre otros colegas de las principales economías del mundo. Es el segundo encuentro en persona entre ambos desde que Rusia invadió Ucrania hace casi dos años. Los jefes de la diplomacia estadounidense y rusa tuvieron un breve cara a cara en la anterior cumbre del G-20, en Nueva Delhi.

Las discrepancias sobre Gaza y Ucrania entre EE UU y Brasil son patentes. Aunque la intervención israelí en la Franja ya ha matado a más de 29.000 palestinos, la mayoría mujeres, niños y adolescentes, Washington ha vuelto a anteponer su estrecha alianza política y militar con Israel y ha vetado por tercera vez una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU para exigir un alto el fuego. Lula reclama un alto el fuego inmediato, además de la liberación de los rehenes en manos de Hamás. En la guerra de Rusia contra Ucrania, Brasil es partidario de una salida negociada.

El ministro de Exteriores brasileño, el diplomático Mauro Vieira, ha instado en su discurso de bienvenida a sus colegas del G-20 a usar la receta Brasil para resolver las diferencias entre países: más diálogo y promoción de la confianza, y menos uso de la fuerza militar, intimidación, sanciones o espionaje. “Hablamos de esto por experiencia, no por idealismo”, ha recalcado después de señalar que el G-20 es probablemente el único foro en el que “países con visiones opuestas se sientan aún a la misma mesa y mantienen conversaciones productivas” más allá de los duelos que protagonizan en el Consejo de Seguridad.

El presidente de Brasil ya dijo la semana pasada en Egipto que en el máximo órgano decisorio de la ONU faltan países pacifistas y sobran beligerantes. El poder de veto ruso y estadounidense han neutralizado todos los intentos de parar las guerras de Gaza y Ucrania a través de la ONU.

Mediación entre Venezuela y Guyana

En su reunión matutina, Lula y Blinken también han abordado la situación venezolana. El estadounidense ha agradecido al mandatario los esfuerzos brasileños para mediar entre Venezuela y Guyana. Washington considera a Brasil un aliado en sus esfuerzos para lograr que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, permita la celebración de unas elecciones democráticas en los próximos meses, un objetivo que en este momento se antoja inviable ante la férrea negativa de las autoridades chavistas de permitir que la candidata de la oposición, María Corina Machado, concurra a los comicios.

Lula, que en los primeros meses de su mandato se esforzó por sacar a Maduro del ostracismo diplomático, ha mantenido en las últimas semanas un expresivo silencio sobre las maniobras más recientes del chavismo para impedir unas elecciones democráticas.

El presidente brasileño ha sido muy criticado en la prensa local por su doble rasero: por un lado, denuncia la guerra de Israel en Gaza como un genocidio. Y, al mismo tiempo, se muestra de lo más tibio, al menos en público, con los movimientos autoritarios en Venezuela y Nicaragua. El equipo de Lula considera prioritario mantener los canales abiertos con ambos regímenes latinoamericanos para poder ejercer presión discretamente sobre ellos.

Para EE UU también es importante estrechar la cooperación con Brasil en materia de suministro de metales raros y sobre el convulso Haití.

Brasil ejerce hasta diciembre la presidencia rotatoria del G-20. Es uno de los pocos países muy poblados, quizá el único, que tiene buenas relaciones con todas las grandes potencias internacionales. Presume de no tener conflictos con prácticamente nadie. Por eso resulta tan llamativo el nivel de acritud alcanzado en el rifirrafe con Israel. El Gobierno de Netanyahu respondió a la comparación de Lula entre Gaza y el exterminio de los judíos de manera fulminante: anunció que no será bienvenido en el Estado judío hasta que se retracte y el titular de Exteriores, Israel Katz, abroncó al embajador brasileño en público en el Museo del Holocausto.

Lula se niega a desdecirse y la crisis se ha ido agravando con gestos diplomáticos, más declaraciones y tuits en lo que la diplomacia brasileña considera mentiras o tergiversaciones israelíes hasta alcanzar un nivel de confrontación verbal de alto voltaje, algo no tan novedoso en Israel pero sí en Brasil.

Las guerras de Gaza y de Ucrania y la coyuntura internacional son el plato fuerte de los debates de esta primera jornada de reunión entre los cancilleres del G-20. El jueves estará dedicado a propuestas de medio plazo como la reforma de los organismos multilaterales. Entre las ausencias a la cita de Río, destaca la del canciller de China, socio de Brasil en los BRICS, que acaban de ampliarse. La cita carioca es un encuentro preparatorio para la cumbre de jefes de Estado prevista para noviembre en Río.

Brasil ejerce este año la presidencia rotatoria del club que reúne a las 19 mayores economías del mundo y a la Unión Europea, que suman el 85% del PIB mundial, dos tercios de la población y el 75% del comercio global. En esta cita de Río de Janeiro participa por primera vez la Unión Africana (55 Estados).

Los tres asuntos prioritarios del Gobierno de Lula para esta presidencia del G-20 son el combate al hambre y la pobreza, la transición energética en sus varias vertientes y la reforma del Consejo de seguridad de la ONU, del FMI y de la OMC para que refleje los equilibrios de poder actuales, no los del fin de la Segunda Guerra Mundial.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
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