Fallece Michael Healy, empresario nicaragüense y preso político desterrado por Daniel Ortega
Último presidente de la patronal Cosep, el opositor, fallecido en Panamá a los 61 años, había sido confiscado de sus propiedades
Once meses después de que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo lo desterrara a Estados Unidos junto a otros 221 presos políticos, el empresario Michael Healy acababa de encontrar un trabajo que lo tenía “feliz”. Sin embargo, este jueves 25 de enero falleció a causa de un infarto mientras estaba en Panamá. El inesperado deceso de Healy ha conmovido a los opositores nicaragüenses exiliados en Estados Unidos y Costa Rica. El empresario era uno de los críticos más visibles de la pareja presidencial, debido a que fue el último presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), la patronal que fue cancelada por el régimen en marzo de 2023.
Antes de asumir la presidencia del Cosep en 2020, en un contexto en que la alianza entre el régimen sandinista y el gran capital se rompió por la represión ejercida por policías y paramilitares contra los ciudadanos que cimbraron al Gobierno, Healy fue titular de la Unión Unión de Productores Agropecuarios De Nicaragua (Upanic). “Como presidente de Upanic, él siempre mantuvo una voz crítica al régimen en la época en la que había entendimiento entre el Cosep y el régimen”, dice a EL PAÍS Félix Maradiaga, politólogo y también preso político desterrado junto a Healy en febrero de 2023.
Perseguido y confiscado
Entre los grandes empresarios, Healy fue uno de los más perseguidos por los Ortega-Murillo. Primero le confiscaron propiedades de su familia. Se trató de una finca ubicada en el departamento de Rivas, situado al sur de Nicaragua. 200 manzanas de tierra fueron ilegalmente confiscadas por un grupo de hombres armados. Las tierras se ocupaban para la siembra de caña de azúcar y plátano. Las fincas se llaman Santa Lucía, Zopilote y Chatilla, donde además se encuentra un cementerio de la familia de Healy.
En ese momento, Healy denunció que “tomatierras” avalados por el régimen se tomaron hasta 9.800 manzanas de tierras en ocho departamentos del país. “El 91% de las tierras tomadas pertenecía al sector agropecuario”, dijo el empresario.
En octubre de 2021, tras asistir a una cita en la Fiscalía en un escenario de detenciones de líderes opositores, periodistas y precandidatos presidenciales, Healy fue apresado por agentes policiales. Más tarde, en mayo de 2022, el empresario fue condenado en un juicio en el que se violentaron las normas de procedimiento jurídico y sus derechos constitucionales, al ser juzgado en secreto, sin derecho a la defensa.
El régimen le impuso a Healy 13 años de prisión junto al empresario Álvaro Vargas, quien fue condenado a nueve años, por los delitos políticos “de lavado de dinero, bienes y activos en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense y realizar actos que menoscaban la independencia, la soberanía y la autodeterminación”.
Reclusión en El Chipote
Healy fue recluido en la temida prisión de El Chipote, donde fue sometido a tratos crueles e inhumanos, de acuerdo con organismos de derechos humanos. Cuando la pareja presidencial desterró a los 222 presos políticos hace 11 meses, el empresario llegó a Dulles, a las afueras de Washington, demacrado y con problemas de salud.
Healy era también ciudadano estadounidense. Cuando Washington envió un avión a Managua para rescatar a los presos políticos, él era uno de los más entusiastas luego de recuperar su libertad, según un relato publicado por el Departamento de Estado en diciembre pasado. “¡Marta, te amo!”, gritó Healy en el avión (en alusión a Marta Youth, subjefa de misión del equipo diplomático estadounidense que coordinó el rescate de los presos políticos).
“Healy estaba de buen humor. Se acercó a Bill Muntean, quien se había dejado una larga barba durante la pandemia, y le preguntó: ‘Bill, ¿qué diablos te pasó?’ ‘¡Mike, tú eres el que ha estado en la cárcel durante el último año y medio!’, respondió Muntean”, se lee en la crónica difundida por el Departamento de Estado.
Juan Sebastián Chamorro, economista y preso político desterrado, dijo a EL PAÍS sentirse “consternado y muy triste con la partida de nuestro querido amigo Mike”, que es así como llamaban al empresario.
“Mike era alguien que he conocido durante toda mi vida. Un extraordinario ser humano. Mike tenía un enorme corazón. Tenía una enorme capacidad de pedir disculpas cuando él sentía que había que pedirla. Una generosidad enorme y un gran creyente en la celda diez. Era muy riguroso con su rosario a las 10:00 y a las 15.00 de la tarde. Y sus oraciones nos llenaban de mucha fe y mucha esperanza”, afirma Chamorro. “Mike sufrió mucho en su última etapa de su vida. Primero, con la confiscación arbitraria y legal de parte de la dictadura, la destrucción de su finca que tanto amaba y que siempre en sus oraciones estaba regresar a su amada patria, donde está enterrado su padre”.
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