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Cuatro hermanos mueren acribillados por sicarios mientras dormían en Guayaquil

Las autoridades creen que los asesinos se equivocaron de casa dispararon contra los niños en su casa al sur de la ciudad costera de Ecuador

Crimen en Durán, Guayaquil
Dos personas pasan delante de la escena de un crimen en Durán, Guayaquil.Rodrigo Abd (AP)

Valentina, Bryanna, Adiel y Aitana eran sus nombres. Eran niños, cuatro hermanos. Tenían siete, cinco, tres años y cinco meses de edad. Eran las 21.20 del lunes, dormían en una pequeña habitación cuando ocurrió la masacre. Los sicarios llegaron hasta su casa en el Guasmo, al sur de Guayaquil, no miraron, solo apuntaron a través del vidrio de la ventana y dispararon sin discriminar. A Rosa, su madre de 24 años, el instinto la hizo saltar sobre sus hijos para usar su cuerpo como escudo y protegerlos, pero no pudo evitar la tragedia. Los cuatro niños murieron acribillados por los dos criminales que, según los primeros indicios policiales, se equivocaron de casa.

La hipótesis que maneja la Policía es que la vivienda que buscaban los sicarios era la que estaba al lado de la casa verde de la familia Pinto donde dormían los menores. Ahí vivía Jordan Tomalá, de 36 años, con antecedentes penales por robo y tráfico de drogas y a quien hace más de un año intentaron asesinar en una cantina en otro sector de la ciudad, pero sobrevivió. Es conocido por vender droga en el barrio y huyó en el momento de la balacera.

Cuando los agentes ingresaron a la casa del sujeto encontraron credenciales de su asociación con el grupo delictivo Los Choneros y la escultura de la santa muerte, a la que los narcos veneran para su protección, y al lado, una foto suya. Los sicarios huyeron en el auto blanco en el que llegaron y que quemaron horas más tarde al otro extremo de la ciudad. Los sospechosos pertenecen a la banda criminal de los Lagartos, según los primeros indicios policiales. Ese grupo delictivo intenta mantener a bala y sangre el control del territorio en el sector del Guasmo, un barrio densamente poblado, de aproximadamente 300.000 habitantes, donde la mayoría de la gente intenta sobrevivir del trabajo informal en las calles, la construcción y la limpieza de casas.

Este no es el único grupo criminal que se disputa una parte del territorio en este barrio, otras organizaciones delictivas permanecen en pugna por adueñarse de rutas para el tráfico de drogas y otros delitos. En medio de esta guerra que se da en las calles, hospitales, cerca de las escuelas y sin el control del Gobierno, 310 menores han sido asesinados como víctimas colaterales en el 2023.

“Como institución, si hacemos una evaluación de cuántas personas han sido víctimas colaterales de estos eventos, personas de la tercera edad, mujeres embarazadas, niños, insistimos en que necesitamos cambios en las leyes, para que sean herramientas coercitivas para que nos den esa posibilidad de que no se vuelva a repetir”, dijo Víctor Herrera Leiva, comandante de la Policía de la denominada zona 8, donde está Guayaquil, la más violenta del país, donde han asesinado a más de 2.400 personas en el 2023. Los crímenes ocurren a diario en todo el país, que ya suman 6.900 este año. Ni el 10% ha tenido una resolución en la justicia y la gran mayoría continúa en la impunidad.

Por eso, la familia Pinto ha dejado el caso en manos de la justicia divina. Rosa está gravemente herida en terapia intensiva en el hospital y Jhordan, el padre de los niños, fue quien retiró los cuerpos de sus hijos de la morgue. El Gobierno de Daniel Noboa, quien todavía no ha explicado cuál será el plan de acción para combatir la alta criminalidad del país, emitió un comunicado al día siguiente en redes sociales en el que aseguró que no habrá “espacio para la impunidad, ni se cederá ante aquellos que intentan sembrar terror”.

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