Los coches de lujo se quedan sin cuero paraguayo por la presión del pueblo ayoreo
La empresa italiana Pasubio, que vende tapizados a marcas como Jaguar, Land Rover o BMW, no comprará más cuero de proveedores que invadan bosques de pueblos indígenas
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¿Saben de dónde viene el cuero de los asientos y volantes de los coches más caros? Marcas como BMW, Citroen, Jaguar, Land Rover, Peugeot y Porsche lo compran de la empresa italiana Pasubio, el mayor importador de cuero de Paraguay, donde el pueblo indígena ayoreo lleva décadas luchando por frenar la deforestación de sus tierras por parte de ganaderos.
El trabajo de custodia del territorio ayoreo y su interlocución con actores políticos de Paraguay y el extranjero ha dado un nuevo fruto: la empresa Pasubio ha anunciado que dejará de comprar cuero paraguayo de proveedores que invadan y deforesten sus tierras, donde viven sus familiares en aislamiento voluntario dentro del Gran Chaco, el segundo bosque continuo más extenso de América del Sur.
La lucha política y judicial de este pueblo indígena integrado por unas 7.000 personas entre Paraguay y Bolivia ha logrado preservar cientos de miles de hectáreas de bosques en las últimas décadas. Pero sus líderes, abogados y decenas de organizaciones paraguayas e internacionales denuncian que la invasión ilegal por parte de ganaderos continúa impunemente ante la corrupción rampante de las autoridades locales.
El lunes pasado, la curtiduría italiana Pasubio, una de las empresas líderes de su sector, anunció la decisión de abstenerse de comprar cuero “a proveedores cuyas actividades amenacen directa o indirectamente los bosques habitados por indígenas no contactados del Pueblo Ayoreo en Paraguay”.
La decisión de Pasubio se produce después de 20 años de exigencias del pueblo ayoreo, que consiguió en 2016 una medida cautelar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que exige al Estado paraguayo proteger sus bosques y su territorio, y después de que hace un año, la ONG Survival denunciara ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) a esta empresa y a otra llamada Gruppo Mastrotto.
Survival envió entonces requerimientos a ambas empresas italianas instándolas a detener estas importaciones. Gruppo Mastrotto respondió, iniciando un diálogo con la ONG que sigue en curso. Sin embargo, Pasubio se limitó en su momento a enviar un breve descargo de responsabilidad, por lo que Survival, con el respaldo de los ayoreo que viven fuera del bosque, presentó una queja formal en el Punto Nacional de Contacto (PNC) de Italia para la OCDE, la instancia que fomenta la puesta en práctica de las directrices de la organización para empresas multinacionales.
“Me parece una decisión oportuna para que pueda tener un impacto a nivel local”, le dijo a América Futura Tagüide Picanerai, uno de los líderes ayoreo afectados, tras conocer el comunicado de Pasubio.
El desconocido segundo bosque más extenso de América del Sur
El Chaco es tan grande que se extiende por Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil: posee bosques secos de árboles centenarios, sabanas y humedales que habitan 15 pueblos indígenas diferentes, también jaguares y otros animales en peligro de extinción.
El pueblo ayoreo es un caso único en América. Todas las demás comunidades indígenas en aislamiento voluntario se encuentran en la otra gran superficie continua de bosque del continente, la Cuenca Amazónica.
Los ayoreo fueron prácticamente los últimos nativos en entrar en contacto directo con la colonización en esta región de América del Sur. Esto se le atribuye a la espinosa y dura naturaleza chaqueña, y la valentía y ferocidad de sus habitantes, que impidieron a la mayoría de expediciones europeas adentrarse en estos bosques hasta ya bien entrado el siglo XVIII.
La cuestión es que algunos grupos ayoreo aún no han hecho ese contacto de manera voluntaria. La legislación paraguaya e internacional asegura la prevalencia del derecho de autodeterminación de los pueblos originales del territorio. Si no quieren ni necesitan contactar, la sociedad envolvente debe respetar su decisión. Y, no solo eso, debe trabajar por preservar su territorio. Algunos de ellos son familiares de Tagüide, cuyos padres fueron obligados a abandonar el bosque en la década de 1980.
El comunicado el Grupo Pasubio asegura que suspenderán todas las relaciones comerciales “con proveedores paraguayos que no puedan ofrecer garantías adecuadas sobre la ausencia de cualquier relación, directa o indirecta, con las explotaciones ganaderas existentes dentro del Patrimonio Natural y Cultural Ayoreo Totobiegosode (PNCAT )”. Sin embargo, no señala a qué productores se refiere.
Pero Tagüide, maestro de escuela y casi licenciado abogado, se pregunta cómo van a comprobar que sus proveedores no invaden su territorio o el de otros pueblos indígenas. “Me hace dudar un poco esta cuestión”, dice.
El vínculo entre el cuero utilizado en la industria automovilística y la destrucción ilegal del bosque de los ayoreo fue demostrado en una investigación de la ONG Earthsight. En dos informes, Grand Theft Chaco I y Grand Theft Chaco II, Earthsight reveló que casi dos tercios de las pieles exportadas desde Paraguay van a parar a empresas italianas, principalmente a Pasubio, cuyos ingresos anuales de 313 millones de euros dependen en un 90% de la industria del automóvil.
Según estos informes, una finca de la empresa Caucasian S.A. y otra perteneciente a un asociado de la Cooperativa Chortitzer deforestaron ilegalmente de 2.700 y 500 hectáreas respectivamente entre 2018 y 2019 de la reserva del pueblo ayoreo en contravención de las resoluciones gubernamentales. Una tercera finca, de la empresa Yaguareté Porã, lleva también unos 20 años talando e invadiendo con ganado este territorio.
Earthsight detalló cómo una cultura generalizada de corrupción e inacción se había arraigado en el Ministerio de Medio Ambiente de Paraguay, posibilitando que las fincas recibieran permisos de deforestación irregulares que a menudo se concedían una vez que los bosques ya habían sido talados.
“Nos alegra saber que Pasubio se haya comprometido a boicotear el cuero de proveedores que amenazan las vidas y los territorios del Pueblo Ayoreo en Paraguay, y esperamos que otras empresas sigan su ejemplo”, declaró la directora de Survival, Caroline Pearce.
En 2001, el Gobierno de Paraguay reconoció formalmente un territorio de 550.000 hectáreas como “Patrimonio Natural y Cultural Ayoreo Totobiegosode (PNCAT )”. Sin embargo, hasta la fecha las autoridades solo han transferido aproximadamente una quinta parte de las tierras prometidas.
Según los testimonios de los ayoreo que salieron del bosque y de los estudios antropológicos disponibles, quienes están en aislamiento voluntario viven de la caza de jabalíes, de la recolección de frutas y de la elaboración de harina del algarrobo. Tienen predilección por la miel silvestre y la sopa de tortuga. Son nómadas y cruzan asiduamente la frontera con Bolivia usando zuecos de madera, vasijas de barro y textiles de caraguatá, algunos tan útiles para sentarse en el suelo que alguna que otra empresa europea ya se lo ha copiado.
El último gran contacto se dio en 2004, cuando varios de ellos salieron asustados por el ruido de las sierras eléctricas cortando troncos y perseguidos por los disparos de cazadores. En 2021, algunos de ellos se acercaron hasta una de las aldeas donde viven los ya asentados, les hablaron y se fueron. Les pidieron seguir en el bosque. “Los ganaderos saben perfectamente que este territorio cuenta con una medida cautelar, pero igual presentan proyectos al Ministerio del Ambiente para producir carne aquí y el ministerio se lo autoriza, violando la ley”, denuncia Picanerai.
El cuero de las vacas que invaden las tierras ayoreo es el pellejo curtido y preparado para uso industrial que después termina en forma de volante o asiento de un coche europeo. Y si algo tiene Paraguay son vacas. El doble que de personas. También mucho espacio, tanto como Francia, pero para 6,1 millones de habitantes. No es si quiera necesario invadir las pocas reservas de bosque que quedan en una zona que está entre las que tiene una tasa de deforestación más alta en todo el mundo.
Pero es una actividad que mueve unos 1.700 millones de dólares al año. ¿Y quién tiene las tierras donde pastan las vacas? Aproximadamente el 2,5% de la población de Paraguay tiene el 85% de la superficie cultivable del país y, en el Chaco, esa desigualdad se hace explícita. La mayoría de esos latifundistas de Paraguay son funcionarios y militares de la dictadura más larga de América del Sur, la de Alfredo Stroessner (1954-1989), que robaron y se repartieron en esa época entre 8 y 22 millones de hectáreas (3 veces el tamaño de Panamá) que pertenecían a pueblos indígenas, a cooperativas campesinas y a opositores.
“Los poderosos que están detrás de la industria del cuero en Paraguay deben saber que el mundo no se quedará de brazos cruzados ante la destrucción ilegal del bosque del Chaco y de su gente para su lucro. […] Las autoridades paraguayas deben respetar de una vez por todas el derecho nacional e internacional, expulsar todas las haciendas del territorio ayoreo y devolver la tierra a este pueblo indígena”, añadió Pearce, de Survival.
Hasta los años 90, la dictadura de Stroessner negaba la existencia de los ayoreo y los perseguía. Los mandaba matar en cacerías humanas. Ya entrados los 2000, las agrupaciones gremiales de ganaderos e incluso algunos funcionarios públicos del Gobierno negaban aún la existencia de este pueblo centenario.
Hoy, gracias a la valentía de sus líderes, el trabajo de investigadores sociales, periodistas e incluso cineastas, el mensaje de los ayoreo por la preservación de los bosques del Chaco recorre el mundo. Hoy nadie puede negar su existencia y la decisión de Pasubio es un paso para respetar los derechos de este pueblo y que quien los viola se haga responsable.