Rattan Lal, el ‘padrino científico’ de los suelos: “No hay que producir más comida, pero sí más saludable”
En entrevista con América Futura durante la conferencia de ministros de agricultura de América Latina y el Caribe, el profesor aboga por la producción local para hacer frente a los efectos del cambio climático
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El profesor Rattan Lal (Karyal, Pakistán, 79 años) vive en un apartamento de ciudad en Ohio, Estados Unidos, pero tiene un pequeño huerto de 25 metros cuadrados que le permite predicar con el ejemplo su llamado para promover la agricultura urbana como una manera necesaria de producir de manera local alimentos frescos, bajar la presión sobre los suelos agrícolas y ayudar en una “necesaria” contracción. Ahí siembra tomates, apio, judías verdes, rábanos o ajos, cultivos que incluso atraen mariposas y mantienen cerca de la naturaleza a este reconocido científico que en 2020 ganó el World Food Price, el mayor galardón para individuos que aporten conocimiento para el mejor acceso de la humanidad a los alimentos de calidad.
Nacido en 1944 en la actual Pakistán, habla de su jardín con orgullo para reafirmar su creencia en el valor espiritual de los suelos, pero también para mostrar que miles de personas en las urbes de América puedan hacer pequeños cambios para ayudar a los efectos del cambio climático sobre la salud del suelo y viceversa, con métodos más eficientes, sostenibles y beneficiosos para la alimentación humana.
Esto es lo que estudia como director del Centro de Manejo y Secuestro de Carbono (C-MASC) de la Universidad Estatal de Ohio, y lo que promueve como embajador del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el organismo basado en Coronado, un municipio agrícola al norte de San José donde esta semana se celebró la Conferencia de Ministros de Agricultura de las Américas 2023.
Con el IICA, lidera la iniciativa Suelos Vivos de las Américas para estimular alianzas entre la comunidad científica, gobiernos y empresas que permitan contrarrestar la degradación de suelos en América Latina y Caribe, lo que provoca un “círculo vicioso de sobreexplotación de la tierra, degradación, mayores demandas de producción, mayor pobreza, inseguridad alimentaria y migración”, según la Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD).
Lal fue expositor magistral invitado por el IICA para la reunión a la que acudieron representantes de 34 países bajo un lema que llama a buscar alianzas para procurar la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe. Es el charco de este científico estadounidense señalado como el padrino mundial de la ciencia de los suelos, uno de los artífices para que las discusiones actuales sobre cambio climático hayan incorporado, ahora sí, a este componente de la naturaleza crítico para la sobrevivencia humana.
Pregunta. La ministra de Cambio Climático y Ambiente de Emiratos Árabes Unidos (país anfitrión de la COP 28 en diciembre) dijo en la apertura de estas conferencias que “la relación entre el clima y nuestros sistemas alimentarios nunca ha sido tan estrecha ni compleja”. ¿Sustenta la ciencia esta afirmación?
Respuesta. Sí, esa afirmación es correcta. El sistema de alimentos en todo el mundo es responsable de un tercio de las emisiones antropogénicas y en concreto la agricultura genera un 15%. La agricultura no sólo ha sido fuente de emisiones de carbono, también de metano y otras sustancias. La pregunta es cómo hacer de la agricultura una solución, porque también he dicho que se debe reponer en la naturaleza lo que se extrae de ella. El mantenimiento de los sistemas agroalimentarios depende, sí o sí, del uso también de insumos que permitan llegar a esos caminos más sostenibles, pero se requiere mantener niveles de incorporación de nutrientes, entre otras cosas, para mantener los sistemas productivos. (...) La ministra en algún momento comentó que la agricultura podía ser vista como un problema (ambiental), pero en nuestra visión no, necesitamos alimentos y la agricultura es parte de la solución.
P. Esta posición se ha mencionado en años recientes. La pregunta es cómo llevarla a una aplicación de gran escala.
R. Hay tres jugadores aquí: productores, sector privado y los que hacen la política pública. A los productores los tenemos que educar más, ofrecerles el conocimiento científico. Al sector privado, deberíamos darles la sugerencia de traducir la intervención de la ciencia en forma correcta. A los que toman decisiones de políticas, deben incentivar a los agricultores a adoptar mejores prácticas de agricultura y recompensar a los agricultores que hacen bien la agricultura. Si los agricultores protegen el suelo, si restauran la salud del suelo, si secuestran el carbono, si producen más de menos, la sociedad en debería reivindicarles. En esto todos somos responsables, incluidos nosotros como consumidores.
P. Si no se hace este trabajo, ¿cómo se pueden expresar las consecuencias?
R. Más de 2.000 millones de personas están sufriendo de malnutrición porque la comida producida por el suelo degradado no tiene 17 micronutrientes. Las calorías están allí, pero el valor nutricional no siempre. Por eso surgen enfermedades, sobre todo en niños pequeños y mujeres embarazadas. No se trata de producir más comida, pero sí más saludable.
P. Después de la pandemia hay una presión aún mayor por los alimentos. ¿Es una dificultad adicional para adoptar formas sostenibles de producción cuando urge producir volumen y con el menos costo posible?
R. Es cierto que enfrentamos problemas generados por las tres ‘C’:covid, conflicto (bélico, en Ucrania) y cambio climático. Y esos tres factores lo que nos dicen que tenemos que fortalecer la producción local de alimentos. Ahora hay 28 ciudades que tienen más de 10 millones de personas, serán 35 pronto, que necesitan 6.000 toneladas de comida cada día. Los grandes centros urbanos necesitan encontrar nuevas formas de producción a nivel interno, en altos edificios de cristal para que crezcan alimentos frescos… Impulsar la producción local es muy importante. Cualquier otro evento de disrupción como la covid, la guerra en Ucrania y otros lugares lo que indican es produzcamos localmente tanto como podamos. No es una buena política la idea de antes de producir cosas en California, enviarlas a Ohio o Nueva York.
P. ¿Es realista eso?
R. Tiene que serlo. Hemos perdido conexión con la naturaleza. La agricultura urbana debe ser parte de la currículo. No estamos hablando de producir trigo y arroz, no, no, hablo de vegetables frescos. Reciclar agua, reciclar nutrientes, para que si ocurre una nueva disrupción como la covid, estemos preparados.
P. Tal vez debamos empezar por modificar nuestros hábitos.
R. Es posible, pero igual podemos tener nuestros propios vegetales. Soy vegetariano, pero no digo que haya que serlo, aunque mucha carne tampoco es buena para las personas. Tenemos que saber que producir un kilogramo de proteína de animal, carne, pescado o pollo tienen tremendas diferencias en la demanda de nutrientes y tierra. Eso tiene una gran diferencia en la producción de proteína vegetal en la demanda de recursos. Hay que reflexionar si necesitamos dedicar 3,7 mil millones de hectáreas a esa actividad (ganadería); tal vez no, hay métodos diferentes para reducir el impacto tan alto.
P. Mucho se acusa a la ganadería...
R. Bueno, el arroz es también gran emisor de metano y debemos pensar en un método de producir reduciendo las emisiones que impactan en cambio climático, aunque eso puede reducir la producción un 10%, pero ese impacto es necesario. Lo mismo para la ganadería, buscar formas más sostenibles, aunque se reduzca un poco la producción. Entonces hay un intercambio, se produce menos pero es más ambiental.
P. En muchos países hemos sentido el año de mayor temperatura y las advertencias del secretario de Naciones Unidas apuntan a un problema mayor. ¿Corresponde tomar medidas extraordinarias en alimentación?
R. Si cambiamos un poco nuestros hábitos de comida, si reducimos el consumo de carne y de harina, si adoptamos una dieta más vegetal, podemos salvar muchos recursos naturales. No debemos expandir la agricultura, no, debemos contraer la agricultura. Mi meta es tener una tabla de tiempo para ver la transformación del sistema de comida y evitar que se desperdicie el 40% de la producción, como ocurre ahora. Es un problema ético con algo que tiene un valor espiritual, porque el suelo es una cosa viva y toda la vida es dependiente del suelo.
P. ¿Hay conciencia de ello en las discusiones sobre clima?
R. La pregunta de la ministra de Emiratos es muy buena: ¿Cómo hacer la agricultura una solución? Me agrada ver que ella está haciendo eso en relación con el cambio climático, que lo esté relacionando con la agricultura. Hace 25 años solo hablaban de la emisión de combustibles; yo me uní en 2000, luego empezamos a hablar sobre secuestro de carbón en suelos y ahora hablamos del sistema agrícolas. Es una buena cosa, una muy buena señal. La agricultura ya es realmente parte de esa agenda climática y eso es realmente muy importante. Esto va ayudar a los agricultores, que no deben sufrir las pérdidas por los efectos y deben ser recompensados cuando adoptan las buenas prácticas agrícolas y que nos hacen llegar los alimentos; no deben jamás pagar por las pérdidas o por los problemas. Eso lo debemos pagar nosotros que somos los consumidores.