Franklin García Fermín: “Los haitianos están contribuyendo mucho al desarrollo de República Dominicana”
El ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología de República Dominicana reflexiona sobre cómo modernizar las aulas. El profesor basa la mayor parte de su política para combatir el machismo en las carreras científicas y la desigualdad racial en becas
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Minutos después de salir de una ponencia sobre los retos de la educación en Medellín, Colombia, Franklin García Fermín, Educación Superior, Ciencia y Tecnología de República Dominicana, carga aún el discurso impreso de 23 páginas en una tipografía e interlineado grande. Entre las palabras subrayadas están “ciencia abierta”, “panorama de transformación digital” e “inteligencia digital”. Y escrito a puño y letra: “aseguramiento de calidad”. Estos son, probablemente, cuatro de los escenarios más delicados a los que se enfrentan las aulas dentro y fuera del país caribeño.
En República Dominicana, de 11 millones de habitantes, los desafíos se amontonan. Con una tasa de informalidad laboral del 60%; una brecha de género enorme y una economía muy dependiente de las remesas y el turismo, pensar en apostar por la ciencia parece ser un objetivo muy lejano. Para García (San Francisco de Macorís, 66 años), no lo es tanto: “Trabajamos para rediseñar la educación y que las carreras estén enfocadas a lo que pide el empresario dominicano”.
Para las desigualdades de género y raciales que sufre “históricamente” el país, la receta es la misma: becas. “Nosotros no podemos obligar a que las mujeres estudien carreras científicas, tienen libertad de escoger. Pero defendemos las políticas públicas para que entren”, explicaba quien fue rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo de 2008 a 2011. A finales de mayo, durante el Global Education Forum (GEF), una iniciativa del Grupo Educativo SEK y WISE, organizado por Qatar Foundation y la Universidad Camilo José Cela, asegura que seguirá escuchando y buscando soluciones. “Tenemos mucho que aprender y que aportar”.
Pregunta. ¿Se ha notado un bajón formativo en los alumnos que llegan a los estudios superiores tras la pandemia?
Respuesta. Hay que reconocerlo. Evidentemente ese cambio brusco afectó la labor y el rendimiento del profesor y del estudiante. Pero no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Cuando impactó la pandemia, fue un choque para la educación en general, pero en la educación superior en particular, porque la presencialidad era absolutamente mayoritaria. La Universidad Autónoma de Santo Domingo tenía en ese momento más de 30.000 secciones [clases] presenciales y solo 300 virtuales. Hicimos lo que había que hacer, contratamos universidades extranjeras para formar a los profesores para la virtualidad. Hoy, el 25% de las asignaturas son virtuales. Ya la virtualidad no va a ser una excepción; va a formar parte de los estudios superiores en el mundo.
P. Su ministerio está en el proceso de rediseño de 186 currículos de estudios superiores. ¿Cuáles son los puntos claves de la remodelación?
R. El mundo está inmerso en una gran discusión sobre cómo se va a enfocar la educación. Y nosotros queremos formar profesionales tratando de direccionarlos hacia aquellas carreras que son de alto interés para el país, como STEM [el acrónimo en inglés para ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas]. Por eso, trabajamos en el rediseño curricular hacia allá…
P. ¿Excluirán algunas carreras?
R. La idea no es quitar carreras, sino direccionarlas. Hay carreras que van a ir perdiendo su primacía, por decirlo así, como el derecho tradicional. Estamos dándole fuerza a otras modalidades como el derecho del espacio o el derecho ambiental. Estas nuevas carreras juegan un papel fundamental. Otro enfoque importante es la demanda de la formación técnica profesional. Hay que tratar de cambiar la mentalidad del joven, porque cuando piensa en estudios superiores, piensa en la licenciatura. Pero hay que llevarlo a que piense en un grado intermedio, que es el de técnico universitario, de dos años. Esto es lo que demanda el mercado y el empresario dominicano.
P. ¿Cómo puede República Dominicana aspirar a contar con otros pilares de la economía, más allá del sector servicios?
R. La nuestra es una economía de servicios que tiene también dos grandes componentes: el turismo y las remesas que envían desde Estados Unidos, España y parte de Europa. Esos son los dos grandes pilares. Entonces hay que seguir trabajando para crear empresas. Hay que apostar por la tecnología y la ciencia.
P. Hace unos meses entregaron los Premios de Ciencia 2022. Entre los 16 galardonados solo había dos mujeres y en la categoría de “homenajes póstumos” fueron para Norma Fabián Calcagno y Yvelisse Prats Ramírez. ¿Cómo podemos hacer que las mujeres se sientan apeladas en las carreras de STEM?
R. Es muy importante la pregunta, porque es una inquietud que prevalece en la sociedad dominicana. Hay que hacer esfuerzo para que las mujeres dominicanas vayan hacia esas carreras, porque la gran mayoría son hombres. Pero fíjate, hay algo sintomático: en las universidades de hoy el 64% son mujeres las que están estudiando. Esto es algo extraño, sí, pero en un futuro lo que se prevé es que van a tener un gran potencial.
P. ¿Y cómo se hace para que el potencial sea hoy y no en el futuro?
R. Nosotros no podemos obligar a las personas que estudien tal carrera. No se puede obligar. Tienen libertad de escoger. Pero nosotros defendemos las políticas públicas, tratamos de contribuir a que en ciertos sectores, en el caso de las mujeres, vayan a ese tipo de carreras. ¿Cómo? Con becas.
P. Más allá de las becas, ¿cuáles son las medidas estructurales promovidas por su ministerio?
R. Promover la educación y que la mayoría de las inscritas sean mujeres. El 64% del total de egresados son mujeres, como te decía. En estas carreras tecnológicas… el porcentaje es menor. No tengo el dato, pero es menor…
P. El Ministerio está financiando cuatro proyectos para buscar soluciones al sargazo. ¿Cómo pueden los estudios superiores resolver problemas locales?
R. El sargazo se ha convertido en un problema grave para la República Dominicana. Las playas están muy afectadas y hay mucha gente buscando soluciones; inclusive jóvenes de bachillerato u otros científicos del Instituto de Biología Marina de la Unión. Estamos pensando ¿qué ventaja podemos sacarle a este problema? Y ahora mismo, tenemos cuatro proyectos financiados con el Fondo de Inversión del Ministerio relacionados con la producción de energía, la agricultura e incluso la alimentación. Todos muy innovadores.
P. ¿Puede la educación tender un puente a la población haitiana que migra diariamente a República Dominicana?
R. República Dominicana es el país que más ha aportado a favor de Haití. En el sector de la construcción, la mayoría son de origen haitiano. En la agricultura también. Los haitianos están contribuyendo mucho al desarrollo del país. Desde la educación también contribuimos, sobre todo con becas. Ahora mismo hay 14.000 haitianos en educación superior, de un total de 600.000. No todos son becados, muchos pagan sus estudios. Le estamos pidiendo a la comunidad internacional que vaya en auxilio y que traten primero de pacificar, porque primero hay que pacificar y contribuir con el desarrollo de ese país.
P. Las tasas de informalidad en República Dominicana rondan en el 60%, una cifra superior a la media de América Latina y el Caribe, que es de 56,5%. Para muchos profesionales con carrera universitaria, la solución es migrar. ¿Cómo se frena la fuga de cerebros?
R. La solución es a largo plazo, porque en la última estadística, no sé, creo que esos datos ya han disminuido. Era un 58% de empleo informal. Eso ha ido mejorando y es un un esfuerzo que hay que hacerlo mancomunado. No solo el Gobierno. Tiene que participar la empresa privada y otras instancias públicas y privadas para ver cómo esta situación la podemos ir revirtiendo, ya que el empleo formal es el que garantiza también una seguridad social y mayor estabilidad. El empleo informal es el que está en una esquina vendiendo naranjas…
P. O una persona con estudios superiores que no tenga acceso a un trabajo digno…
R. Sí, pero hay que promover la cultura del emprendimiento, porque debemos crear profesionales que piensen en un empleo y que se queden. Y los que formamos fuera, que regresen.
P. El Banco Mundial publicó un informe que mostraba cómo uno de cada cinco afrodescendientes en América Latina abandona la escuela antes de completar la primaria. ¿Por qué la educación en Latinoamérica es tan elitista y segregante?
R. Sí, es porque son los más pobres. No es que en nuestro país haya discriminación. No hay una política de Estado… La mayoría somos descendientes de África o de Haití. Lo que yo entiendo que hay que aplicar también son políticas a largo plazo, porque es una deuda social que se ha venido acumulando desde mucho tiempo atrás. Entonces hay que definir políticas que combatan la pobreza. Y para ello es necesario combatir la corrupción. El Banco Mundial calculó la corrupción en 165.000 millones de pesos al año. Combatimos la desigualdad mediante las becas y atacando la corrupción.