Luz Nellis Camacho Berrío: el renacer de un pueblo
Esta valiente maestra de primaria se obsesionó con encontrar una tierra para asentar a distintos grupos de personas desplazadas en los Montes de María que confluían en una escuela. Su empeño le permitió cambiar decenas de vidas y consolidar un colegio que hoy les aporta bienestar y futuro a sus estudiantes
La voz de Luz Nellis Camacho Berrío (San Onofre, 58 años) se oye risueña al otro lado del teléfono. Son las ocho de la mañana y está sentada a la sombra de un palo de mango, el mismo árbol donde comenzaron las clases del nuevo colegio Santa Fe de Icotea, que ayudó a construir. La llamada interrumpe la entrega de unos zapatos que gestionó para sus alumnos: “Nos llegaron 180 pares. Los muchachos están felices porque muchos andan descalzos o en chancletas”, dice.
Son épocas muy diferentes, la que viven hoy y la que vivieron en 2007. Fue en ese año cuando esta profesora etnoeducativa, que crió sola a sus dos hijos, llegó como maestra de primaria a la vereda Arroyo El Medio, del municipio de María la Baja, en Bolívar. “La escuela estaba que desaparecía”, dice. Ese primer día apenas se encontró con 28 estudiantes, niños y niñas de una treintena de familias que habían llegado hasta allí desplazadas por la violencia. Cuando se instalaron en Arroyo El Medio, la presión de los grupos armados y la falta de oportunidades para trabajar la tierra hicieron que otra vez la mayoría tuviera que buscar nuevos rumbos.
La ‘seño’ Luz Nellis, como le dicen, no se amilanó. Convencida de que su misión en la vida es servir a otros se propuso encontrar un terreno donde construir una nueva escuela –de la que conservó su nombre original: Santa Fe de Icotea–. Luz Nellis caminó y caminó hasta que lo encontró. De la plata que reunió de su bolsillo y de lo poco que consiguió con una vaca que hizo entre amigos sacó para comprar la tierra. Justo ahí, alrededor del palo de mango. Lo siguiente era buscar un espacio para que se instalaran las familias, porque, “¿qué es una escuela sin su comunidad?”, pensó.
Y así, con apenas siete padres y madres que se contagiaron con su entusiasmo, y que le creyeron, se fue a buscar la ayuda institucional que antes les habían negado a las familias. Durante varios meses tocaron todas las puertas posibles y hasta durmieron en un parque de Cartagena mientras esperaban un turno interminable, pero no desfallecieron. Hasta que, en 2008, una corporación les dio el apoyo económico para comprar el terreno que faltaba.
Luz Nellis convenció al propietario de la finca donde estaba la parcela en la que se iba a levantar la escuela de que le vendiera tres hectáreas más para albergar a la gente. No fue fácil, pero en diciembre de ese año ya había nacido una vereda que un vecino bautizó como Paso El Medio y pertenece al corregimiento de Matuya. Y aunque no vive allí, Luz Nellis es el alma de la escuela y del pueblo. Los habitantes de la vereda no solo la llaman ‘seño’, sino madre, hermana. Cuando hay pleitos familiares o de pareja la buscan para que les dé consejo, también cuando hay adolescentes en problemas o cuando se presentan dificultades en la convivencia.
En la escuela ya hay 167 estudiantes de 5 a 18 años entre los grados preescolar y noveno. Por el voz a voz algunos se matricularon desde Matuya. Luz Nellis también impulsa un programa de convivencia y paz que ha desactivado la agresividad con la que llegaban algunos muchachos. Su orgullo es que dos exalumnos, Eider y Adrianis, lograron entrar a la universidad. En la vereda ahora residen 80 familias que viven del campo. En Paso El Medio hay quien dice que Luz Nellis, que es la mamá grande del pueblo, tiene dotes de adivina. “Seño, es que usted ve las cosas que van a pasar mañana”, le dicen.
Tal vez tengan razón. Luz Nellis vio el terreno para la escuela, luego la tierra para la vereda y ahora visualiza una cerca y una cancha de fútbol para el colegio. Está segura de que los conseguirá. Después vendrá un centro de salud, porque, “¿qué es un pueblo sin su centro de salud?”.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar y Fundación Corona.
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