Laura Miranda Cortés: la guardiana del llano

La ecóloga trabaja desde hace 11 años en la conservación de ecosistemas y de mamíferos como el oso hormiguero y el jaguar, en el Casanare. Con su organización, desarrolla estrategias para cuidar la naturaleza y promover el turismo sostenible

Laura Miranda Cortés
La ecóloga Laura Miranda Cortés, impulsora de la organización ambiental Cunaguaro.Pablo-Araque

Marota, así llamó Laura Miranda Cortés a una hembra jaguar que pudo observar durante tres horas el 29 de marzo pasado. Era la primera vez que veía esta especie en vivo y en directo: “Por fin, después de tanto monte en este llano que amo infinitamente. ¡Por fin!”, escribió en su cuenta de Instagram. Ese encuentro fue la materialización de un sueño, luego de más de una década de trabajo de conservación en el departamento del Casanare.

Ecóloga de la Universidad Javeriana de Bogotá, y alumna de Brigitte Baptiste, esta casanareña de 39 años, que alcanzó a soñar con trabajar en el mar, estudió gracias a un fondo con el que contaba el departamento, hizo su tesis sobre la región y volvió para quedarse y trabajar por la conservación de los 156 tipos de ecosistemas de la Orinoquía.

Su organización ambiental, a la que bautizó Cunaguaro, en honor al tigrillo ocelote, nació para apoyar a las empresas petroleras con las licencias ambientales, pero su misión terminó dando un vuelco: se convirtió en el apoyo a los finqueros que querían proteger los ecosistemas de sus tierras y blindarlas de la expansión petrolera. A la fecha, Miranda ha logrado la protección de 100.000 hectáreas.

La fundación actúa como puente entre comunidades y autoridades, apoyando en la obtención de registros y levantando inventarios sobre el carácter biofísico, socieconómico y cultural de las distintas zonas a proteger —un área se considera de conservación si está bajo amenaza o no tiene suficiente representación en las áreas protegidas del país—.

Miranda hace su trabajo a caballo. Usa sombrero llanero y recorre con los finqueros las planicies orinoquenses. No ha sido una tarea fácil. Reconoce que el liderazgo femenino a veces puede generar rechazo, por lo que ha buscado crear confianza con finqueros y ganaderos. “No vine a inventar que el agua moja: los llaneros vienen haciendo conservación de sus áreas en medio de sus tareas productivas”, afirma.

Los esfuerzos de los ganaderos han apuntado a que el ganado se alimente con pasto natural, que va acorde con las dinámicas hídricas de las sabanas inundables, y a tener un ganado de tamaño mediano, que reduce el impacto en el suelo. “No es de extrañarse ver al ganado conviviendo con chigüiros, aves y osos palmeros [hormigueros], lo que revela que la ganadería ha sido un motor de conservación en el Casanare”, agrega.

Cunaguaro hoy busca apoyo para implementar muchas de estas estrategias de conservación de la mano de organizaciones internacionales, que incluyen monitoreo de diversidad. Miranda pasa muchos de sus días en safaris llaneros, una experiencia que ofrece su agencia de viajes, aliada de su organización ambiental. En ellos, los dueños de las fincas que hoy son zonas protegidas comparten sus experiencias con turistas de Colombia y del extranjero. Junto con guías como Seudiel Gualteros, El gran llanerazo, o Eliana Gualteros, La llanera recia, es posible ver venados, babillas, felinos y chigüiros, animales que habitan esos territorios gracias a los esfuerzos que ha hecho la sociedad civil para su conservación.

Admira la llaneridad. Desde muy pequeña, se enamoró del rasgueo del cuatro y del canto. Sus papás eran dueños de un tradicional hotel de Yopal y allí conoció a grandes músicos llaneros que participaban en el torneo Cimarrón de Oro. De hecho, un amigo compositor, Carlos Cachi Ortegón, la llama la maraquera perdida en la ecología. Y tiene razón: a Miranda la apasiona tanto la voz del Cholo Valderrama como la observación de aves –nunca se pierde una oportunidad para ir a pajarear–.

Su trabajo de protección del medioambiente se ha extendido a estrategias para la conservación del jaguar y su convivencia con la comunidad. También busca proteger al osito trueno, una especie pequeña del oso hormiguero que ha empezado a ser vista por la zona. Desde su organización adelantan monitoreo, investigación y educación ambiental, lo que le ha permitido publicar en revistas científicas que posicionan el trabajo que desarrolla en la Orinoquía colombiana.

De pequeña, Miranda pedía permiso a sus amigos para ir a jugar a sus fincas. Hoy lo hace para recorrer las tierras de ganaderos, vecinos y conocidos. Cabalga en medio de la llanura, observa la flora y la fauna, y se conecta con la simplicidad de la cultura llanera, un estilo de vida que ella describe como austero y feliz. “Estar cerca de ellos es aprender a observar, es leer la naturaleza y conectarse con la sabiduría que traen sus conversaciones”, señala esta defensora de una región en la que se registran más de 5.000 especies de plantas y alrededor de 3.000 animales.

Lina Fernanda Sánchez Alvarado es periodista, con una maestría en Estudios Sociales Latinoamericanos de la Universidad de Buenos Aires.

*Apoyan Ecopetrol, Movistar y Fundación Corona.

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