El intento fallido de vender dos obras de Débora Arango expone la crisis de los museos en Colombia
El Ministerio de Cultura negó al Museo de Arte Moderno de Medellín la posibilidad de enajenar parte de la colección de la pintora antioqueña. El instituto ya había buscado ceder tres piezas al Museo Nacional en 2023


La obra de Débora Arango (1907-2005), la pintora colombiana más trasgresora de mediados del siglo XX, vuelve a ser el centro del debate en el mundo del arte nacional. Ya no como blanco de críticas de la sociedad ultraconservadora de entonces. Ahora lo es por el manejo de su colección, una de las más preciadas en todo el país. El Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM), propietario de más de 250 obras de la pintora, intentó vender dos de sus cuadros bajo los pretextos de difundir el trabajo de la artista y de que era una forma de enfrentar las “limitaciones financieras” de la institución. Aunque el Ministerio de Cultura rechazó esta transacción, la disputa ha abierto una conversación en el sector sobre cómo proteger la obra de Arango y la situación económica de los museos en Colombia.
El MAMM solicitó en julio al MinCultura su autorización para transferir al estatal Banco de la República las obras Madona del silencio (1944) y Rojas Pinilla (1953-1957), dos de los óleos más reconocidos de Arango. Las dos obras, además de otras decenas de dibujos y pinturas, son propiedad del museo antioqueño desde la década de los ochenta gracias a una donación que hizo la artista a la institución. La colección fue declarada un Bien de Interés Cultural en 2004, lo que dejaba la decisión en manos del Ejecutivo. La ministra de Cultura, Yannai Kadamani, anunció esta semana que su cartera negaba la petición y explicó que se debe “respetar la donación a título irrevocable de la obra” y la indivisibilidad de la colección.
La directora del MAMM, María Mercedes González, justificó la petición en que el museo que encabeza “tiene unas limitaciones de espacio, humanas, administrativas y financieras” y que la venta de los cuadros ayudaría a ampliar la zona en la que se custodian las obras de Arango y otros artistas, según comentó a El Colombiano en una entrevista. EL PAÍS intentó ponerse en contacto con la directora, pero no obtuvo respuesta. Tras la negativa del Gobierno, el museo ha recalcado en un comunicado que su intención era “cultural, pedagógica y ciudadana” y que se abría ahora a buscar alternativas para que la obra se mantuviera “viva en la memoria cultural del país”. Pero la polémica ya estaba servida.

En defensa del MAMM, Juan David Correa, exministro de Cultura, criticó en redes sociales la exigencia de mantener en un mismo sitio todas las obras de un artista. “Entiendo la preocupación de quienes creen que esto sentaría un precedente a que se abra la puerta a más ventas. Pero eso conduce a cerrar a cal y canto la obra de una artista que no le pertenece a una ciudad, sino a la humanidad”, profundiza en una conversación telefónica. Para el literato, “a Débora no le molestaría que su colección fuera patrimonio de todos los colombianos. La venta no era a un grupo saudí ni se estaba haciendo a escondidas. Era al Banco de la República”, entidad pública y uno de los mayores gestores de arte en Colombia.
El intento de enajenar las obras de Arango no es nuevo. EL PAÍS conoció en exclusiva que el MAMM hizo una oferta en 2023 al Museo Nacional para la venta de tres piezas: una acuarela y dos óleos. En la mira del posible comprador estaban El tren de la muerte (1948) y Salida de Laureano (1953). El monto ascendía hasta los 3.000 millones de pesos (unos 770.000 dólares). La propuesta estuvo supervisada por el Ministerio de Cultura —entonces en cabeza de Correa—, pero la negociación, que duró varias semanas, no dio frutos tras la negativa del comité de colecciones del Museo Nacional.
El exdirector de la institución, William Alfonso López asegura que desde el Ministerio “ejercieron una presión muy dura” para que la compraventa saliera adelante. “Pero no es una transacción de cualquier orden, la salida no puede ser que los museos se deshagan de sus colecciones. Le dijimos al ministro que generaría una gran indignación y ahí se hubiera ido el prestigio del Museo Nacional”, sostiene López. El exministro admite que él “quería comprar” esas obras para que fueran expuestas en Bogotá. “Yo fui el responsable de establecer esa comunicación, pero entendí y respeté la decisión del museo”, apunta.

Sobre el debate actual, López señala estar “alegre” con la posición actual del Ministerio. “El fondo de todo esto es la situación de precariedad de los museos en todo el país. La propuesta del MAMM nace de un contexto económico difícil”, sugiere. Esto pese a que el museo antioqueño recibe el mecenazgo de importantes empresas como Bancolombia, Sura o EPM, y está en mejores condiciones que decenas de instituciones más. En cualquier caso, para el curador la situación financiera no puede romper con la tradición de no vender las piezas que reciben como donación. “Es posible que llegue un momento en el que el Estado deba nacionalizar los museos, como ocurre en México o Argentina, y haya un sistema público. Está muy difícil el contexto de los privados y este es un ejemplo de ello”.
López deplora que la propuesta de una Ley de Museos no haya salido adelante con este Gobierno. Se trataba de un proyecto para llenar los múltiples vacíos normativos del sector y crear una Dirección Nacional de Museos. El presupuesto de 1 billón de pesos para la cartera de Cultura este año no parece ser suficiente para el buen funcionamiento del sector museístico, cuyas grietas se profundizan cada año más.
En un tono más severo, la historiadora del arte y docente Julia Buenaventura lamenta que el MAMM no haya hecho un catálogo razonado (inventario) de Arango. “La obra no es solo un conjunto de piezas, es un todo. Sin saber cuántas son o dónde se encuentran, las obras se falsifican y se pierden”, explica. La experta señala que la directora González contabiliza 246 obras, pero la página del MAMM registra 252. “Si empiezan a vender obras sin saber ni siquiera cuántas tienen, se va a disgregar el gran capital que tienen”, advierte Buenaventura.
La catedrática de la fundación Escuela Concreta propone dos soluciones: “Es muy fácil. Si el museo quiere desprenderse de algunas piezas, que mejor done la colección completa al Museo Nacional. Si no, deben aprovechar la mina de oro que tienen en sus manos. Débora haría mucho dinero si establecen una exposición permanente y le hacen la promoción que merece. Se puede convertir en nuestra Frida Kahlo”. Los entrevistados coinciden en que Arango es una figura revolucionaria para el arte del país, pero que históricamente ha sido “ninguneada”, en palabras del exministro Correa, que insiste: “Arango es una artista que tantos años después todavía incomoda”.
El MAMM, de momento, afirma que no dará más declaraciones a la prensa y se ciñe al comunicado emitido el martes, en el que no precisa cuáles son las “alternativas y alianzas” que busca para divulgar el trabajo de la pintora. La actual ministra Kadamani propuso varias opciones para que “la obra de la maestra Débora no siga embodegada”, como el préstamo a través de comodato o un convenio con otras instituciones. En lo único que todos parecen estar de acuerdo es en que la difusión del trabajo de Arango es imprescindible para el arte nacional.
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