La Colombia de Petro apuesta por la ambigüedad para relacionarse con la Rusia de Putin
El presidente colombiano se ha declarado “neutral” frente a la guerra en Ucrania y pide pista para ingresar en el bloque ampliado de los BRICS


El Gobierno de Gustavo Petro en Colombia ha apostado por la ambigüedad en sus relaciones con la Rusia de Vladimir Putin, aún en medio de la guerra en Ucrania, lo que le ha permitido equilibrar su política exterior sin comprometerse con una posición definitiva. Sin embargo, para el tradicional aliado de Estados Unidos en América Latina será cada vez más difícil sostener ese enfoque. Esa es una de las principales conclusiones de un informe de la consultora Colombia Risk Analysis (CRA) que aborda las relaciones entre Bogotá y Moscú, además de la influencia rusa en la región, en momentos en que Petro ha pedido pista para ingresar al bloque ampliado de los países BRICS –el acrónimo que originalmente se refería a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica–.
El presidente de Colombia ha decidido mantenerse “neutral” frente a la guerra en Ucrania. No ha condenado la invasión rusa a gran escala, que ya cumple tres años; evita criticar a Putin y suele hablar en genérico de la necesidad de alcanzar la paz entre dos países, sin tener en cuenta que uno es el agresor y el otro el agredido. Con una notable excepción. En 2023, Petro acusó a Moscú de violar los protocolos de la guerra al atacar a civiles colombianos indefensos, luego de que un misil ruso alcanzó un restaurante en Kramatorsk, donde se encontraban el excomisionado de Paz Sergio Jaramillo, el escritor Héctor Abad Faciolince y la reportera Catalina Gómez Ángel, junto a la escritora ucrania Victoria Amelina, que murió por el impacto. El año pasado, de visita en Europa, el mandatario canceló sobre la hora su participación en la Cumbre para la Paz en Ucrania, celebrada en Suiza, donde tenía previsto reunirse con Volodímir Zelenski.
“Vemos muy poco probable que Petro cambie su postura en apoyo a una solución negociada, ha sido una constante en el entorno internacional”, apunta Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis. Mientras que su antecesor, el conservador Iván Duque (2018-2022), rechazó con firmeza las acciones de Rusia, Petro ha adoptado una postura ambigua frente al conflicto, sin condenar a Moscú pero sin ofrecerle un respaldo directo. “Esta posición responde a su interés por preservar la posición de Colombia ante Occidente, mientras sostiene sus lazos con Rusia, un esfuerzo que se alinea con su visión de un orden mundial multipolar y su intención de unirse a los BRICS”, señala el documento, publicado este miércoles.
“A medida que Colombia explora una mayor cercanía con los BRICS, deberá definir si considera a Rusia solo un socio comercial o también un aliado estratégico, una decisión con implicaciones geopolíticas y económicas significativas”, advierte Colombia Risk Analysis. El propio Petro le pidió el año pasado al brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, de visita para la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que le ayudara a promover la entrada de Colombia al bloque. El panorama político colombiano añade aún más incertidumbre, pues al presidente de izquierdas le queda menos de año y medio en el poder. Si su sucesor decide abandonar la iniciativa BRICS, como lo hizo Argentina tan pronto asumió Javier Milei, “la credibilidad de Colombia como socio comercial y estratégico fiable se vería afectada, no solo con Rusia, sino también con economías clave como India y Brasil”, señala el reporte.
Aunque Petro ha insistido en la necesidad de diversificar las alianzas políticas y económicas del país, acentuada por los roces con Donald Trump en Estados Unidos, la probabilidad de un acercamiento sustancial con Rusia en el corto plazo es mínima, subraya el analista Guzmán.
El interés del presidente en unirse a los BRICS no se ha traducido en pasos concretos, como una solicitud formal a través de las embajadas de Colombia en los países miembros o el envío de una petición directa a Rusia, que presidió el bloque en 2024, de acuerdo con múltiples fuentes diplomáticas citadas en el informe. Como resultado, pronostica, es poco probable que se produzcan avances significativos en la adhesión de Colombia durante el resto de su mandato. La retirada de la Argentina de Milei, después de haber sido anunciada como nuevo miembro en agosto de 2023, “ha generado incertidumbre sobre la inclusión de países sin una estrategia clara y de largo plazo en política exterior, como es el caso de Colombia”.
La política exterior colombiana, subraya la consultora, depende del Gobierno de turno, sin un enfoque planificado a largo plazo, por lo que es probable que cambie luego de las elecciones de 2026, afectando sus perspectivas de adhesión a los BRICS. Sin embargo, sí es previsible que fortalezca sus lazos con el bloque en el corto plazo. Petro ha sido cercano a Lula, quien presidirá el grupo en 2025, y ha profundizado el vínculo con China al anunciar que se propone unirse a la iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés).
A pesar de los temores, no hay evidencia pública para afirmar con certeza que la influencia rusa represente una amenaza directa a la soberanía o las instituciones democráticas de Colombia, señala el reporte. Las acusaciones previas de injerencia y las tensiones diplomáticas entre ambas capitales han disminuido considerablemente bajo el actual Gobierno. “Si bien la influencia de Rusia en otros países demuestra su capacidad para interferir en procesos democráticos, la probabilidad de que esto ocurra en Colombia durante el mandato de Petro es baja”, valora CRA. En cualquier caso, persiste la preocupación por la presencia rusa en la región, en especial en la vecina Venezuela. Bogotá ha evitado profundizar su relación con Moscú, probablemente por los riesgos de alinearse con un país bajo sanciones internacionales. En su lugar, parece priorizar a China como socio estratégico, dada su mayor capacidad económica y menores costos geopolíticos.
La flota colombiana de helicópteros rusos (también) se queda en tierra
La cooperación en defensa entre Rusia y Colombia es mínima, con una sola excepción destacable: la flota colombiana de 25 helicópteros rusos Mi-17. Es la única flota de las Fuerzas Militares que no es estadounidense. Los primeros diez helicópteros fueron adquiridos en el Gobierno de Ernesto Samper (1994-1998), después de que las tensiones de entonces con Estados Unidos provocaron un retraso injustificado en la aprobación de la entrega de 12 Black Hawk. Más recientemente, los aparatos rusos se han topado con problemas. “Desde la suspensión del contrato con la sancionada empresa rusa National Aviation Services Company S.A. en 2023, más del 80 % de la flota ha permanecido inoperativa, dejando a Colombia dependiente de las cadenas de suministro rusas para su mantenimiento”, señala el informe de Colombia Risk Analysis. Las alianzas de Colombia en defensa son limitadas, una dependencia que quedó en evidencia una vez más cuando Estados Unidos, en el arranque de la Administración Trump, ordenó suspender el contrato de mantenimiento de 22 helicópteros Black Hawk de la Policía Antinarcóticos. Desde el pasado 27 de enero, esas aeronaves también están inoperativas.
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