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El Plateado, de pueblo poco conocido a símbolo del combate con las disidencias de las FARC

Se cumplen tres días del operativo militar que pretende retomar el control del corregimiento asediado por la disidencia al mando de Iván Mordisco, y al que el presidente envió a medio Gabinete el sábado pasado

Un soldado con un vehículo blindado patrullando en la población de El Plateado, el 13 de octubre.
Un soldado con un vehículo blindado patrullando en la población de El Plateado, el 13 de octubre.Ejército de Colombia (EFE)
Valentina Parada Lugo

El triángulo que se forma entre el casco urbano del municipio de El Tambo, y los corregimientos de Huisitó y El Plateado (en el sur del Cauca) es conocido como el “pequeño Caguán”, en referencia a la zona que despejó el Gobierno del conservador Andrés Pastrana para su fallido diálogo de paz con la extinta guerrilla de las FARC. “Pequeño”, le dicen, aunque se trate de un territorio de más de 256 kilómetros cuadrados en parte del Cañón del Micay, un corredor que conecta las alturas andinas del departamento con el océano Pacífico y se ha convertido en uno de los pasos más estratégicos para el tráfico de drogas ilícitas y la minería ilegal de toda Colombia. El conflicto en medio de la cordillera se ha azuzado a tal punto de que el presidente Gustavo Petro, quien desde sus épocas como senador ha señalado que los bombardeos militares a los campamentos guerrilleros violan el Derecho Internacional Humanitario, terminó ordenando este fin de semana que se retomen en El Plateado, la mayor población de ese triángulo.

El mote de “pequeño Caguán” señala que El Plateado se ha convertido en un ícono del conflicto y los intentos de paz, como hace 30 años lo fue el Caguán o como hace 20 años fue Santa Fe de Ralito, sede de las conversaciones con los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia. En esa zona del Cauca, quien controla ese territorio es el llamado frente Carlos Patiño, parte del autodenominado Estado Mayor Central, un grupo de disidencias de las FARC que encabeza Néstor Gregorio Vera Fernández, conocido en la guerra como Iván Mordisco. Negociar con este grupo ha sido una de las apuestas más grandes del presidente desde que lanzó la ambiciosa política de paz total, que pretende cesar el conflicto armado a partir de negociaciones paralelas con todas las organizaciones criminales. Esa política tiene ahora uno de sus centros en ese corregimiento del municipio de Argelia, con más de 8.000 habitantes y que se ha convertido en un nombre de uso cotidiano en Colombia y en un frente de combates, amenazas y terror.

Esa importancia se manifiesta, también, en que el presidente eligió comunicar públicamente su orden de entrar al caserío y bombardear los campamentos. Lo hizo a través de su cuenta de X, el sábado pasado. No se trataba del inicio de la ofensiva, sino de una muestra de su relevancia política. Una alta fuente del Ministerio de Defensa le confirmó a EL PAÍS que las primeras tropas para la llamada Operación Perseo “desembarcaron desde el domingo (6 de octubre) en el corregimiento de Sinaí”. Aunque el Ejército ha intentado tomar el control en El Plateado de forma constante desde, por lo menos, 2021, esta incursión de más de 1.500 hombres del Ejército se da en un marco especialmente delicado: en una semana iniciará en la ciudad de Cali, a solo 217 kilómetros de distancia, la Cumbre Mundial de Biodiversidad COP16, una reunión que el mismo Mordisco ha amenazado dos veces. “Invitamos a los delegados de la comunidad nacional e internacional abstenerse de asistir a este evento″, fue su más reciente advertencia, el mismo sábado y también vía X.

El presidente ha reiterado que la orden de retomar el control en El Plateado, a sangre y fuego, salió de la Casa de Nariño. “Consideré que era fundamental, dada la negativa del EM (Estado Mayor Central) de conciliar un proceso de sustitución de cultivos ilícitos y liberación de las poblaciones del Cañón del Micay”. Según la misma fuente del Ministerio de Defensa, el mandatario se refería a la estrategia de los disidentes de tomar control de las poblaciones a través de las amenazas armadas a quienes no acaten sus instrucciones, forzar desplazamientos e incluso “caminar por las calles con niños en los brazos”.

Iván Velásquez conversando con habitantes de El Plateado, el 13 de octubre.
Iván Velásquez conversando con habitantes de El Plateado, el 13 de octubre.Ministerio de Defensa (EFE)

La orden de entrar a El Plateado no es marginal. Los militares lanzaron la Operación Trueno en 2022, pero se habían limitado a hacer presencia en el casco urbano de Argelia. La única excepción ocurrió en octubre de 2023, justo antes de las elecciones regionales. Trascendió una reunión que habrían sostenido el registrador Alexánder Vega y el entonces comisionado de Paz Danilo Rueda con jefes disidentes. Dos días después, el Ejército confirmó que había logrado llevar el material electoral hasta El Plateado, una entrada inédita que reveló el grado de control que ejercían las disidencias Carlos Patiño.

La decisión de bombardear tampoco es menor. El mismo Petro, en agosto de 2022 y cuando cumplía apenas dos semanas en la Presidencia, ordenó a su ministro de Defensa, Iván Velásquez, suspender todos los bombardeos contra campamentos guerrilleros. Ante las preguntas de los periodistas sobre su estrategia de seguridad, respondió a los medios: “No van a morir más niños bombardeados en Colombia. A mí me preocupa más que maten a los menores reclutados”. Desde entonces, 22 de agosto de 2022, el Gobierno no reportaba ni un solo bombardeo.

Eso hasta el 24 de julio pasado, cuando los militares lo hicieron por primera vez en El Plateado. Según el Gobierno, el ataque no fue letal ni iba dirigido a personas o campamentos, sino a “zonas que se estipulaban como minadas”. Desde entonces, ese capítulo de la guerra del Estado contra esa disidencia no ha cesado. Un día después de la incursión militar, Mordisco, uno de los pocos comandantes conocidos en un conflicto cada vez más confuso, con más siglas, nombres, lógicas y subconflictos, aseguró que el Gobierno “responde con guerra a nuestra voluntad de paz”.

La negociación con el EMC es especialmente difusa, en medio de una paz total que hace agua. Camilo González Posso, el jefe negociador del Gobierno con el EMC, ha reconocido que el mismo grupo se dividió en dos subgrupos que se han enfrentado a muerte: el que comanda Mordisco y es fuerte en Cauca, Nariño y Guaviare; y el que encabeza Calarcá Córdoba, con presencia más al norte, en la región del Catatumbo y en el Magdalena Medio. El Gobierno levantó la mesa con Mordisco en abril, luego de varios ataques armados a la población civil, pero los mantiene con Córdoba.

El Plateado ha sido el centro de las discusiones de casi todos los consejos de seguridad en Casa de Nariño, citados para cada lunes después de las seis de la tarde y encabezados por el presidente. El ministro Velásquez ha entregado informes periódicos de dos operativos militares que buscan derrotar a esa estructura armada: Operación Trueno y Perseo. De esta última, lanzada el fin de semana pasado, el presidente ha recibido al menos dos informes en las últimas 48 horas, según fuentes de Casa de Nariño. Resulta especialmente sensible el despliegue militar para garantizar la seguridad en la COP16. En palabras del ministro Velásquez, las acciones militares “pretenden estabilizar el territorio” y “decirle a la (estructura) Carlos Patiño: aquí estamos y no cabemos los dos”.

El general Luis Emilio Cardozo, comandante del Ejército, ha informado este sábado que sus hombres ya habían tomado el control del centro poblado de El Plateado. Horas después, los disidentes respondieron y lanzaron drones con explosivos en el parque principal. Las autoridades locales han confirmado que quedaron 14 civiles heridos. Además de ese escalamiento, Petro ordenó a su Gobierno hacer presencia directa e iniciar una operación para desplegar la institucionalidad allí. El domingo aterrizaron vía helicóptero varios integrantes del alto Gobierno, desde el ministro de Defensa hasta la directora del Departamento Administrativo de Presidencia y mano derecha del presidente, Laura Sarabia. Vestidos con chalecos y trajes militares, los acompañaron el director de la Unidad de Gestión del Riesgo, Carlos Carrillo, la ministra de Agricultura, Martha Carvajalino, entre otros delegados.

La Defensoría del Pueblo ha señalado que, desde que se inició el operativo militar, al menos 1.200 personas han sido desplazadas. Mientras tanto, en helicópteros del Ejército que sobrevuelan la cordillera caucana, se reproduce un audio: “Les pedimos que mantengan la calma y sigan las instrucciones de las autoridades. Eviten las áreas de operación y colaboren con la Fuerza Pública. Su cooperación es vital para el éxito de estas operaciones y para mantener la paz en nuestra comunidad”.

La relevancia del Cañón del Micay

Con 18.418 hectáreas de coca sembradas en sus montañas hasta 2022, el Cañón del Micay se ha convertido en uno de los mayores enclaves cocaleros del país que produce la mayoría de la cocaína del mundo. De hecho, en 2023 Petro lanzó la nueva política antidrogas desde el cercano municipio de El Tambo, como muestra de que serían los primeros beneficiarios del programa que pretendía ampliar la acción del Estado. En esa región, según la oficina de la ONU contra la droga y el delito, concentra el 75 % de los cultivos de uso ilícito que existen en el Cauca.
Aunque la Operación Trueno ha sido una de las apuestas militares más sólidas de este Gobierno, lo cierto es que, apenas ahora, el Ejército está logrando entrar al corregimiento de El Plateado, porque siempre habían permanecido en la zona urbana del municipio de Argelia. Su objetivo, ahora bajo el nombre de Perseo, es replegar el frente Carlos Patiño, que desde 2020 desplazó a la guerrilla del ELN, quien históricamente tuvo control territorial de Argelia. Los esfuerzos también están concentrados en articular a la Fiscalía para lograr la captura de Anderson Vargas Suns o Kevin, quien lidera esa estructura armada. Las autoridades anunciaron una recompensa de hasta 130 millones de pesos (unos 32.000 dólares) para quien entregue información del hombre de 28 años que, bajo las órdenes de Mordisco, ha amenazado la vitrina internacional más importante para el Gobierno.

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Sobre la firma

Valentina Parada Lugo
Periodista de EL PAÍS en Colombia y estudiante de la maestría en Estudios Políticos de la Universidad Nacional. Trabajó en El Espectador en la Unidad Investigativa y en las secciones de paz y política. Ganadora del Premio Simón Bolívar en 2019 y 2022.
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