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Gustavo Petro
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Quién quiere guerra? ¿Quién busca paz?

Tal vez sea más fácil para Petro ayudar a la paz en Oriente Medio, donde además lo tienen en alta estima, porque en Colombia parece imposible

Alojamiento de soldados del Ejército de Colombia donde sucedió el ataque a la base militar de Puerto Jordán, en el departamento colombiano de Arauca, en Puerto Jordán (Colombia). El 17 de septiembre 2024.
Alojamiento de soldados del Ejército de Colombia donde sucedió el ataque a la base militar de Puerto Jordán, en el departamento colombiano de Arauca, en Puerto Jordán (Colombia). El 17 de septiembre 2024.Ejército de Colombia (EFE)

En una misma semana, dos protagonistas globales que a su manera apuestan a la paz han recibido poderosas bofetadas de realidad. En Colombia, Gustavo Petro tuvo que ver como aquella guerrilla a la que tendió la mano para negociar la paz desde el comienzo de su Gobierno lleva a cabo un condenable atentado contra un centro de formación militar dejando dos muertos y 27 heridos. En Oriente Medio, mientras el novísimo Gobierno de Masud Pezeshkian en Irán empezaba a enviar señales a Occidente (y sobre todo a los Estados Unidos) para tratar de revivir el acuerdo nuclear que Donald Trump ahogó, el delirante Benjamin Netanyahu, y sus ansias de hacer estallar una guerra regional a gran escala, lleva a cabo una carnicería contra Hezbolá.

No me voy a detener en los históricos motivos del conflicto en Oriente Medio, aunque cada día se hace más urgente que el mundo entero comprenda lo que pasa allí, más allá de la lógica binaria de buenos y malos. El Irán de hoy no es el mismo de 1979. Así como el Israel de hoy está bastante lejos de aquel país que se creó como acto de contrición del planeta entero luego de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Los años han pasado y, aunque en Irán siguen viendo con desconfianza a Occidente entero y a Israel nos lo presentan como el país de las víctimas, las cosas en el fondo son muy distintas.

Por eso vuelvo a Petro y su generosidad con el ELN, pues no hay nada más frustrante de ver que un jefe de Estado que empieza a buscar caminos para construir algo de concordia y este, entre tanto, no hace más que recibir desdén y maltratos en contraprestación.

Supongo que algo así debe estar pasando en Irán con el recién posesionado Pezeshkian, sin duda un hombre que llega con unas propuestas reformistas para un Estado altamente reaccionario. ¿O acaso es poca cosa que haya nombrado en su Gobierno a una mujer como vicepresidenta y a otra como ministra cuando allí, desde la instauración de la República Islámica, a las mujeres se las ha desdeñado? ¿O acaso no puede ser una buena señal que en cargos claves de su Gobierno haya nombrado a moderados que en el pasado avanzaron y mucho a la hora de alcanzar acuerdos con Estados Unidos?

Abbas Araqchi, nuevo ministro de Exteriores, fue quien en 2015 logró sellar con éxito las negociaciones nucleares que Irán acordó con las potencias del mundo. Asimismo, Javad Zarif, quien fue nombrado por Pezeshkian para la vicepresidencia de asuntos estratégicos, fue el ministro de exteriores que se convirtió en puntal clave para conseguir dicho acuerdo nuclear. ¿No debería verse esto como un mensaje?

Petro ha dejado claro que insistirá con el ELN. Ojalá tenga suerte. Pezeshkian recién acababa de hacer una larga rueda de prensa hablando de querer reanudar vínculos con Occidente cuando empezó la ofensiva de Netanyahu (cuesta mucho decir que es de todo Israel). ¿Se animará a seguir en su empeño?

Tal vez la cita global en la Asamblea de Naciones Unidas sea un buen espacio para que ambos presidentes se encuentren. Tal vez Petro pueda ayudar a abrir caminos a Pezeshkian. Tal vez sea más fácil para Petro ayudar a la paz en Oriente Medio, donde además lo tienen en alta estima, porque en Colombia parece imposible.

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