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Economía
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Contratar es explotar

Nacionalice a todas las empresas, presidente Petro. Manéjenlas usted y su equipo. Podrán nunca ser rentables bajo su tutela, pero al menos no serán inmorales y desalmadas explotadoras

El presidente Gustavo Petro, durante la pasada cumbre de la Amazonía.
El presidente Gustavo Petro, durante la pasada cumbre de la Amazonía.picture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)

Mi hijo de 15 años pasó el fin de semana vendiendo el lavado de ventanas de casa en casa, como agente de un emprendimiento de un compañero de curso, que compró una máquina y organizó una pequeña empresa. Diez adolescentes recorrieron en patinetas un par de barrios convenciendo a los padres de familia que pueden ver mejor al mundo exterior si sus ventanas están limpias.

Les fue bastante bien. Mi hijo no tenía patineta y esta semana se hizo a una con los frutos de su trabajo. Sentí orgullo de papá, hasta que caí en la cuenta de que debo sacarlo de inmediato de ese sistema inhumano creado por ese compañero malévolo que se quiere enriquecer a costa de explotar a mi joven vástago y el resto de compañeros del colegio.

Además, debo denunciar ante las autoridades al infractor por usar trabajo infantil y hacer que le impidan, ojalá permanentemente, ser un remedo de empresario, le decomisen la máquina y lo ahoguen en impuestos por lo que vendió hasta el presente. Cortaré de raíz a un explotador del futuro; y del presente también. Una campaña por internet servirá para alertar en los barrios a las familias incautas para que no caigan en ese oscuro entramado tras una supuesta labor de limpieza. Que limpien sus propios vidrios y evitemos entre todos crear un monstruo.

Al menos eso me ha llevado a creer el presidente de mi país en varios y elocuentes discursos. Si su teoría fue buena en 2022 para 11.281.902 personas que lo eligieron con una mayoría del 50.47% de los votos, quién soy yo para dudar de su veracidad.

Contratar es explotar y esclavizar. Salvo que lo haga el sindicato de maestros, FECODE, o el partido del presidente, Colombia Humana, únicas entidades privadas que no explotan a nadie. O cualquier entidad pública, pues el Estado es bueno y tampoco explota, dado que ahí los jefes no buscan enriquecerse. Sólo ayudar al prójimo.

Caigo en la cuenta de que conozco a alguien que lleva más de 40 años construyendo su empresa y ocupa a cerca de 1.200 empleados. Con la nueva doctrina, ellos le deben guardar rencor a ese empresario y tan pronto puedan, deben ver cómo se pasan al sector público, o convierten la empresa en estatal para que los dejen de explotar. Manejé Ecopetrol, que es 88,5% de propiedad pública. Imagino que los empleados están 11,5% explotados por desalmados explotadores esclavistas guiados por el lucro ciego y la codicia. En buena hora conocemos ese nuevo modelo doctrinario. Lo aclara todo. Ya sé qué pensar sobre el trabajo espontáneo de fin de semana de mi hijo, al igual que de cada empresario privado que conozco y de la participación privada en cualquier empresa estatal.

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Antes estaba bajo el espejismo de que crear empresa era riesgoso y demandaba un esfuerzo sobrehumano para contratar personal, pagar cada mes sueldos y parafiscales, comprar máquinas, alquilar una bodega o un local, buscar afanosamente clientes todos los días, no dejarse sacar del mercado por los competidores, soportar los cambios repentinos de precios, llevar a pie juntillas la contabilidad, tratar de exportar, aguantar cientos de regulaciones de trabajo, productos, insumos y comercio exterior, obtener crédito bancario y pagarlo a tiempo, con intereses que han subido una bestialidad, hacer temibles y demorados trámites para una licencia del INVIMA o el ANLA, inscribirse en la Cámara de Comercio, pagarle impuestos a la DIAN, con el riesgo de auditorías abrasivas e intimidantes, rendir cuentas ante la junta directiva, negociar con el sindicato, soportar las tasas, estampillas y multas, mirar con espanto cómo fluctúan las tasas de interés y el valor del dólar. Aparte de eso, animar y crear una visión compartida con empleados y trabajadores para ser productivos y sobrevivir juntos en ambientes desafiantes. En fin, tenía enorme respeto por la gente que se somete a semejante viacrucis de ser empresario.

Ahora sé que todas esas actividades en las que ocupan afanosamente su tiempo los casi dos millones de empresarios de Colombia son una mera pantalla; formas encubiertas de esclavismo y explotación.

Gracias presidente Petro por quitar la máscara de la cara de los explotadores y esclavistas que nos rodean y quieren vendernos leche, pan, bocadillos veleños, lechona, empanadas, jugos y ropa, carreras de taxi y acarreos, viajes en avión y legumbres, gasolina y entradas al cine, entre otros miles de bienes y servicios que usamos a diario.

Qué engaño al que estamos sometidos por parte de esa gente. Desde que nacemos. Haga con todos como está haciendo con las EPS de la salud y las pensiones. Se entiende que solo es el comienzo. Imagínese, luego pueden venir los bancos y otros conglomerados, y más adelante cientos o miles de empresas. Un promisorio horizonte se vislumbra para Colombia.

Nacionalícelos a todos, presidente. Maneje usted y su equipo todas las empresas. Podrán nunca ser rentables bajo su tutela, pero al menos no serán inmorales y desalmadas explotadoras y capitalistas. Viva el socialismo. Abajo los explotadores y esclavistas. Con razón el presidente nos invita a marchar el 1º de mayo. Abajo las ventanas limpias.

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