Una víctima de violencia machista pide protección: “Me mostraba videos de mujeres asesinadas y decía que así me iba a matar”
Kleider José Morán fue detenido por porte ilegal de armas en San Juan del Cesar, donde vive la mujer que fue su pareja y a quien ha agredido por meses
Para Carmen*, de 26 años, migrar de Venezuela a Colombia resultó un infierno. No solo por los desafíos de empezar de cero, sino por la violencia que empezó a sufrir de su pareja, Kleider José Morán, desde que se instalaron en Bogotá, en enero de 2023. La mujer explica que en la nueva ciudad, descubrió una cara aterradora y desconocida del hombre. La celaba, la insultaba con una violencia desconocida que escaló al punto de apuñalarla. Carmen lo denunció y huyó a un millar de kilómetros de la ciudad. Hasta allí la siguió Morán para asesinarla, según denuncia. Carmen hoy sobrevive con pánico y con un nuevo tatuaje: unas flores que disimulan las cicatrices que le dejaron las puñaladas de quien decía amarla.
Carmen ha denunciado a Morán antes las autoridades; en marzo de 2023 un juez de familia de Bogotá le otorgó unas medidas de protección, que consistían en una orden de alejamiento. La mujer rememora que tras pasar unos días hospitalizada luego del ataque con arma blanca, terminó en una casa refugio. Ese fue primer paso de varios intentos de escapar del maltrato y la violencia, y mantener su trabajo en un negocio de belleza. Cuenta que vivía un ciclo que parecía interminable: tras maltratarla, Morán le pedía otra oportunidad, ella se la daba y volvía a agredirla. El hombre, que trabajaba como vendedor ambulante y prestamista gota a gota, le prohibió tener clientes masculinos, la amenazó con cortarle el pelo para “que no la mirara nadie”, y acosaba a su familia en Venezuela.
Con temor, Carmen recuenta todas las ocasiones en las que su antigua pareja la amedrentó, especialmente cuando le dejó claro que no la quería viva si no era a su lado. “Me mostraba videos de mujeres asesinadas y decía que así me iba a matar”, cuenta. Ante la zozobra, la agresión física y psicológica, huyó una primera vez. Morán la localizó por las redes sociales y, señala Carmen, le advertía que si no regresaba con él iba a ir a matarla. También le ofrecía dinero a sus amigos a cambio de información sobre su ubicación.
Tras hacer contacto con ella, la convenció de perdonarlo, y Carmen regresó a Bogotá. No pasaron tres meses para que Morán se tornara aún más violento, y Carmen escapara de nuevo. Consiguió un empleo en la ciudad caribe de San Juan del Cesar, a diez horas de la capital, con la ilusión de que podría dejar atrás la pesadilla y vivir en paz. No fue así. Morán primero la llamó desde diferentes números de celular y otra vez acosó a sus conocidos por redes sociales. Y el domingo pasado, 10 de marzo, pasó lo que Carmen temía: aterrizó en el municipio de La Guajira en el que ella vive.
De acuerdo con el testimonio de la mujer, al salir del trabajo la abordó un mototaxista. “Me dijo que un hombre grande, con acento maracucho [gentilicio de las personas oriundas Maracaibo, Venezuela] le había ofrecido un millón de pesos por recogerlo cerca de donde iba a matarme y le mostró una foto mía”, narra a EL PAÍS.
Horas después, un amigo de Morán la contactó a Carmen y le contó algo similar. “Me dijo que él le había propuesto ser su cómplice. Venir, robarse una moto, matarme y volarse”, apunta. El amigo le dijo que se había negado, y le dijo que “estaba loco”. El lunes 11 se enteró por los medios de que las autoridades habían capturado a su expareja por porte ilegal de armas. La noticia del hombre que portaba un revólver sin permiso tomó fuerza. “Frustran intento de feminicidio en San Juan del Cesar”, titula el medio local Guajira News. “Capturado por presunto intento de feminicidio contra su expareja en San Juan del Cesar”, lo hace el Diario del Norte.
De inmediato, Carmen se fue a la Policía para reportar las amenazas que había recibido. Sugiere que el arma que tenía Morán era para asesinarla. “No se preocupe, ya está preso”, detalla que le contestaron en la estación. Tal respuesta no la hizo sentir segura e insistió en poner una denuncia, pero explica que ni le dieron información ni tramitaron su queja. La enviaron a otra estación, donde una agente le aconsejó “agarrar sus cosas e irse”, describe.
A pesar del miedo, Carmen no quiere seguir huyendo. “Ya conozco media Colombia escapando de él, no puedo pasarme la vida así”. Vive con una angustia que se agudizó cuando un conocido le escribió para contarle que supuestamente Morán le había avisado que pronto iba a quedar fuera de la cárcel, con la restricción menor de la prisión domiciliaria. Eso la aterroriza. “Aquí o dónde esté, él me va a buscar”. Agrega que solo pide que la justicia actúe. “Necesito información precisa, nadie me explica que debo hacer. Yo no puedo seguir viviendo de esta forma”, insiste.
EL PAÍS se comunicó con la Defensoría del Pueblo de la Guajira, que no conocía del caso. Aseguraron que tomarán medidas. Mientras que alguna de las instituciones se hace presente, han sido las amigas de Carmen quienes han intentado activar rutas para protegerla, y si es necesario poner de sus recursos para sacarla de la zona. La joven ya está cansada y quiere ponerle fin a este calvario. “Él sale y yo no duro un minuto viva”, sentencia.
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