¿De acuerdo?
A pocos días de la cumbre de empresarios con el presidente para respaldar el Acuerdo Nacional, hay certeza en las dudas y dudas en las certezas
Avanzan las reuniones preparatorias del encuentro del presidente Gustavo Petro y los representantes de varios grandes líderes empresariales para apoyar el Acuerdo Nacional. Ese mismo acuerdo que el presidente cada tanto baja de la estratosfera, volantea en tribuna pública y, antes de concretarlo, devuelve a los nubarrones.
El escenario sigue siendo Cartagena y la fecha el 21 de noviembre. Lo que comenzó con diálogos personales del presidente con los empresarios ha desembocado en una especie de mesas de trabajo entre alfiles de parte y parte, que dejan escasas claridades. Y profundas inquietudes.
Los empresarios, muchos de ellos relacionados con la banca en Colombia y en el exterior, han comenzado a plantearse si asistirán a un real Acuerdo Nacional o si se trata de una especie de saludo a la bandera. Si habrá acuerdo o si el acuerdo es aceptar lo que el presidente disponga.
Hoy no está definido el nivel de compromiso directo del presidente, pues el desarrollo del asunto está dirigido y animado por Laura Sarabia, directora de Prosperidad Social (que sigue fungiendo como mano derecha del presidente en el Palacio de Nariño) y por Juan Fernández, periodista que se encarga de asesorar al presidente en materia empresarial.
Sarabia y Fernández son el motor de estas juntas informales, por lo que algunos empresarios están intrigados: ¿en Cartagena van a almorzar y posar en una foto con el presidente para apoyar un verdadero Acuerdo Nacional, o se trata de una idea de ambos escuderos para crear un clima de entendimiento en el que el propio presidente no está tan interesado?
Un acuerdo que involucre a los empresarios, creen ellos, debería contar con un documento de compromisos puntuales en materia de lo que se va a definir conjuntamente en reformas tan delicadas como la de salud, la laboral o la de pensiones. Una especie de punto de encuentro con líneas e hitos que las partes respeten, por ejemplo, en el escenario del Legislativo.
Ese documento de compromisos y convergencias, a la fecha, simplemente no existe; nadie le ha puesto un punto o una coma. Y el gran temor es que, si no existe, el presidente siga en su empeño de nacionalizar y estatizar todo. Cuando lo haga, evidentemente no necesitará del empresariado, porque contará con recursos que ningún mandatario ha soñado jamás. Y la foto en Cartagena habrá sido no más que eso: una foto.
Si no se produce una manifestación concreta del presidente, aparte de la de Sarabia y Fernández, algunos convidados estarían evaluando la posibilidad de esperar a que las cosas tengan más solidez.
Y pesa también el hecho de que quisieran, antes de apoyar con su nombre un acuerdo ingrávido, dar tiempo para comprobar qué tanto peso comienza a tener la gestión de los nuevos alcaldes y gobernadores.
Los cacaos están dispuestos a trabajar por el país, y quieren ver cómo se equilibra la balanza del poder con el trabajo de los recién llegados mandatarios regionales. Sarabia y Fernández podrán ser muchas cosas, pero no son el presidente de la República. Y los empresarios hace rato perdieron los dientes de leche.
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