“Hoy en Colombia no hay más sismos de los que había hace 10, 20, 100 o 1.000 años”
Julio Fierro, director del Servicio Geológico Colombiano, hace un llamado a la calma y explica que los fuertes temblores que ha habido 2023 son normales. “Hay que tomar precauciones, pero no hay motivos para que la ciudadanía entre en pánico”
El geólogo Julio Fierro Morales es desde octubre de 2022 el director del Servicio Geológico Colombiano, una entidad encargada de monitorear la frecuencia y la magnitud de temblores, terremotos, erupciones volcánicas y otros fenómenos naturales relacionados con la tierra. Fierro, profesor e investigador universitario, afirma que pese a los fuertes sismos que ha habido en los últimos meses, no está temblando más que antes. “No hay ninguna prueba científica para decir que los sismos hoy en Colombia son más frecuentes hoy que hace 10, 20, 100 o 1.000 años”, explica en entrevista con EL PAÍS. Basado en la evidencia, hace un llamado a la calma: “La gente cree que tiembla más, pero no. Solo Tenemos más información y estamos más conectados. Por ejemplo, todo el mundo supo del terremoto de Turquía o de Marruecos. Eso se va acumulando y se genera una percepción equivocada”.
Pregunta. ¿Cuántos sismos ha habido en Colombia en el último mes?
Respuesta. Tenemos registro de que en el país hay entre 1.500 y 2.000 sismos relacionados con fallas geológicas cada día. Al mes son más de 50.000.
P. ¿Eso es mucho?
R. Estos sismos son, casi en su totalidad, imperceptibles para los seres humanos. De vez en cuando hay sismos que superan magnitudes aproximadas de 2,5 y la población ya los empieza a sentir, pero es un porcentaje muy mínimo.
P. ¿Cómo se mide la relación entre magnitud y profundidad en un sismo?
R. La magnitud es la energía que se libera de la tierra y la profundidad hace referencia a la distancia en que ocurrió el evento sísmico. Puede haber unos muy fuertes, pero muy profundos, que se sienten poco. Y otros sismos más suaves, pero que suceden más cerca a la superficie, que se sienten mucho más.
P. ¿Puede poner un ejemplo para entender mejor la diferencia?
R. El jueves anterior hubo un sismo a las 2:30 de la mañana de magnitud 5,5, pero de profundidad cercana a 130 kilómetros bajo tierra. Y otro de magnitud menor, de 5,1, pero muy somero, cercano a la superficie, a menos de 30 kilómetros de profundidad. La percepción de la gente fue mucho más alta con el que estuvo a 30 kilómetros, así haya sido menos fuerte.
P. ¿Hay otros factores que afecten la percepción que tenemos de los temblores?
R. Sí, hay muchas más variables. Una cosa es que tiemble en el Chocó, con una densidad poblacional baja, y otra que tiemble entre Villavicencio y Bogotá, y ese sismo se sienta en una ciudad con más 10 millones de habitantes. Este año ha habido temblores fuertes cerca a las ciudades y la gente tiene la percepción de que ahora hay muchos más sismos que antes.
P. ¿Pero no es así?
R. No. Hubo un sismo muy fuerte que se sintió en Bogotá el 17 de agosto, con réplicas considerables. Eso va generando una atmosfera de miedo, de que los sismos están siendo más frecuentes, pero no hay ninguna prueba científica para decir que los sismos hoy son más frecuentes que hace 10, 20, 100 o 1.000 años. La liberación de energía, en términos de cientos y miles de años, es más o menos regular y constante.
P. ¿Entonces qué mensaje se puede enviar a la ciudadanía?
R. Un mensaje de calma. No hay más temblores ahora que antes. Solo tenemos más información y estamos más conectados. Por ejemplo, todo el mundo supo del terremoto de Turquía o de Marruecos. Eso se va acumulando y se genera un miedo colectivo. Allí se crea una percepción equivocada de que en Colombia ahora tiembla más. Es necesario decir que este país está en una zona sísmicamente activa, sobre todo las personas que viven en la cordillera de los Andes y en los litorales Caribe y Pacífico. Pero hay zonas donde es probable que una persona nunca sienta un temblor a lo largo de la vida, como en Vichada o el Amazonas.
P. ¿Hay señales para preocuparse de más?
R. No, nosotros tenemos unas redes sismológicas que se instalaron hace 30 años. Desde esa época hay un registro alto de sismos de bajas magnitudes que no suelen ser percibidos por seres humanos. Cada vez tenemos más densidad de esos eventos, porque conforme pasa el tiempo tenemos más capacidad y mejor tecnología para medirlos, pero la actividad se ha mantenido. La primera instalación de un sensor sísmico en Colombia fue en 1922. De ahí para atrás tenemos registros históricos y de prensa que muestran una frecuencia alta. Con eso comprobamos que la sismicidad nos ha acompañado siempre. De hecho, el periodismo en Colombia comienza con un artículo del terremoto de 1785. La historia nos permite decir, incluso, que ha habido sismos mucho antes. Los indígenas muiscas tenían dentro de sus dioses a uno que hacía temblar la tierra cuando se tropezaba. Era una explicación mitológica de un hecho natural que ha ocurrido siempre.
P. Para que haya claridad, ¿usted dice que no ha habido una aceleración en la frecuencia de los sismos y que el miedo de la gente se basa en una suma de factores externos?
R. Si se analizara solo 2023, es cierto que ha habido sismos fuertes. Este ha sido un año sísmicamente activo, un año movido. Sin embargo, si analizamos lapsos de tiempo más largos, como los 30 años de registros, no se va a notar la diferencia. Incluso, si analizáramos los sismos desde 1644, cuando ocurrió uno en Pamplona, vemos que no es que ahora haya más, sino que estamos más enterados, tenemos más tecnología y vivimos en construcciones que pueden causar más daño que las que había antes. En conclusión, conforme alargamos ese análisis en el tiempo, vemos que es una situación permanente. No debemos preocuparnos porque haya más sismos ahora que antes porque no es cierto. Pero sí debemos preocuparnos porque al vivir en una zona sísmicamente activa, es necesario construir de la mejor manera posible porque en cualquier momento, no podemos hacer predicción, no sabemos cuando, puede haber sismos que causen problemas graves.
P. ¿Igual hay que tomar precauciones?
R. Sí. Los sismos no suelen matar a nadie, lo que mata a las personas son las estructuras que se colapsan porque no aguantan esa energía. Es necesario que sepamos que vivimos en una zona sísmicamente activa y que tomemos precauciones en distintos niveles. Como individuos y como instituciones. En lo personal se debe aprender a mantener la calma y estar entrenado para los sismos. Tenemos que hacer más simulacros en las ciudades con amenaza sísmica media y alta, esto incluye Bogotá, Villavicencio, Cali, Armenia, Cali, Cúcuta y otras. También hay que averiguar cómo están construidas nuestras viviendas para saber qué riesgos tenemos. Eso define la urgencia de salir o no salir durante el evento sísmico. La otra responsabilidad es la de los gobiernos y los constructores. Tienen que hacer casas que cumplan la norma para asegurar que no van a colapsar con un temblor.
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