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La justicia transicional expulsa al hombre considerado como el mayor violador del conflicto armado colombiano

La Fiscalía logró demostrar que el exparamilitar Hernán Giraldo Serna incumplió las garantías de no repetición al cometer violencia basada en género contra cuatro menores de edad

Emma Jaramillo Bernat
Hernan Giraldo Serna
Hernán Giraldo Serna, con agentes de la DEA, en Florida, Estados Unidos, el 13 de mayo de 2008.Alan Diaz (AP)

Hernán Giraldo Serna, alias El Patrón, El Taladro o El Señor de la Sierra, es quizás el excomandante paramilitar que más encarna la degradación del conflicto armado colombiano. Sus víctimas en la Sierra Nevada de Santa Marta y sus alrededores se calculan en 67 mil. Con una macabra particularidad: su tendencia a cometer delitos sexuales, especialmente contra mujeres menores de edad. Esto llevó a la justicia transicional a expulsarlo este martes, con lo que pierde los beneficios de quienes se acogieron a la ley de Justicia y Paz. La Sala de justicia y paz del Tribunal de Barranquilla encontró válidos los argumentos de la Fiscalía, que logró demostrar que Giraldo cometió delitos de violencia basada en género contra cuatro menores de edad entre 2007 y 2008, cuando se encontraba en cárceles colombianas.

De acuerdo con Salomón Strusberg Rueda, director de Justicia Transicional de la Fiscalía, “varias menores de edad presuntamente fueron llevadas a los establecimientos carcelarios de Barranquilla y Antioquia, donde estuvo recluido Giraldo Serna con posterioridad a la desmovilización”. La sala de Justicia y Paz del mismo tribunal lo había encontrado culpable en 2019 por delitos similares, “entre los que se encuentran acceso carnal violento, actos sexuales violentos, acceso carnal abusivo, prostitución forzada o esclavitud sexual, entre otros”, asegura Strusberg en una declaración divulgada por las redes sociales de la Fiscalía.

Los testimonios, recogidos en una decisión de 154 páginas, son escabrosos. Una red de contactos afuera de la cárcel le servía de enlace y detectaba menores de edad en distintas situaciones de vulnerabilidad. Hacían que ellas fueran a visitar a Giraldo a la cárcel e, intimidadas por estar rodeadas de exparamilitares, eran obligadas a tener relaciones sexuales.

“Tenía 15 años, yo llegué a Santa Marta y ahí me encontré a una mujer. Ella me pidió que me quedara con ella haciendo los oficios de la casa y cuidando a los niños y las niñas, y ella a cambio me ayudaba con los estudios, me daba vivienda y me compraba las cosas personales que yo necesitaba”, narra una de sus víctimas. “Un día ella me dijo: vas a ir tú, tú vas a acompañarme a la cárcel hoy”. Una vez allí, tuvo por primera vez de frente a El Patrón. “Él empezó a quitarme la ropa y tuvo relaciones conmigo en esa cama que había ahí, y recuerdo que yo lloraba y pensaba que se iba a morir encima mío y a mí se me salían las lágrimas y yo solo decía: Dios mío, ayúdame porque éste hombre se va a morir encima de mí”.

Otra víctima, que tenía 12 años para la época de los hechos, señaló: “Me tocaba obligada permanecer en el cuarto con él hasta que se acabara la visita. Ingresábamos como a las 9 de la mañana y salíamos como a las 4 de la tarde. Yo tenía en mente que tenía que dejarme, no gritar, nada, ahí estaban todos los jefes de las autodefensas”. Entre los cuatro casos documentados que ocurrieron después de la desmovilización también está el de una menor que tenía 14 años cuando fue abusada, y quien resultó embarazada producto de esa violación. Luego de denunciar este hecho ante la Fiscalía, fue intimidada por el exparamilitar, quien la amenazó con unos papeles en blanco que la habían hecho firmar.

“Él me manifiesta que por esa situación o circunstancia lo podían excluir a él de justicia y paz, que yo iba a ser la culpable de esa situación, se puso muy furioso y me dijo algunas cosas como de que eso lo teníamos que arreglar, que igual él ya había procedido antes con su abogado, al cual yo le había firmado unos documentos en blanco (...) Me dice que teniendo en cuenta las circunstancias de lo sucedido yo debía asumir la responsabilidad de lo que había hecho y que de ahora en adelante (...) lo que yo debía hacer era que si la Fiscalía me volvía a contactar, pues yo le dijera que yo no estaba interesada en el caso y que yo había mentido en la versión que había dado ya anteriormente, que eso era totalmente falso, que yo a él no lo conocía y que el niño no era hijo de él”.

De jornalero a jefe paramilitar

Giraldo Serna, un campesino del departamento andino de Caldas, migró en su juventud a la región Caribe. De jornalero y propietario de una finca pasó a ser un jefe paramilitar en los años 80. El detonante fue un atentado de las extintas FARC, en 1986, en el que murieron su hijo y su yerno. Con el narcotráfico como fuente de ingreso y la suma de reclutamiento voluntario y forzado, creó una organización que se conoció como Bloque Resistencia Tayrona, que luego se afilió a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Mantuvo independencia de los jefes máximos, como Carlos y Vicente Castaño, y dirigió múltiples asesinatos de personas vinculadas a la izquierda, así como asesinatos selectivos, siempre al norte de la Sierra Nevada y en los departamentos de Magdalena y la Guajira.

Se estima que tuvo cerca de 35 hijos, muchos de ellos como consecuencia de violaciones sexuales. La Fiscalía ha asegurado que la mayoría de estas madres fueron abusadas por Giraldo siendo menores de 14 años. La más joven habría quedado embarazada a los 12 años. En palabras de la sentencia por la que fue condenado a 40 años de cárcel en 2019, “la violencia sexual ejercida por el entonces comandante del mal llamado Bloque Resistencia Tayrona, Hernán Giraldo Serna, constituyó, además de la satisfacción de sus deseos sexuales, una estrategia de control social.”

Al haberse acogido a la ley de Justicia y Paz en el proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia durante el Gobierno de Álvaro Uribe, entre 2003 y 2006, Giraldo Serna pudo acceder a una reducción de penas con la condición de no cometer más delitos. Sin embargo, reincidió.

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Sobre la firma

Emma Jaramillo Bernat
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Ha trabajado en 'El Tiempo', como editora web, y en la Agencia Anadolu, de Turquía, como jefe de corresponsales para Latinoamérica. Graduada de Comunicación Social de la Universidad Javeriana de Bogotá y máster en Creación Literaria de la Universitat Pompeu Fabra.

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